En este relato podemos ver cómo Jesús se nombra dos veces como “Yo Soy”, la primera, Yo Soy la Puerta y la segunda Yo Soy el Buen Pastor. Recordemos que “Yo soy” es el nombre con el cual Dios se dio a conocer a Su pueblo en Egipto, y los judíos sabían bien claro de lo que estaba hablando Jesús al atribuirse dichos nombres, los cuales les corresponden por legitimidad, porque Él es Dios Hijo, aunque esos fariseos ciegos espirituales, negaran la divinidad de nuestro Amado Señor.
En el Evangelio de Juan, Jesús se identifica siete veces como “Yo Soy”, de los cuales hemos visto los primeros cuatro acompañados de sus respectivos calificativos:
- El Pan de Vida . . . . . . Juan 6:35, 48
- La Luz del Mundo . . . . Juan 8:12; 9:5
- La Puerta . . . . . . . Juan 10:7,9
- El Buen Pastor . . . . . Juan 10: 11-14
Volviendo al pasaje objeto de nuestro estudio, Juan 10:7-21, vemos como Jesús otra vez se identifica como la puerta de las ovejas.
En la antigüedad no existían puertas como las que tenemos hoy día, por lo que en el caso de los apriscos o corrales, la puerta es el mismo pastor, quien se acostaba atravesado en la abertura que sirve para que las ovejas entren y salgan, de manera que ninguna oveja podía salir sin pasar por encima del cuerpo del pastor. O sea Jesús está diciendo que sólo a través de Él es que podemos llegar a la presencia de Dios tal como dice en Efesios 2:18 «porque por medio de Él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre».
Jesús también dice que los que vinieron antes que Él a Israel son ladrones y salteadores, y sucede que según el historiador Josefo para esa época hubo más de diez mil desórdenes, y los mismos habían sido causados por hombres terroristas cuyo dogma eran la guerra y el asesinato, es decir alejar al pueblo de Dios; pero Jesús nos dio una buena noticia, “las ovejas no los oyeron”.
Sin embargo sucede que más adelante Jesús vuelve a hablar ya no de muchos ladrones, sino de ‘el ladrón’, ese que es el enemigo de las almas; ese que viene a estorbar el caminar de la fe a los creyentes, pues solamente viene para hurtar, matar y destruir [Juan 10:10].
La misión del Enemigo contrasta completamente con la de Jesús, nuestro Amado Señor. Existen muchas razones por las que el Señor Jesús vino al mundo, y entre ellas destacan las siguientes:
- El Enemigo hurta (roba), Jesús regala: Para que tengamos vida, y una vez recibida la vida que Él nos regala, la tengamos en abundancia.
- El Enemigo mata, Jesús da vida: Para dar su vida por nosotros para así redimirnos del pecado y de la muerte.
- El Enemigo destruye, Jesús construye: Para restablecer nuestra comunión con Dios y regalarnos así la vida eterna.
Antes de venir Jesús a esta tierra, la humanidad estaba muerta, «Y Él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados», (Efesios 2:1). Inmediatamente llegó, murió y resucitó, nos regaló la salvación, la vida eterna, a todos aquellos que en Él creen, y lo reconocen como su Salvador.
Los judíos al escuchar las palabras de Jesús relativas a “entrará y saldrá, y hallará pastos”, usan una frase hebrea conocida por ellos, la cual se refería a una vida colmada de paz y seguridad, tal como dice Números 27:17 «que salga delante de ellos y que entre delante de ellos, que los saque y los introduzca, para que la congregación de Jehová no sea como ovejas sin pastor».
Es importante destacar la diferencia que Jesús hace entre un pastor bueno y uno malo. Todos sabemos del más conocido pastor de oveja, en sentido literal, ese hombre fue David, quien arriesgaba su propia vida por sus ovejas. Él relata en 1 Samuel 17:34-37 como el mataba al oso y al león que tomaban los corderitos de la manada. Hermanos en esa época, los pastores tenían que cuidar cautelosamente a las ovejas, y no debían perder ninguna de ellas, y si acaso ocurría que alguna se perdiera, ellos tenían que probar que lucharon por la vida de la oveja.
