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13.02 David Danzaba

Fuimos creados para la alabanza y la adoración a Dios, por lo tanto ese es nuestro propósito eterno, tal como podemos entender a través de Juan 4:23 «Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren»; y ciertamente esto fue algo que el rey David entendió desde el inicio de su juventud, siendo un humilde pastorcillo de las ovejas de su padre Isaí.

Pues bien, en este relato David alaba a Dios con una expresión física y vocal, es decir: danzando, saltando, remolineando, tocando instrumentos y dando gritos de júbilos; siendo esto una muestra de gratitud y acción de gracias a Dios porque el arca del pacto, que era una representación de la presencia de Dios, estaba siendo trasladada a la ciudad de David, a Sion, el más hermoso de los montes de Jerusalén. Asimismo el pueblo estaba lleno de gozo ya que la santidad de Dios estaba en medio de ellos.

El gozo de David era inmensamente grande, reconoció la naturaleza de Dios y muy bien el podía contar las maravillas de Dios [Salmos 8], y entonces lo alabó de diferentes maneras:

  • Con danza y gritos de alegría: «Alaben su nombre con danza; con pandero y arpa a Él canten», [Salmos 149:3].
  • Con saltos y regocijo: «Mas los justos se alegrarán; se gozarán delante de Dios, y saltarán de alegría», [Salmos 68:3].
  • Remolineando: «Y David danzaba con toda su fuerza delante de Jehová; y estaba David vestido con un efod de lino», [2 Sa 6:14].
  • Con toda clase de instrumentos musicales: «Alabadle a son de bocina; alabadle con salterio y arpa. Alabadle con pandero y danza; alabadle con cuerdas y flautas. Alabadle con címbalos resonantes; alabadle con címbalos de júbilo», [Salmos 150:3-5].
  • Voz: «Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre», [Heb 13:15].
  • Con risas y alegría de corazón: «Entonces nuestra boca se llenará de risa, y nuestra lengua de alabanza; entonces dirán entre las naciones: grandes cosas ha hecho Jehová con éstos. Grandes cosas ha hecho Jehová con nosotros; estaremos alegres», [Salmos 126:2-3].

David se despojó de sus vestiduras reales y se vistió con un vestido de lino fino y un corto efod sacerdotal, como cualquier hombre común y corriente; su único anhelo era adorar a Dios con un corazón sincero y rebosante de amor hacia Él. Así también el pueblo expresaban su gozo alabando a Dios; sin embargo otros pocos permanecían al otro lado de la vereda estáticos e indiferentes, una de esas personas fue Mical, quien en el relato se le menciona como la hija de Saúl , no como la esposa de David; muy probablemente porque ella actuaba con el orgullo de su padre, no con la humildad y el gozo de su esposo, el rey de Israel.

Amados amigos y hermanos, tanto en el pasado como hoy muchas personas se niegan a participar en la celebración de júbilo y gozo del culto a Dios. Al igual que Mical muchos se rehúsan a alabar a Dios por quien es Él, no reconocen Su grandeza ni todas las maravillosas bendiciones que nos ha dado, olvidando que estamos llamados a alabarlo con todo nuestro ser durante todas nuestras vidas, tal como expresa el Salmos 146:2 «Alabaré a Jehová en mi vida; cantaré salmos a mi Dios mientras viva».

Pensemos en el caso de Mical, ella sintió desprecio hacia su esposo al momento de verlo alabando a Dios, no le importó que era Dios el motivo de su gozo y a quien él le rendía tributo; es decir ella no tenía una comunión con Dios, pues más pudo su orgullo y desdén hacia el rey y el qué dirán de las personas; y esto le trajo consecuencias funestas, entre ellos la peor, un distanciamiento tal con su esposo, el cual convirtió a Mical es una mujer estéril, nunca tuvo hijo. Esto me pone a pensar en una de las aplicaciones que pudiéramos darle a este relato en la vida del creyente, y es que si el no alaba ni adora a Dios terminaría siendo un estéril espiritual y no dará frutos.

Que hermoso que hoy los que alabamos a nuestro Dios podemos decir: «Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado», [Efesios 1:3-6].

Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito ‘desde mi perspectiva particular’ en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones les sirvan a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.

Dios les bendiga,

 

Sandra Elizabeth Núñez

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