Resulta interesante como podemos ver en los versículos objeto de este comentario como el apóstol Pablo nos muestra que el juicio de Dios será justo e imparcial, es decir que no existe ningún favoritismo entre judíos, la nación escogida por Dios, y gentiles [Romanos 2:9-11].
Alguien pudiera considerar que los que han pecado sin la ley, no tienen responsabilidad alguna sobre sus actos ante los ojos de Dios; pero tal como dice el versículo 12 “Pues todos los que han pecado sin la ley, sin la ley también perecerán”; y es que ciertamente sin tener en cuenta ninguna ley exterior; serán condenados por la ley escrita que está en sus corazones y se conoce como ‘conciencia’. Y el judío, sería juzgado ya que la ley estaba escrita en las páginas del Antiguo Testamento; y Dios la había grabado el fondo del alma, en su corazón.
En cambio, los gentiles aunque no tienen ley, si tienen un conocimiento innato del bien y del mal, estipulados
en su conciencia, siendo esta su propio código de conducta moral, pues saben distinguir el bien del mal.
No es la posesión de la ley y escucharla que hace justo al hombre, sino la obediencia continua a ella lo que determina la justicia ante Dios; ya que ley fue dada para que el pueblo pensara y actuara correctamente.
“Porque Él ha establecido un día en el cual juzgará al mundo en justicia, por medio de un Hombre a quien ha designado, habiendo presentado pruebas a todos los hombres al resucitarle de entre los muertos”, [Hebreos 2:11].
El pueblo judío de aquel entonces era muy orgulloso y creían que por Dios haberles dado Su santa Ley a ellos como nación santa escogida por Él, por ellos tener esa posesión consideraban que tenían cierto estatus así mismo como una Salvación asegurada.
Los judíos se consideraban superiores por el conocimiento que tenían de Dios y de su ley. Ellos exageraban en la observancia de la ley lo que le llevó a tener una conducta legalista caracterizándolos como ‘fariseos’. Ellos conocían la voluntad de Dios porque ya que en las Escrituras se da un bosquejo general de la voluntad de Dios, sin embargo aprobaban lo que consideraban era lo mejor, pero con sus hechos hacían lo peor, pues erróneamente se consideraban expertos en el conocimiento de lo que debía hacerse.
En definitivas, tanto el judío como el gentil tienen que obedecer la ley para que ésta los declare justos.
Hermanos y amigos este argumento presentado por el apóstol Pablo nos muestra que todos seremos juzgados delante de Dios.
Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito ‘desde mi perspectiva particular’ en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones le sirva a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.
Dios les bendiga,
Sandra Elizabeth Núñez