En esta ocasión vemos de la ‘audiencia preliminar’ que le hiciera Anás a Jesús, todo con la intención de presentar evidencias en Su contra ante el gobernador romano, pues sabía que no tenía de qué acusarlo. Este interrogatorio fue previo al juicio oficial que realizaría Caifás junto con los miembros del Sanedrín, corte más alta entre los judíos.
La primera pregunta que le hace Anás a Jesús está relacionada con los discípulos y Su doctrina, queriendo insinuar con ello que Jesús tenía intención de revocar al gobierno. Con la respuesta de Jesús, Anás esperaría formular una evidencia contundente para que el gobernador romano aprobara de forma inmediata la pena capital sobre la vida de Jesús, es decir Su muerte. Con esto podemos ver que fue Anás la figura principal que conspiró contra Jesús, y quien preparara el plan para Su pronta ejecución.
Qué solemne respuesta da nuestro Señor a la pregunta anterior «yo públicamente he hablado….» (Juan 18:20a). Aquí Jesús le dice a Anás que toda doctrina que ha enseñado en la sinagoga, en el templo, o en cualquier lugar, no ha sido en secreto, pues no tiene nada que ocultar, tal como dice Isaías 45:19 «No hablé en secreto, en un lugar oscuro de la tierra; no dije a la descendencia de Jacob: En vano me buscáis. Yo Soy Jehová que hablo justicia, que anuncio rectitud».
Luego Jesús se muestra sorprendido y Él le hace la pregunta a Anás “¿Por qué me preguntas a Mí?” y entiendo que le dice eso para amonestarlo, debido a que Anás estaba violando la ley, ya que su intención era forzar a Jesús a que se incriminara a Sí mismo; necesitaba que Jesús dijera cualquier palabra para tergiversarla y tomarla como evidencia dada del mismo acusado.
Anás sin razón alguna ni evidencias presentó a Jesús como ‘un criminal’, dando muestra ese hombre del por qué la literatura judía habla muy mal de Anás. Jesús le dice que le pregunte a los que les habían oído, muchos de los cuales estaban allí presentes, no Sus discípulos, si no Sus enemigos. Como ‘acusado’ apela a Su derecho de utilizar testigos, «Cercano está de mí el que me salva; ¿quién contenderá conmigo? Juntémonos. ¿Quién es el adversario de mi causa? Acérquese a mí», (Isaías 50:8).
Unos de los alguaciles que estaban allí, al escuchar la repuesta que dio Jesús le abofeteó, y pudo hacerle para adular al sumo sacerdote y ganarse su confianza, o para evitar que sospecharan que estaba a favor de Jesús o que había sido favorecido por Él, esto así, ya que algunos teólogos y comentaristas bíblicos piensan que pudo haber sido Malco, a quien Jesús le sanó la oreja que le cortó Pedro. En otro caso, porque pudo haber sido unos de los tantos que habían dicho «jamás había oído hablar a un hombre así». Recordemos que anteriormente la Biblia dice muchos habían creído pero lo ocultaban por temor a ser expulsados de la sinagoga. Un punto a resaltar aquí es que ese guardia debió haber sido amonestado pues violó la ley delante del sumo sacerdote, y tenía que pagar una multa de doscientos o más «zuzim» o peniques (tipo de monedas de esa época), de acuerdo con el canon judío.
Amados hermanos y amigos, qué maravilloso es nuestro Rey, ante la bofetada que le dio el alguacil. Él reaccionó haciéndole dos preguntas al alguacil, de modo que llegara a pensar de manera racional el por qué de su acto de violencia, enseñándonos Jesús con esto a poner en práctica lo que dice Mateo 5:39 «Pero Yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra».
Por último Anás envía a ‘Jesús atado’, al sumo sacerdote quien en ese año era Caifás; eso me hace pensar dos cosas:
- Ellos realmente tenían miedo de que se les escapara pues sabían que había hecho muchos milagros, y en otras ocasiones se había desaparecido, aunque en circunstancias muy diferentes, pues no había llegado la hora.
- Quería que Caifás lo recibiera con la etiqueta marcada de ‘criminal’, sin aun haber sido oficialmente juzgado.
En conclusión, este interrogatorio preliminar de Anás estuvo cargado, desde principio hasta el fin, de violaciones a lo establecido en la ley judía, por ejemplo:
- Fue realizado de noche, cuando el concilio de Caifás no podía reunirse.
- Un juicio debía iniciar y terminar el mismo día.
- Anás, quien había sido destituido de su posición de sumo sacerdote, realizó el interrogatorio de forma ‘privada’.
- Trataron de obligar a Jesús a incriminarse.
- No se escuchó primero el testimonio de los testigos.
- Golpearon al acusado sin haber sido declarado culpable.
- Se preparó el escenario para levantar falsas evidencias a través del testimonio de falsos testigos.
Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito ‘desde mi perspectiva particular’ en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones le sirva a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.
Dios les bendiga,
Sandra Elizabeth Núñez