En el pasaje anterior Jesús les dijo a los judíos «y conoceréis la Verdad, y la Verdad os hará libres», ([Juan 8:32]. Parte de su respuesta fue “linaje de Abraham somos”, como reclamándole que merecían honores debido a su descendencia, historia y cultura.
En el pasaje objeto de éste estudio leemos que Jesús les dijo que Él sabía que ellos eran simiente de Abraham, pero según la carne nada más, ya que ellos no modelaban la calidad moral, ni fidelidad espiritual que tuvo Abraham.
Si pensamos un poco en la respuesta anterior que dio Jesús a los judíos, podemos notar que también hoy día existen personas así, que tratan de centrar su estilo de vida alrededor de la religión u denominación a las cuales pertenecen, es decir Cristo es el Camino al Padre, y dicen “yo soy de N religión y tú de X religión, por lo tanto somos diferentes”.
Todo lo anterior es una distorsión de la realidad, pues ciertamente seguimos a Cristo, y es a Él a quien debemos modelar, las religiones no nos salvan, nos salva Cristo.
Ahora bien para conocer a Dios debemos escudriñar Su Palabra, y seguir la sana doctrina contenida en la Biblia; poner en práctica lo que está estipulado allí, y modelar a Cristo en nuestro caminar en la fe, pues no hay otro mediador entre Dios y los hombres, Cristo es el Único «Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre», [1º Timoteo 2:5].
Los judíos se sentían orgullos de ser descendientes de Abraham, ellos decían “nuestro padre es Abraham”, no obstante su conducta y comportamiento no reflejaban que así fuere, pues sus obras distaban mucho de las que ellos decían.
Un ejemplo de esto lo podemos encontrar en Génesis 18:1-15, allí se relata que Abraham recibió la visita de unos mensajeros de Dios, y el trato y la hospitalidad que les brindó hizo que se sintieran bienvenidos; sin embargo Jesús, también es un mensajero de Dios, mejor dicho, el Hijo de Dios, y sin embargo los judíos estaban tratando de matarlo.
Juan el Bautista dijo en Lucas 3:8 «Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no comencéis a decir dentro de vosotros mismos: Tenemos a Abraham por padre; porque os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras». Con esto estaba diciendo que no son la carne y la sangre las que permiten que una persona sea descendiente de Abraham, sino otras condiciones tales como la vida en santidad, la fidelidad espiritual, la vida de obediencia a Dios, la calidad moral, entre otros; en fin, asemejarse con las obras a su padre Abraham, lo cual sirve de credenciales al mundo; así como hizo Jesús quien siempre habló a los judíos lo que Él había visto de Dios, Su Padre. Él les habló siempre el mensaje que Dios le dijo, no Sus propias palabras, sino las de Dios.
Los judíos rechazaron a Jesús con un odio feroz, y Él les dijo «¿Por qué no entendéis Mi lenguaje? Porque no podéis escuchar Mi Palabra», (Juan 8:43). En definitiva les dijo palabras fuertes tales como: «ustedes son de su padre el Diablo, y los deseos de su padre quieren hacer», (Juan 8:44a). Ciertamente sus hechos demostraban que eran hijos del padre de la mentira, Satanás.
Como siempre ellos arremetieron contra Jesús y le dijeron que “su padre era Dios”, y Jesús les respondió de la misma forma que le responde al mundo hoy día, «Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; porque Yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de Mí mismo, sino que Él me envió», (Juan 8:42).
Más adelante les cuestiona «¿Quién de vosotros me redarguye de pecado? Pues si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis?», [Juan 8:46]. Esta es una de las demostraciones más impactantes de la Deidad de Cristo. ‘Él nunca pecó’, por eso nadie pudo responder a Sus preguntas.
Aquellos judíos creían que eran hijos de Dios, y ellos eran hijos del diablo, pues la única manera de llegar a ser hijo de Dios es a través de Cristo; «Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por Él», [1º Juan 5:1].
Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito “desde mi perspectiva particular” en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones les sirvan a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.
Dios les bendiga,
Sandra Elizabeth Núñez