En este relato vemos cómo Jesús da una advertencia a los incrédulos, pues ciertamente la fatal incomprensión de muchos les llevó a convertirse en Sus oponentes abiertos y despiadados, quienes cerraron su corazón a todo lo que es divino, ya sea debido a la ceguera espiritual o a su hostilidad hacia Dios.
En Juan 8:21 «Otra vez les dijo Jesús: Yo me voy, y me buscaréis, pero en vuestro pecado moriréis; a donde Yo voy, vosotros no podéis venir». Vemos como Jesús dice palabras proféticas, debiendo pues entender que a todas las personas se les brinda la oportunidad de aceptar a Jesucristo como su Salvador, quienes a su vez deben reconocer que para tomar la decisión de aceptar a Jesús el tiempo es limitado, pues nadie sabe si en los próximos 10 segundos estará vivo, y si no lo hace correría el riesgo de morir en su pecado, y definitivamente se cumpliría lo que dijo Jesús “a donde Yo voy, vosotros no podéis venir.” Digo esto porque Jesús nos dice en Juan 14:3 «Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a Mí mismo, para que donde Yo estoy, vosotros también estéis».
En Juan 8:23 «Y les dijo: Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo». Sí, es cierto Jesús no era de este mundo, sin embargo, son muchas las profecías que hablan de Su Venida desde el momento en que Adán y Eva pecaron. Fueron muchas las Escrituras que hablaban del Mesías que vendría, y fue tanto el anhelo de los judíos de esperar al Cristo, que resulta hasta incompresible ver la ignorancia deliberada que mantenía el pueblo, sobre todo los supuestamente estudiosos y conocedores de las Escrituras de esa época, tal como les dijo Jesús en Mateo 22:29 «Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios».
El hombre pertenece a este cosmos en el cual vivimos, como lo declara el Apóstol Pablo en: 1º Corintios 2:14 «Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente». Y para nosotros pasar de ser un hombre natural a un hombre espiritual, necesariamente tenemos que nacer de nuevo, tema del cual nos habla la Biblia en Juan 3:1-15, y del cual hice mis notas en el capítulo 9.
Al igual que en la época de Jesús, hoy día la mayoría de los hombres se rehúsan a aceptarle como su Salvador, continúan viviendo en desobediencia, excluyéndose así de vivir en comunión con Dios, gracias a la vida en abundancia que Cristo nos vino a regalar, así como de participar junto a Él de la vida eterna cuando nos llame delante de Su presencia o cuando nos venga a buscar.
Amados hermanos y amigos, démosle gracias a Dios porque un día le aceptamos como nuestro Señor y Salvador, le amamos y obedecemos; y clamemos por aquellos que aún le rechazan, para que prontamente les puedan aceptar. Que esas personas reconozcan que son pecadores y que tienen necesidad de un Salvador, cuyo nombre es Jesús, el Hijo de Dios; tal como dice:
Marcos 2:17, «Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores».
Lucas 19:10, «Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido».
Deseo concluir con las palabras de William Barclay*: “A este mundo que se ha descarriado ha venido Cristo a ofrecerle el remedio. Trae perdón, limpieza y fuerza y gracia para vivir como es debido y para hacer el mundo como debe ser. Pero una persona puede rechazar una cura. El médico puede que le diga al paciente que hay un tratamiento que le puede devolver la salud; puede que le diga que, de hecho, si no acepta el tratamiento, la muerte es inevitable. Eso es precisamente lo que está diciendo Jesús: «Si no queréis creer que Yo Soy el que Soy, moriréis en vuestros pecados», [Juan 8:24].
Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito “desde mi perspectiva particular” en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones les sirvan a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.
* William Barclay, Comentario al Nuevo Testamento, Pag. 431
Dios les bendiga,
Sandra Elizabeth Núñez
Un articulo muy interesante. Gracias por la información. Un cordial saludo.