Anteriormente comenté acerca de cuando Jesús lava los pies de Sus discípulos, leímos en varias ocasiones que Él decía “No todos estáis limpios” o palabras similares; dejando claro con esto que se refería a Judas, el traidor. Ahora esta historia inicia hablando en relación a Judas, quien había ido a establecer sus acuerdos para entregar a Jesús, y es precisamente después de esa salida que el Señor se dirige a Sus verdaderos y leales discípulos. A partir de éste momento, inicia un especial discurso de despedida a ‘los Suyos’, pues la presencia del traidor, quien tenía a Satanás en su corazón, impedía que Jesús se pudiera expresar desbordando Su corazón cargado de amor hacia ellos, siendo ese un tiempo único y exclusivo para los que Él ama.
Pues bien, como les decía Cristo escoge el momento en que Judas se había ido para hablarles de amor a Sus discípulos. Se despedía con ternura llamándoles con cariño hijitos, pues la hora de Su agonía en la cruz llegaba, así como también llegaba el momento de Su glorificación debido a Su Resurrección y Ascensión junto a Dios y la primicia de Su representación como Cabeza de Su Iglesia, pues prontamente sería coronado para siempre como ‘Cabeza de la nueva creación’. Hermanos, Dios es glorificado en Cristo, y asimismo Dios Padre glorificó al Señor Jesucristo.
Que hermosa palabras les dice «Hijitos, estaré con ustedes un poco más de tiempo. Me buscarán, y como dije a los judíos, ahora también les digo a ustedes: adonde Yo voy, ustedes no pueden ir», (Juan 13:33). Jesús vuelve al Padre y ‘los Suyos’ no podrán estar aún físicamente con Él, pues quedarán en la tierra con la encomienda de predicar el Evangelio a las naciones, tal como dice Mateo 28:19 «Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo».
Nuestro Amado Señor volvía al Padre, pero les prometió que un día estarían junto a Él. Así lo declaró en Juan 14:1-2 «No se turbe su corazón; creen en Dios, crean también en Mí. En la casa de Mi Padre hay muchas moradas; si no fuera así, se lo hubiera dicho; porque voy a preparar un lugar para ustedes» . Y ese día sería en la eternidad, (Juan 3:16).
Bien, en ese discurso de despedida el Señor da una exhortación absoluta y total a ‘los Suyos’. Les dice: «Un mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros; que como Yo los he amado, así también se amen los unos a los otros. En esto conocerán todos que son Mis discípulos, si se tienen amor los unos a los otros», (Juan 13:33).
Amados hermanos y amigos, amémonos unos a otros, y así viviremos en paz entre nosotros mismos, cumpliendo la voluntad de Dios, y dando testimonio de que somos leales discípulos de Cristo.
Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito ‘desde mi perspectiva particular’ en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones le sirvan a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.
Dios les bendiga,
Sandra Elizabeth Núñez