Hemos llegado al momento de la crucifixión de nuestro Señor, por lo tanto primero les comento un poquito acerca de que es “la crucifixión”. Pues bien, este era un método de ejecución utilizada en el mundo antiguo para dar muerte a esclavos, traidores y los peores criminales. Hace dos mil años era la peor forma de morir, considerada por muchos historiadores como denigrante, aterradora, vergonzosa y cruel.
Durante todo el trayecto al lugar de ejecución al sentenciado se les iban asestando algunos azotes a fin de que pudiera desde ese momento recibir el castigo sobre su cuerpo por el delito cometido. Además las personas que estaban en el camino le insultaban y apedreaban. En fin, esto se convertía en un espectáculo público para que todo aquel que lo veía le sirviera de ejemplo y evitara delinquir.
Cuando la víctima llegaba al lugar de ejecución lo primero que hacían es propinarle severos azotes de látigos con puntas de plomo y hueso, los cuales al tocar el cuerpo desgarraban el tejido subcutáneo. En el caso de nuestro Señor Jesús, esto lo hicieron antes en el interrogatorio de Pilato, y lo hicieron quizás como una forma de sensibilizar al pueblo para evitar ‘Su crucifixión’, lo cual sabemos no dio resultado.
Al momento de la crucifixión la víctima se colocaba desnudo en un madero en forma de cruz, hecho a la medida del sentenciado. Se le inmovilizaba atándole al madero; y en los casos de delito mayores se le clavaban sus manos y pies, colocándolo luego a la intemperie en una colina destinada para esos fines, dejándole allí hasta que el individuo muriera, lo cual podría suceder en unas horas o varios días. En algunos casos los soldados les quebraban los fémures para así acelerar la muerte por asfixia.
La causa de la muerte podía ocurrir por varias razones, entre ellas la deshidratación o hipotermia, pero generalmente era por asfixia, ya que la persona no podía soportar el peso de su cuerpo, y quedaba colgado de los brazos, provocando que los pulmones no pudieran ejercer su función adecuadamente ya que debido a la posición, los mismos quedaban comprimidos.
En definitiva, era una muerte lenta y muy dolorosa; un sufrimiento que lleva a la agonía, a las hemorragias, sed, hambre y el desgaste físico por la insolación; dando esto paso a la muerte. Pero allí no termina el procedimiento de la crucifixión, pues para que su cuerpo fuera terminado de masacrar dejaban permanecer los cadáveres más tiempo a la intemperie así los buitres y aves carroñeras se alimentaban de él.
Mis amados hermanos y amigos, a ese tipo de muerte fue sentenciado nuestro Señor Jesucristo, el Hijo de Dios; quien nunca cometió pecado, pero decidió y ocupó el lugar tuyo y mío en la cruz. Ese fue un sacrificio hecho por amor, para que hoy nosotros podamos ser llamados hijos de Dios por adopción tal como dice Gálatas 4:4-5 «Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a Su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos».
Continuando con mi breve nota a la narración de los hechos en el orden en que son relatados, podemos ver que Jesús cargó Su propia cruz, lo cual era una costumbre en esa época como una forma de castigar el cuerpo por el delito cometido. Recordemos que esa cruz fue hecha a la medida del delincuente Barrabás. Eso representa a que Jesús se hizo pecado y maldición por nosotros, y el castigo que nos pertenecía, Él lo cargó en esa cruz.
Jesús cargaba la cruz y salió rumbo al lugar nombrado de la Calavera, llamado así debido al gran parecido que tenía con un cráneo humano, además que allí se acostumbraban a hacer las crucifixiones y a enterrar los cadáveres. En hebreo el nombre dado a esa colina era Gólgota y en latín el Calvario.
Pues bien, junto con nuestro Señor fueron crucificados dos ladrones, lo cual expresa Marcos 15:27 «Crucificaron también con Él a dos ladrones, uno a Su derecha, y el otro a Su izquierda». Esto así porque los hombres contaron a nuestro Señor entre los transgresores de la ley, aunque no había cometido ningún pecado y se había ejercido un juicio injusto contra Él. Pero esto era necesario para la redención de Su pueblo, el cumplimiento de los propósitos de Dios, y las profecías escritas en la Biblia; es decir para alcanzar nosotros la promesa de la Salvación.
Sobre la Cruz se colocaba un cartel donde se escribía la razón por la cual la persona fue crucificada, y dice la Palabra que Pilato escribió el título, el cual contenía:
- Su nombre: “Jesús”, recordemos que significa “Salvador”
- El lugar donde fue concebido: “Nazaret”
- El delito por el cual fue crucificado: “Rey de los Judíos”
Amados hermanos de la fe y amigos, ¡qué maravilloso es nuestro Dios! el mismo Pilato, gobernador romano, juez injusto, escribió el título o cartel que sería colocado sobre la cruz, y en el cual se identificaba a Jesús como el Salvador de todos los hombres que le recibieran como tal, pues cargó con todos nuestros pecados en Su propio cuerpo y los exhibió en la cruz, siendo Él nuestro Único y Eterno Salvador, quien nos liberó del pecado y de la muerte eterna.
Qué importante este cartel, pues Pilato lo escribió de manera tal que pudiera ser leído por todos, y así se demuestra que Jesús es el Salvador de todas la naciones. Vemos la mano divina de Dios en ese cartel, el cual fue escrito en las tres grandes lenguas del mundo antiguo las cuales representaban a tres naciones:
- Griego: idioma de la cultura, (dirigido a los griegos, quienes le enseñaron al mundo la educación, la cultura y la belleza del pensamiento).
- Hebreo: Idioma de la religión, (dirigido a los judíos quienes enseñaron al mundo el culto al Único Dios verdadero).
- Latín: Idioma de la Ley, (dirigido a los romanos, quienes enseñaron al mundo el gobierno y la ley).
Además ese cartel señala a Cristo como el Rey que:
- a) Enseñó con tanta belleza la Palabra de Dios.
- b) Presentando al Único Dios Verdadero que se debe adorar.
- c) Y sometiéndose por amor a Su Ley, obedeciéndole en todo, hasta muerte de cruz.
Los líderes religiosos que le crucificaron se sintieron muy ofendidos a leer el cartel que Pilato había hecho porque entendían se le estaba rindiendo honor a Jesús llamándole el ‘Rey de los Judíos’, lo cual ellos consideraban una infamia. Por lo tanto abordaron a Pilato y le sugirieron que cambiara el cartel por uno que dijera “que él dijo: Soy Rey de los judíos” de manera que se le reconociera como un traidor que quiso reclamar la corona del reino de Israel. Tremenda respuesta les doy Pilato a los sacerdotes judíos: «Lo que he escrito, he escrito», [Juan 19:22].
Por último, llegamos al momento donde los soldados se reparten las vestiduras de Jesús. Como había expuesto anteriormente, a las víctimas de crucifixión se les colocaba en la cruz desnudos, y era costumbre de sus verdugos quedarse con sus ropas. En el caso de nuestro Señor tomaron el vestido interior lo dividieron en cuatro partes, una para cada uno de los soldados que le crucificaron; pero la túnica, la cual era sin costura, de un solo tejido de arriba abajo decidieron sortearla. Ese tipo túnica era usada solamente por un sumo sacerdote, y el Señor Jesús es nuestro gran Sumo Sacerdote. Así se cumplió lo que dice Salmo 22:18 «Repartieron entre sí Mis vestidos, y sobre Mi ropa echaron suertes».
Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito ‘desde mi perspectiva particular’ en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones le sirva a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.
Dios les bendiga,
Sandra Elizabeth Núñez