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26. EZEQUIEL

El nombre Ezequiel significa “fortalecido por Dios”. Este profeta era un sacerdote [Ezequiel 1:3]; también era miembro de la aristocracia de Jerusalén. Este varón de Dios fue llevado al exilio durante la segunda deportación de Israel en el 597 a.C. [2 Reyes 24:11-18].

Los judíos que estaban con Ezequiel en el cautiverio no tuvieron a bien recibir sus profecías por considerarlas cargadas de juicio y desesperanzas. Recordemos que Jeremías también había anunciado que Jerusalén seria destruida y Ezequiel confirmó ese mensaje, advirtiéndole al pueblo que debía volverse a Dios a fin de que pudiera regresar a Jerusalén, enseñándole así la responsabilidad de cada individuo de buscar con vehemencia la justicia «Oh pueblo de Israel, ustedes dicen: ‘El Señor no hace lo correcto’; pero yo juzgo a cada uno de ustedes según sus acciones», [Ezequiel 33:20NTV]. Años más tarde las profecías son cumplidas y el pueblo recibe pues las predicaciones del profeta, ya siendo estas un mensaje de aliento, esperanza y restauración.

 

En conclusión, “Ezequiel es el profeta del Espíritu, Isaías es el profeta del Hijo, y Jeremías es el profeta del Padre” (Anónimo). El profeta Ezequiel tuvo una impresionante visión de “la gloria de Dios” siendo ese el tema central de este libro, mostrando con énfasis la santidad y la soberanía de Dios; así como el amor inagotable hacia su pueblo escogido, a quienes por Su gracia no consumió.

Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito ‘desde mi perspectiva particular’ en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones le sirva a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.

Dios les bendiga,

Sandra Elizabeth Núñez

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