Dios le dijo a Moisés “Envía tú hombres que reconozcan la tierra de Canaán” debido a una petición que el pueblo le había presentado a Él, registrado en Deuteronomio 1:2 «Y vinisteis a mí todos vosotros, y dijisteis: Enviemos varones delante de nosotros que nos reconozcan la tierra, y a su regreso nos traigan razón del camino por donde hemos de subir, y de las ciudades adonde hemos de llegar». Además podemos ver en Número 13:2 que Dios le dice ‘la cual yo doy a los hijos de Israel’, es decir que ya estaba en los planes de Dios ‘darle’ esa tierra al pueblo, por lo que ellos lo único que debían hacer era tener fe, y esto lo podemos leer en Deuteronomio 1:21 «Mira, Jehová tu Dios te ha entregado la tierra; sube y toma posesión de ella, como Jehová el Dios de tus padres te ha dicho; no temas ni desmayes». Con esto podemos ver que el pueblo tenía desconfianza de Dios, por lo que Él le concede su petición la cual para ellos sería una ‘prueba de fe’.
Para realizar esa misión Dios encarga a Moisés que escoja a ‘varones príncipes de cada tribu de Israel’. Estos eran hombres respetables, dotados de sabiduría; de poder y autoridad. Hombres de confianza y credibilidad, por lo tanto, aptos para ejecutar una misión como esa. No fue enviado representante de la tribu de Levi, ya que ellos no tienen derecho a heredar tierra, por lo que en su lugar fue Manasés y uno de los hijos de José. Así se completa los 12 hombres. Es bueno destacar que entre ellos estaba Oseas hijo de Nun le puso Moisés el nombre de Josué, ese nombre significa ‘cabeza de salvación’, ‘salvador’, igual a Jesús. Con hombre de semejante cualidades nadie iba a pensar que brindaran un informe tan nefasto de lo que vieron allí.
Las instrucciones dadas a estos hombres fueron claras y específicas, debían observar el tipo de persona que habitaba allí: si eran guerreros o débiles; si la tierra estaba fortificada; si era fértil. En fin, todos los datos necesarios para que el pueblo incrédulo tuviera los elementos para lazarse a la conquista de la tierra prometida, la herencia de Dios.
Aquí es bueno comentar cómo somos los seres humanos, pues Dios ya les había dicho que le iba a dar la tierra, es decir que Su mano poderosa los acompañaría en la batalla, y ellos deberían confiar en que Dios les daría la victoria. Pero que va hermanos, ellos olvidaron todos los milagros, maravillas y prodigios que nuestro amado Padre Celestial había hecho para sacarlos de la tierra de Egipto, enviando plagas para aplacar el corazón endurecido del faraón y la oposición de los egipcios; abriendo el mar para que ellos pasaran en tierra seca; acompañándoles durante su trayecto por el desierto, donde les proveyó de comida del cielo con los nutrientes necesarios para que no enfermaran; ver que los zapatos y las ropas les crecían encima del cuerpo; en fin, habían visto tantos milagros y aun así tenían falta de fe en el Señor.
Los espías permanecieron en la tierra de Canaán durante 40 días, en la Biblia el número 40 representa “prueba”, son tantos los relatos bíblicos que afirma veamos algunos ejemplos:
- Durante el durante el diluvio llovió cuarenta días [Gen 7:4].
- Moisés pasó cuarenta años en el desierto [Ex 3]; y pasó cuarenta días en el Monte Sinaí [Ex 24:18].
- El pueblo de Israel estuvo en el desierto cuarenta años [Num 14:33].
- Goliat se burló de Israel durante cuarenta días [1 Sa 17:16].
- Jonás predicó el arrepentimiento a Nínive durante cuarenta días (Jonás 3:4].
- Jesús pasó cuarenta días en el desierto antes de ser tentado [Mt 4:2].
Pues bien, volviendo a nuestro tema, los espías regresaron después de cuarenta días, pero regresaron con dos informes, uno completamente desalentador y orientando a la difamación de la tierra, exagerado por demás, y presentado por 10 hombres con una actitud negativa, quienes pueden ser considerados como traicioneros, pues faltaron a su Dios y a su pueblo; a Dios dudando de Su poder y al pueblo inundándole de temor y desánimo, logrando así que los israelitas declararan su derrota antes de ir a la guerra, puesto que entendían que era imposible la conquista, y se olvidaron del Poderoso Dios que pelea las batallas.
El otro informe presentado por Caleb y Josué, fue todo lo contrario, primero que nada era un informe verdadero, cargado de fe, y realista, ellos estaban descansado plenamente en las promesas de Dios, «Y les contaron, diciendo: Nosotros llegamos a la tierra a la cual nos enviaste, la que ciertamente fluye leche y miel; y este es el fruto de ella», [Num 13:27].
Al momento de escribir esto me quedé pensando como la evidencia de las enormes uvas que llevaron, pudo ser utilizada desde dos perspectivas una mala y otra buena, pues me imagino a los 10 espías ante la audiencia del pueblo presentando su informe “Miren el tamaño de la uvas que crecen allí, uvas especiales para gigantes”; y luego Josué y Caleb, diciendo “Ciertamente nuestro Dios prometió llevarnos a una tierra de abundancia y prosperidad, miren que tierra tan fértil, donde se produce hermosas uvas del tamaño de naranjas, ciertamente como nos dijo nuestro Dios, es una tierra donde fluye leche y miel, vamos a conquistarla!”.
Debido a que los espías hablaron mal la última parte de su informe dijeron «También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos», [Num 13:33]. Esa imagen le quedó al pueblo atemorizados, viendo a los habitantes como gigantes poderosos, y ellos visualizándose como langostas, y entonces declarando que la conquista era imposible. Mientras tanto «entonces Caleb hizo callar al pueblo delante de Moisés, y dijo: Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos», [Num 13:30].
Mis amados hermanos y amigos, cuantos situaciones similares a estas nos han acontecidos en nuestras vidas, donde Dios nos ha dado una herencia y para obtenerla debemos vencer a los enemigos espirituales que siempre están al acecho con el único propósito de infundirnos temor, el cual nos paraliza y nos hace faltos de fe y así no alcanzar el objetivo, la bendición y promesa del Señor a nuestras vidas. Quizás hoy mismo alguno de nosotros este pasando por una prueba que lo ha invadido de temor, si es tu caso te quiero recordar el siguiente versículo, sino es tu situación o la mía, guardémoslo en nuestros corazones para cuando lo necesitemos, «Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo», [1 Jn 4:4].
Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito ‘desde mi perspectiva particular’ en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones les sirvan a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.
Dios les bendiga,
Sandra Elizabeth Núñez