Moisés escribió el Libro de Deuteronomio, aproximadamente en el año 1410 a.C. cuyo contenido principal es una colección de sus discursos. Aquí encontramos los sermones de Moisés al pueblo de Israel antes de que cruzara el Jordán; así como el relato de las situaciones acontecidas a la nueva generación de israelitas quienes estaban prestos a entrar a la Tierra Prometida, siendo esa generación los hijos de hombres que salieron de Egipto, vieron sorprendente milagros y cruzaron el Mar Rojo.
Recordemos que esos hombres se rebelaron contra Dios por lo que fueron castigados por Él, muriendo en el desierto sin entrar a la tierra prometida tal como dice Números 14:28-29: «¡Vivo yo, dice Jehová, si no hago con vosotros conforme a lo que habéis hablado a mis oídos! En este desierto caerán vuestros cadáveres, todos los que fuisteis contados en vuestro censo, de 20 años para arriba, y que habéis murmurado contra mí».
Pues bien, en este libro también podemos ver como Dios les recuerda la ley a su pueblo, así como su poder y fidelidad «Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tú Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes», [Deu 6:4-7].
En fin, Deuteronomio es un libro que perpetúa la fidelidad de Dios, así como las advertencias requeridas para vivir una vida agradable a Él. Ese maravilloso libro también le habla al pueblo de Israel de las bendiciones para aquellos que les obedezcan y las maldiciones para aquellos que quebrantan la ley «Llamo hoy por testigos contra vosotros a los cielos y a la tierra, de que he puesto delante de vosotros la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escoge, pues, la vida para que vivas, tú y tus descendientes, amando a Jehová tú Dios, escuchando su voz y siéndole fiel. Porque él es tu vida y la prolongación de tus días, para que habites en la tierra que Jehovah juró que había de dar a tus padres Abraham, Isaac y Jacob», [Deu 30:19-20].
Aunque el libro de Deuteronomio fue escrito para el pueblo de Israel y hoy nosotros estamos en el periodo de la dispensación de la gracia, allí también Dios nos habla a nosotros, el pueblo de Dios que andan en los desiertos de este mundo, pues recordemos que Él es el mismo ayer, hoy y por los siglos y en Él no hay sombra de variación (Santiago 1:17; Hebreos 13:8). «Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos», [1 Co 10:11].
Este es el último libro del Pentateuco, compuesto por los 5 primeros libros de la Biblia los cuales fueron escritos por Moisés. Este maravilloso libro nos recuerda a todos nosotros la fidelidad, el amor y la misericordia de Dios para los que le aman y obedecen su Palabra.
Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito ‘desde mi perspectiva particular’ en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones les sirvan a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.
Dios les bendiga,
Sandra Elizabeth Núñez