Iniciamos comentando unos de los relatos más hermosos del libro de Josué en el capítulo 1 versículos 2 al 9. Allí podemos leer las palabras que Dios le dijera a Josué las cuales están cargadas de promesas y exhortaciones.
Josué sabía que Dios es fiel y cumple a todas Sus promesas; ya que él tuvo la oportunidad de ver la mano poderosa de Jehová en todo su caminar, pues él junto a Caleb fueron los únicos que quedaban con vida de la generación que salió de Egipto, tal como Dios había dicho.
Nuestro amoroso Padre le da a Josué palabras de aliento, así como la esperanza de poder tomar posesión de la “Tierra Prometida, Canaán”, la cual les pertenecía por promesa divina; no obstante Dios le dice “Solamente esfuérzate y sé muy valiente”, debido a que su trabajo era difícil y extenso, por lo que necesitaba fuerza, ánimo, valor y coraje, para poder realizar la ardua tarea que tenía por delante, guiar al pueblo de Israel rumbo a poseer esa tierra.
Dios le prometió a Josué desde el inicio de su ministerio que le daría la victoria, pero habían requisitos que cumplir, siendo estos: a) Ser fuerte y valiente; b) Tomar posesión de la porción de tierra que Dios delimitó, y c) Meditar en Su Palabra y actuar en obediencia conforme en todo lo que allí estaba escrito. En definitiva Jehová le dice a Josué que la prosperidad y el éxito en todas las cosas que emprendiera dependerían del estudio continuo de Su Palabra, así como de la obediencia firme e inalterable a Sus mandamientos; es decir que la conquista de la Tierra Prometida dependía de la obediencia en fe al «Libro de la Ley», que en esa época equivalía a su Biblia, la cual constaba de los 5 escritos por Moisés, que corresponde a los 5 primeros libros de nuestra Biblia hoy día.
Amados amigos y hermanos, Dios es el mismo ayer, hoy y siempre, por eso para nosotros también va dirigida esa misma exhortación “meditar constantemente en la Palabra de Dios y ponerla por obra”. Siempre debemos hablar y obrar en todo, conforme a lo que está escrito en la Palabra de Dios, nuestra Biblia. Eso es lo único que nos garantiza que seremos prosperados en nuestro caminar en la fe, obteniendo la victoria en cada una de las batallas que enfrentamos en pos de alcanzar nuestra herencia, el reino de Dios. «Sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche», [Salmos 1:2].
Por último, la promesa que Dios le dio a Josué, es algo que se ha hecho evidente en la vida de todos los creemos en nuestro Señor Jesucristo y obedecemos la Palabra de Dios, «Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé», [Josué 1:5]. ¡Esta es las más hermosas de todas las promesas “nuestro Dios está con nosotros siempre”!
Hermanos, recordemos siempre para persistir en una cristiana victoriosa debemos vivir conforme a la Palabra de Dios, la cual siempre debe estar en nuestros pensamientos, ser dicha con nuestra boca y puesta en práctica, ya que «Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra», [2 Timoteo 3:16].
Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito ‘desde mi perspectiva particular’ en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones les sirvan a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.
Dios les bendiga,
Sandra Elizabeth Núñez