Hemos llegado al cumplimiento de una las promesas de Dios dada a Abraham en Génesis 15:13 «Entonces Jehová dijo a Abram: Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años».
Este relato inicia con el listado de los nombres de los hijos de Israel (Jacob), y nos dice que el total de personas que le nacieron a Jacob fueron 70, este número nos habla del período del castigo del pueblo de Israel, pero también nos habla de la restauración, tal como expone Daniel 9:24 «Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos».
En ese tiempo llegó un nuevo faraón a Egipto, quien no conoció a José; con esto vemos la importancia de
transmitir la historia, de contar sobre las obras poderosas de Dios, y cuanto ha hecho por amor a su pueblo. Gloria a Dios que nos estamos preparando con la lectura diaria de la Biblia, para poder conocer a nuestro Señor, amarlo con todo nuestro corazón, poner Su Palabra por obra y transmitirla a los nuestros, para que ellos a su vez las transmitan a los suyos, de manera tal que todas nuestras generaciones conozcan a nuestro Dios y le sirvan por amor.
Es bueno hacer referencia que algunos teólogos estiman que aproximadamente 2 millones de personas salieron de Egipto en el Éxodo, con esto vemos la gran bendición que dio Dios a Su pueblo, un crecimiento poderoso. Tal fue el tamaño de Israel que el mismo faraón sintió temor de que en algún momento ellos se fueran a sublevar o a unir a sus enemigos para proferir guerras contra los egipcios, y de seguro ellos hubiese tenido la victoria debido al número de hebreos, que superaba a los egipcios en demasía, y también debido a su fortaleza física y poder, muy a pesar de ser severamente maltratados física y emocionalmente.
Dios predijo en Génesis 15:13 lo siguiente:
- Los israelita morarían en tierra ajena, es decir serian extranjeros
- Serian esclavos
- Serian oprimidos y afligidos durante un período largo de tiempo
Pues bien, los egipcios fueron tan severos en el trato a los hebreos que lo sometieron a dura aflicción, obligándolos a hacer ladrillos, barro y toda labor pesada de servicios en el campo, y todo a fuerza de maltratos, tratándolos como esclavos. Tal fue el daño que los convirtieron un pueblo amargado, sin paz en su corazón, sometido a servidumbre forzosas, obligándoles a trabajar duramente, de forma tal que abusaban de ellos de manera agresiva y dura, golpeándoles y siendo capataces crueles, pues les hacían trabajar día y noche, no tenían descanso.
No obstante el maltrato dado al pueblo hebreo, aun así la maldad y el temor aumentaban en el corazón del faraón y por eso dio instrucciones precisas a las dos parteras que asistían a las hebreas en sus partos, o las líderes de las parteras que las asistían, pues debido a la cantidad de niños que nacían muy probablemente era un grupo grande de parteras las que hacían la labor. Las parteras a quien el faraón le dio la orden se llamaban Sifra, que quiere decir “belleza” y la otra Fúa que significa “esplendor” [Ex 1:15]. Por sus nombres asumo que debieron haber sido dos mujeres muy hermosas. Bueno, la orden dada por el faraón fue la siguiente «y dijo: Cuando asistáis al parto a las hebreas, observad los asientos. Si es hijo, hacedlo morir, y si es hija, que viva», [Éxodo 1:16]. La orden de muerte a los varones era por temor a que se multiplicaran y fueran fuertes, ya que las mujeres eran para ellos el sexo débil.
Volviendo al tema de las parteras, podemos ver que esas mujeres desobedecieron el decreto dado por faraón, ya que tenían temor de Dios. La Biblia no dicen si ellas eran siervas de Jehová, el Dios de Israel, sin embargo a pesar de ellas ser egipcias con su actitud mostraron temerle más al Dios de Israel que al faraón, pues permitieron que todos los niños vivieran y el mismo Dios las bendijo por esa actuación.
Amados hermanos y amigos, ahora vemos a Satanás tratando de frustrar el nacimiento de la línea que conduce al Señor Jesucristo, el Mesías esperado; recordemos la profecía de Dios en Génesis 3:15 «Y pondré enemistad entre ti y la mujer, Y entre tu simiente y su simiente. Él aplastará tu cabeza cuando tú hieras su calcañar».
Era tal el plan macabro del faraón, que aunque las parteras justificaron su actuación diciéndole que las hebreas parían solas, que no necesitaban de su ayuda por ser robustas, entonces ahora él extendió el decreto a toda la nación diciéndoles «Sin embargo, Faraón ordenó a todo su pueblo, diciendo: Echad al Nilo a todo hijo que nazca, pero a toda hija dejadla con vida», [Éxodo 1:22].
Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito ‘desde mi perspectiva particular’ en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones les sirvan a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.
Dios les bendiga,
Sandra Elizabeth Núñez