Si tú Jehová, eres mi pastor…. «Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores», [Salmo 23:5ª].
Él es nuestro anfitrión y nos agasaja como sus invitados con un magnífico banquete; y esto nos habla de alimento para nuestro ser tripartito, cuerpo, alma y espíritu. Significa que nuestros angustiadores pueden ver que nosotros estamos sellados con la sangre Cristo, que somos bendecidos. En fin nuestros enemigos pueden ver que nosotros tenemos alianza con el Padre, pues están mirando lo que Dios hace en nuestro favor, ven la prosperidad en nuestro ser integral.
Esta promesa expresa la providencia de Dios a favor de los suyos, ya que Él prepara una hermosa mesa para mí, adornada de suculentos manjares de la más excelente calidad, nada en el mundo hay mejores que estos, Su cuerpo y Su sangre. Y la invitación a comer es no solo un gesto de hospitalidad, sino también un símbolo de solidaridad, alianza y amor. Y es que esta promesa nos habla del sacrificio y resurrección del nuestro Señor Jesucristo, ya que esa es la mesa del Señor, en la que se establece su carne y sangre, tal como fue instituido por nuestro Señor Jesucristo y mencionado por el Apóstol Pablo en 1 Corintios 11:24-25:
«Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí. Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga».
Mis amados hermanos y amigos, nosotros los creyentes siempre somos invitados a estar en el banquete del Señor, mesa de bendición y esperanza.
Expresa el Salmos 78:19 «Y hablaron contra Dios, diciendo: ¿Podrá poner mesa en el desierto?». Sí, hermanos hasta en el desierto Dios pone mesa delante de nosotros y nos invita al festín que produce estar sentado allí, sin importar porque momento estemos pasando el sentarnos a la mesa del Señor transforma todo en gozo, aunque nuestros enemigos estén allí. Es en presencia de ellos que el Señor dispone la mesa, la prepara de manera tal que todos nuestros angustiadores vean lo que Dios hace en nuestras vidas, puesto que delante de cada uno de ellos el Señor se manifiesta de manera portentosa, siendo algunos de ellos:
- Los enemigos actuales:
«En Dios haremos proezas, y él hollará a nuestros enemigos», [Salmos 60:12].
- Los enemigos vencidos:
«Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo», [Juan 16:33].
- El pasado que nos atormenta:
«De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas», [2 Corintios 5:17].
- Los afanes que nos afligen:
«Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?», [Mateo 6:25].
«No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal», [Mateo 6:31-34].
Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito ‘desde mi perspectiva particular’ en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones les sirvan a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.
Dios les bendiga,
Sandra Elizabeth Núñez