Como sabemos Jesús vino a los Suyos, y ellos no le recibieron; (Juan 1:11), es decir vino al pueblo de Israel y lo rechazaron, por eso es que luego Él dijo «También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán Mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor», (Juan 10:16). Aquí se está refiriendo a nosotros, los gentiles, a los que no somos judíos. Llegará el momento en que el pueblo de Israel le recibirá como el Hijo de Dios, entonces habrá un solo rebaño, todos los que aceptamos a Jesús como nuestro Salvador (judíos y gentiles), y un solo pastor para todos, Jesús, nuestro Buen Pastor y Amado Señor.
En definitiva, nuevamente volvió a haber disensión entre los judíos a causa de las palabras expresadas por Jesús. Volvemos a notar como se encuentran de frente la luz y las tinieblas, los ciegos y sordos espirituales, con los que viven en la luz.
El desconcierto y la falta de entendimiento era tan grave que un grupo consideraban a Jesús endemoniado, esos hombres eran poseedores de un corazón entenebrecido, llegaron a ver como una osadía la seguridad de Jesús al hablar; mientras muchos otros habían tenido fe en Él y por lo tanto decían que un endemoniado no podían hablar así, ni dar vista a los ciegos.
En fin, quiero concluir este tema reconociendo cuan sorprendente y maravillosa es la historia de nuestro Señor Jesucristo, el único que voluntariamente y por amor dio Su vida por Sus ovejas. ¡Qué sublime actitud!
Jesús se despojó de Su gloria y divinidad y vino del cielo, dejando Su trono para dar Su vida por ti y por mí. Manifiesta sin pretensión alguna que Él pone Su vida para volverla a tomar, es decir se entregaría voluntariamente y al tercer día resucitaría. Él está vivo y pronto vendrá para buscar a Su pueblo, Él llamará a Sus ovejas; y estas oirán Su voz y les seguirán.
Amado hermano y amigo, ¿Estás listo para tu encuentro con Jesús? ¿Estás preparado para el momento en que Cristo venga a buscar a Su iglesia?
En este relato podemos ver cómo Jesús se nombra dos veces como “Yo Soy”, la primera, Yo Soy la Puerta y la segunda Yo Soy el Buen Pastor. Recordemos que “Yo soy” es el nombre con el cual Dios se dio a conocer a Su pueblo en Egipto, y los judíos sabían bien claro de lo que estaba hablando Jesús al atribuirse dichos nombres, los cuales les corresponden por legitimidad, porque Él es Dios Hijo, aunque esos fariseos ciegos espirituales, negaran la divinidad de nuestro Amado Señor.
En el Evangelio de Juan, Jesús se identifica siete veces como “Yo Soy”, de los cuales hemos visto los primeros cuatro acompañados de sus respectivos calificativos:
- El Pan de Vida . . . . . . Juan 6:35, 48
- La Luz del Mundo . . . . Juan 8:12; 9:5
- La Puerta . . . . . . . Juan 10:7,9
- El Buen Pastor . . . . . Juan 10: 11-14
Volviendo al pasaje objeto de nuestro estudio, Juan 10:7-21, vemos como Jesús otra vez se identifica como la puerta de las ovejas.
En la antigüedad no existían puertas como las que tenemos hoy día, por lo que en el caso de los apriscos o corrales, la puerta es el mismo pastor, quien se acostaba atravesado en la abertura que sirve para que las ovejas entren y salgan, de manera que ninguna oveja podía salir sin pasar por encima del cuerpo del pastor. O sea Jesús está diciendo que sólo a través de Él es que podemos llegar a la presencia de Dios tal como dice en Efesios 2:18 «porque por medio de Él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre».
Jesús también dice que los que vinieron antes que Él a Israel son ladrones y salteadores, y sucede que según el historiador Josefo para esa época hubo más de diez mil desórdenes, y los mismos habían sido causados por hombres terroristas cuyo dogma eran la guerra y el asesinato, es decir alejar al pueblo de Dios; pero Jesús nos dio una buena noticia, “las ovejas no los oyeron”.
