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16. NEHEMÍAS

Éste libro tiene el nombre de su personaje principal, Nehemías. trata sobre el tercer regreso de los hijos de Israel a Judá. El relato inicia casi trece años después del regreso de los judíos a la tierra de Israel, evento que fue encabezado por Esdras (458 a.C.).

El pueblo tenía casi 90 años que habían vuelto a Jerusalén del exilio, Y Dios escogió Nehemías para que liberara a los israelitas y realizara la reconstrucción de los muros de Jerusalén, y asimismo para que renovaran el compromiso de su pacto y consagración como el pueblo de Dios.

Es importante destacar que en la Biblia hebrea los libros de Esdras y Nehemías originalmente eran uno solo; y cuando Jerónimo tradujo la Biblia al latín dividió el libro en dos secciones: a) Esdras, donde se habla de la edificación del templo; y b) Nehemías, donde se relata la construcción de la ciudad de Jerusalén.  

En ese sentido, resulta interesante ver cómo Dios opera de adentro hacia afuera, ya que nuestra alma es restaurada antes que el cuerpo, tal como podemos ver en la figura del Tabernáculo. Notemos como Esdras  y  Nehemías  nos  hablan  de  tiempo  de  restauración del pueblo de Dios;  en  Nehemías se nos  habla  de  la restauración de los muros y puertas de la ciudad [v. 2:17] ; mientras que en  Esdras  relata la  restauración  del  altar. 

Nehemías, era un judío temeroso de Dios, quien ocupaba el importante cargo de confianza y responsabilidad de ‘copero’ del rey Artajerjes I de Persia; (copero viene de la palabra hebrea ‘mashqeh’, que significa ‘quien da de beber’. En épocas antiguas los monarcas orientales vivían en constantes riesgos de ser envenenados, y por ese motivo contrataban cortesanos muy confiables e íntegros quienes estuvieran a cargo de sus bebidas).  

Bajo el liderazgo de Esdras el pueblo había recibido un gran avivamiento espiritual; ya habían reconstruido el templo en Jerusalén [Esdras 6:15], no obstante sus esfuerzos por restaurar los muros de la ciudad habían sido frustrados, quedando indefensos ante los ataques de sus enemigos, que por cierto eran muchos. Un día esta noticias llegó a Nehemías, por lo que estaba sumamente triste; asimismo sintió una profunda pena y preocupación al enterarse de la gran opresión que sufrían ‘los pobres’ israelitas. El rey le preguntó el motivo de su tristeza y le concedió el permiso para trasladarse hasta su ciudad y reparar los muros y sus puertas.

Nehemías por un tiempo se apartó de todo y se dedicó a la oración en búsqueda de respuesta de parte de Dios, necesita saber la voluntad de Dios, y de esa manera cumplir con el propósito que el Señor tenía para su vida. Amados hermanos, lo mismo debemos hacer nosotros para orar de manera tal que nuestros planes están alineados a los planes que Dios para nosotros, y cuando tengamos la autorización del Padre, cumplir con deleite Su voluntad.

En relato del evento podemos ver a Dios actuando en pos de restablecer una vida espiritual santa en el corazón de Su pueblo, para este propósito uso a un rey pagano como herramienta para que enviara a Nehemías con el soporte requerido, es decir los insumos para llevar a cabo el proyecto, a fin de establecer su liderazgo y acompañar al pueblo a regresa a la tierra que el Señor le había prometido varios siglos atrás.

Pues bien, a su regreso Nehemías encontró muchas oposición que encontró, no obstante él continuó con la misión que Dios le había encomendado y el muro fue reconstruido en tan solo 52 días.  Ciertamente ese varón de Dios modeló las cualidades que debe tener un líder espiritual; entre ellas compromiso, visión y capacidad administrativa; por sobre todo el Espíritu de Dios trabajando con él. ¡Que hermoso hermanos, que al igual que Nehemías tú y yo tenemos igual garantía de que si hacemos la voluntad de Dios, no hay oposición que impida la victoria de nuestros planes, acorde a la voluntad del Señor!

Para hay algo en lo que debemos tener cuidado, y eso es no abandonar las pautas trazadas por el Señor en la vida de todo creyente; pues justo en su mal actuar el pueblo de Israel se apartó de los caminos del Señor, situación palpada por Nehemías al regresar 12 años más tarde.  El pueblo se había mezclado con los enemigos de tal forma que yo no hablaban hebreo sino el idioma de sus enemigos, por tal razón no comprendía la ley de Dios; los matrimonios existentes eran mixtos, los israelitas se casaron con paganos convirtiéndose el pueblo en apóstata, dejaron de adorar a Dios.  Nehemías les recordó lo prohibición de los matrimonios mixtos, y lo hizo con suficiente enojó tal como dice en el verso 13:25  «Y reñí con ellos, y los maldije, y herí a algunos de ellos, y les arranqué los cabellos, y les hice jurar, diciendo: No daréis vuestras hijas a sus hijos, y no tomaréis de sus hijas para vuestros hijos, ni para vosotros mismos».

Nehemías inicia su ruego con la confesión de pecados, dirigiéndose a Dios como un representante del pueblo, e incluyéndose como pecador. Deseaba que Dios el arrepentimiento sincero del pueblo y que le diera el respaldo para continuar con su proyecto de ‘restauración’. Su clamor lo podemos ver al final de cada empeño de reforma y reitera la petición principal: “Acuérdate de mí, oh Dios …” y luego vemos que agrega el propósito específico que deseaba lograr [vv. 13:14, 22, 31].

En conclusión, Nehemías fue un gran restaurador que condujo al pueblo a volverse a Dios con amor; sus fervientes oraciones fueron escuchadas, así como también los israelitas dispusieron en su corazón agradar a Dios.  Nehemías fue enfático en impulsar y dejarse usar como vaso de honra por el Espíritu Santo, quien inundó al pueblo de fe y obediencia para con Dios, sabiendo que todo esto fue impulsado porque el pueblo empezó a escudriñar la Palabra de Dios, acompañado de ese líder que los motivó, enseño y les acompañó a glorificar el Nombre de Dios.

Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito ‘desde mi perspectiva particular’ en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones le sirva a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.

Dios les bendiga,

Sandra Elizabeth Núñez

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