Hasta ese momento todos los habitantes de la tierra hablaban un mismo idioma, lo que permitían que fueran capaces de entenderse y ayudarse unos a otros. Del mismo modo esto trajo como consecuencia que se inclinaran a no separarse, desobedeciendo así el mandato de Dios «Bendijo Dios a Noé y a sus hijos, y les dijo: Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra», [Gén 9:1].
Los hombres salieron de oriente muy probablemente buscando un lugar donde pudieran habitar todos juntos o vivir muy cerca, llegaron a una llanura en la tierra de Sinair y eligieron ese lugar como el centro de su unión. Al parecer en aquel lugar no había piedras pero eso no los desalentó, por lo que tendrían que esforzarse más y hacer ladrillos y también asfalto en lugar de mezcla o barro.
El asunto es que estaban decididos a edificar una ciudad, pero también planearon construir “una torre, cuya cúspide llegue al cielo”, teniendo esta última como finalidad el reconocimiento personal de esos hombres por si acaso fueran esparcidos. Aquí volvemos a ver que esos hombres fueron desobedientes a la voluntad divina de llenar toda la tierra, por lo que para ese momento eran considerados por Dios como “hombres rebeldes”, pues su intención era impedir la emigración, Dios ya les había dicho que se dispersen. Asimismo al hablar ellos sobre “una torre, cuya cúspide llegue al cielo” estaban decididos a construir un imperio glorioso, como si fuera un reino lleno de poder, era un monumento a los hombres, no para Dios.
Un detalle muy importante en esta historia es la persona que dirigió este movimiento, él fue uno de los descendientes de Cam, su nombre es “Nimrod” [Gen 10:8-10], dícese de él que fue “un vigoroso cazador delante de Jehová”. Nimrod fundó la primera ciudad “Babel”, la cual sería un imperio mundial opuesto a Dios, él fue el coordinador de la primera rebelión organizada contra Dios.
Dios miró lo que hacían los hombres y sabiendo que nada les haría desistir de su obra, se interpuso y dijo «Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero», [Gen 11:7]. Nueva vez vemos la Trinidad en acción, (Padre, Hijo y Espíritu Santo), así confundieron sus lenguas y en nuevo milagro presenciaron los hombres y fueron obligados a la dispersión que ellos querían evitar, siendo esto una lección para todos nosotros de que los planes de Dios no los frustra nadie.
A partir de ese momento ya los hombres no eran capaces de entenderse entre sí, por lo que se vieron obligados a dejar su construcción y separarse, de manera que se cumplirían los propósitos de Dios pues los hombre se establecieron en diferentes lugares hasta que toda la tierra estuvo poblada por ellos.
Babel se deriva del hebreo “balal” que significa “confundidos”, pero luego los babilonios dieron un significado diferente a esa palabra, pues ellos la interpretaron como “la puerta de dios” y eso era lo que justamente los hombres de aquel entonces querían hacer, adorar a otros dioses. También es bueno mencionar que muchos eruditos de la Biblia vinculan la ciudad de Babel con Babilonia, la cual representar la última ciudad malvada que persiguió al pueblo de Dios [Apocalipsis 17:5; 18:2].
Mis amados amigos y hermanos, esta historia me hace recodar una expresión que muchos de ustedes y yo la hemos escuchado: “El hombre propone, pero Dios dispone”. Recordemos siempre lo que dice Salmos 46:10 «Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra».
Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito ‘desde mi perspectiva particular’ en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones les sirvan a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.
Dios les bendiga,
Sandra Elizabeth Núñez
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