Sin embargo sucede que más adelante Jesús vuelve a hablar ya no de muchos ladrones, sino de ‘el ladrón’, ese que es el enemigo de las almas; ese que viene a estorbar el caminar de la fe a los creyentes, pues solamente viene para hurtar, matar y destruir [Juan 10:10].
La misión del Enemigo contrasta completamente con la de Jesús, nuestro Amado Señor. Existen muchas razones por las que el Señor Jesús vino al mundo, y entre ellas destacan las siguientes:
- El Enemigo hurta (roba), Jesús regala: Para que tengamos vida, y una vez recibida la vida que Él nos regala, la tengamos en abundancia.
- El Enemigo mata, Jesús da vida: Para dar su vida por nosotros para así redimirnos del pecado y de la muerte.
- El Enemigo destruye, Jesús construye: Para restablecer nuestra comunión con Dios y regalarnos así la vida eterna.
Antes de venir Jesús a esta tierra, la humanidad estaba muerta, «Y Él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados», [Efesios 2:1]. Inmediatamente llegó, murió y resucitó, nos regaló la salvación, la vida eterna, a todos aquellos que en Él creen, y lo reconocen como su Salvador.
Los judíos al escuchar las palabras de Jesús relativas a “entrará y saldrá, y hallará pastos”, usan una frase hebrea conocida por ellos, la cual se refería a una vida colmada de paz y seguridad, tal como dice Números 27:17 «que salga delante de ellos y que entre delante de ellos, que los saque y los introduzca, para que la congregación de Jehová no sea como ovejas sin pastor».
Es importante destacar la diferencia que Jesús hace entre un pastor bueno y uno malo. Todos sabemos del más conocido pastor de oveja, en sentido literal, ese hombre fue David, quien arriesgaba su propia vida por sus ovejas. Él relata en 1 Samuel 17:34-37 como él mataba al oso y al león que tomaban los corderitos de la manada. Hermanos en esa época, los pastores tenían que cuidar cautelosamente a las ovejas, y no debían perder ninguna de ellas, y si acaso ocurría que alguna se perdiera, ellos tenían que probar que lucharon por la vida de la oveja.
Como sabemos Jesús vino a los Suyos, y ellos no le recibieron; [Juan 1:11], es decir vino al pueblo de Israel y lo rechazaron, por eso es que luego Él dijo «También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán Mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor», (Juan 10:16). Aquí se está refiriendo a nosotros, los gentiles, a los que no somos judíos. Llegará el momento en que el pueblo de Israel le recibirá como el Hijo de Dios, entonces habrá un solo rebaño, todos los que aceptamos a Jesús como nuestro Salvador (judíos y gentiles), y un solo pastor para todos, Jesús, nuestro Buen Pastor y Amado Señor.
En definitiva, nuevamente volvió a haber disensión entre los judíos a causa de las palabras expresadas por Jesús. Volvemos a notar como se encuentran de frente la luz y las tinieblas, los ciegos y sordos espirituales, con los que viven en la luz.
El desconcierto y la falta de entendimiento era tan grave que un grupo consideraban a Jesús endemoniado, esos hombres eran poseedores de un corazón entenebrecido, llegaron a ver como una osadía la seguridad de Jesús al hablar; mientras muchos otros habían tenido fe en Él y por lo tanto decían que un endemoniado no podían hablar así, ni dar vista a los ciegos.
En fin, quiero concluir este tema reconociendo cuan sorprendente y maravillosa es la historia de nuestro Señor Jesucristo, el único que voluntariamente y por amor dio Su vida por Sus ovejas. ¡Qué sublime actitud!
Jesús se despojó de Su gloria y divinidad y vino del cielo, dejando Su trono para dar Su vida por ti y por mí. Manifiesta sin pretensión alguna que Él pone Su vida para volverla a tomar, es decir se entregaría voluntariamente y al tercer día resucitaría. Él está vivo y pronto vendrá para buscar a Su pueblo, Él llamará a Sus ovejas; y estas oirán Su voz y les seguirán.
Amado hermano y amigo, ¿Estás listo para tu encuentro con Jesús? ¿Estás preparado para el momento en que Cristo venga a buscar a Su iglesia?
Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito “desde mi perspectiva particular” en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones les sirvan a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.
Dios les bendiga,
Sandra Elizabeth Núñez