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43.47 Jesús llora ante la tumba de Lázaro

Este pasaje nos muestra cómo el espíritu del Señor se estremeció hasta llegar a ser  conmovido y derramar lágrimas al ver a María y todos los que la acompañaban llorando por la muerte de Lázaro.  Esto nos enseña que ya sea en casos de duelos o en momentos de tribulación, el Señor se compadece de nuestros sufrimientos.  Él vino por caminos de misericordia a dar consuelo al alma de María, y ella fue a su encuentro cargada de fe, esperanza y amor; sabiendo que el verdadero consuelo y refugio, solamente lo podía recibir de Jesús.

Marta le había dicho en secreto a María que Jesús estaba en su ciudad y que Él la llamaba, ella se incorporó de inmediato, puso a un lado su dolor y se fue en busca de su encuentro con quien le daría la verdadera consolación, el Señor Jesucristo.  Pero todos los judíos que estaban con ella en su casa, pensaron que ella iba a la tumba a llorar a Lázaro, y por eso la siguieron;  sin saberlo esa multitud serían los testigos presenciales de unos de los milagros más sorprendentes del Señor, “la resurrección de Lázaro.”

Dice en Juan 11:32: «María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano».   Exactamente le dijo lo mismo que le había dicho Marta, es decir que también ella había olvidado que Él no tenía que haber ido hasta Betania para impedir la muerte de Lázaro, lo único que Él pudo haber hecho era decir la palabra y el milagro se ejecutaría a distancia; pero esa no era Su voluntad  puesto que Lázaro tenía que morir para que el nombre de Dios fuera glorificado al hacer el milagro de la resurrección. 

Que hermoso es ver que Jesús, nuestro oportuno socorro, va en busca de los que le llaman, los que necesitan de Su favor para lidiar con las difíciles circunstancias que se nos presentan en nuestro diario vivir.  Jesús nos llama, consuela nuestros corazones, nos llena de Su gracia, nos muestra Su favor y nos brinda Su amor.  Amados hermanos, y todos esto sucede generalmente en nuestros momentos de intimidad con Jesús; durante la oración y través de Su Palabra.

Dice la palabra «Jesús lloró», [Juan 11:35], amados hermanos y amigos, estos no muestra cómo se siente el Señor ante el dolor que causa la muerte de los seres queridos.  Jesús se conmovió por la tristeza y dolor que embargó a la familia y amigos de Lázaro.  Recordemos que la muerte duele tanto porque no nacimos para morir, ese no fue el plan que diseñó nuestro amado Dios cuando nos creó, al contrario, nacimos para vivir eternamente y ya sabemos que como consecuencia del pecado vino la muerte.  Pero con que gran amor nos ama Dios que conjuntamente diseñó el plan de redención, para que por la muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo, todo aquel que crea en Él no se pierda mas tenga vida eterna.  Así que con el corazón lleno de gracia, clamemos a Dios para que en esos momentos siempre recordemos y les digamos a otros que un día ‘los muertos en Cristo’ resucitarán primero y estarán con Él y junto a todos nosotros en la vida eterna.  ¡Qué hermoso es tener esa esperanza gloriosa de una salvación tan grande! 

Por otro lado, vemos como los judíos que estaban en el funeral y conocían de Jesús, recuerdan la reciente sanidad del ciego, por lo que al ser ese milagro tan impactante ellos entendían que Jesús tenía el poder también para haber impedido la muerte de Lázaro.  Así hay muchas personas hoy en día, que creemos en el poder de Cristo, y le hemos aceptado como nuestro Salvador; pero sin embargo la gran mayoría de las personas saben que Él tiene poder pero no lo han hecho el Señor de sus vidas.  Oremos al Señor por nuestras familias y amistades que aún no le conocen.

Por último, amados hermanos y amigos que bendición tan grande que se ha hecho vida en nosotros lo que dice la Palabra de Dios:

«Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero», [1 Juan 4:19].

«Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento», [Marcos 12:30].

Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito ‘desde mi perspectiva particular’ en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones le sirva a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.

Dios les bendiga,

Sandra Elizabeth Núñez

 

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