En este capítulo nos encontramos con el llamamiento de Gedeón, un hombre ‘cobarde’ a quien Dios usara para grande proezas.
El pueblo de Israel había sido oprimido durante siete años por los madianitas, siendo estos un grupo de nómadas que constantemente les destruían los frutos de la tierra, y no les dejaban que comer, ni ovejas, ni bueyes, ni asnos [v. 4]. Tanto así era la situación que los israelitas construyeron cuevas y cavernas para huir de las devastaciones que los madianitas les causaban, «De este modo empobrecía Israel en gran manera por causa de Madián; y los hijos de Israel clamaron a Jehová», [Jueces 6:6].
Mis hermanos ¿Cuántos de nosotros estaremos siendo empobrecidos espiritual y económicamente por el enemigo y por nuestra desobediencia? Vale la pena pensarlo, a fin de clamarle también a Dios con todo nuestro corazón.
Entonces «Jehová envió a los hijos de Israel un varón profeta, el cual les dijo: Así ha dicho Jehová Dios de Israel:
- Yo os hice salir de Egipto, y os saqué de la casa de servidumbre.
- Os libré de mano de los egipcios, y de mano de todos los que os afligieron, a los cuales eché de delante de vosotros, y os di su tierra;
- y os dije: Yo soy Jehová vuestro Dios; no temáis a los dioses de los amorreos, en cuya tierra habitáis;
- pero no habéis obedecido a mi voz» [vs. 8-10].
Pues bien, debido al clamor de los israelitas Dios decide levantarles un libertador y ese sería Gedeón, ese hombre “cobarde” quien Dios llamara “varón esforzado y valiente” (v. 12) y aquí se cumple lo que el apóstol Pablo dijo en 1 Corintios 1:28-29 «y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia».
Gedeón se comportó como un incrédulo al pensar que Jehová librara a Israel por medio a él, y empezó a buscar excusas por las cuales él no podía realizar la misión para la cual estaba siendo encomendado, olvidándose de lo más importante de que “Dios estaría con él, y seria quien haría la obra a través de él”.
Gedeón no se convence ni aun Dios enviándole un ángel, siendo este nuestro Señor Jesucristo pre-encarado, quien disipó su duda en cuanto a si él era un hombre o un ángel, cuando éste consumió con fuego y al toque de su báculo la ofrenda que Gedeón le había presentado. No obstante, el buscó reafirmación en cuanto a su llamado, ya fuera por ser cobarde, ser pobre y ser el más joven de su casa. En fin necesitaba estar seguro de que Dios le estaba encomendando la misión de libertador. Aunque era una práctica usual en esa época buscar confirmación de último momento para estar seguro del apoyo divino antes de ir a una batalla [1 R 22:6-28], entiendo que ya Dios se la había dado con la confirmación del ángel, por lo que podemos ver que Gedeón era muy incrédulo, igual como en muchas ocasiones hemos sido tu y yo al momento de Dios darnos instrucciones precisas.
El Señor le da Su primera encomienda a Gedeón y es derribar el altar pagano que tiene su padre Joás cuyo nombre significa ‘Jehová ha dado’.
Es bueno saber que los objetos del culto estaban siendo dados a Baal y Asera, dioses paganos de la religión cananea, por lo que podemos entender que Joás era politeísta, pero nuestro Dios único y verdadero no comparte Su gloria con nadie, pero eso manda a derrumbar todo altar en el cual se ofreciera culto a dioses paganos. Ante tal situación Gedeón destruyó el altar de los dioses paganos ya siendo de noche y levantó el altar a Jehová también de noche, todo eso por temor a que los ciudadanos del pueblo se dieran cuenta y quisieran matarlo porque pensaran que caerá castigo de parte de esos dioses.
Hermanos, igual nosotros no podemos andar entre dos aguas, recordemos que la Palabra dice en Apocalipsis 3:16 «Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca»; y en 2 Corintios 6:14 «No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?».
Continuando con nuestro relato, sucedió que los ciudadanos del pueblo se dieron cuenta del cambio de altar y fueron a reprocharle al dueño del altar dándose cuenta de que fue Gedeón quien lo hizo, y su propio padre, les dice al pueblo «Y Joás respondió a todos los que estaban junto a él: ¿Contenderéis vosotros por Baal? ¿Defenderéis su causa? Cualquiera que contienda por él, que muera esta mañana. Si es un dios, contienda por sí mismo con el que derribó su altar» [v.6:31].
Por último vemos Gedeón pide una señal como confirmación de que ciertamente estaba escuchando la voz de Dios y le pide a Dios que el roció de la noche humedezca el pedazo de vellón de lana pero no la tierra; así Dios lo hizo, pero aun Gedeón no se conformó, su fe era muy débil por eso quería estar muy seguro de hacer la voluntad de Dios y le dijo que volviera a hacer otro milagro, en esta ocasión que humedeciera la tierra pero no el pedazo de vellón de lana, y el Señor volvió a mostrarle Su poder a Gedeón cumpliendo con la señal solicitada. Así Gedeón queda convencido de que había escuchado la voz de Dios y él actuaria según Dios le había indicado.
Mis amados hermanos y amigos, nosotros no necesitamos pedir a Dios confirmación con “señales” pues contrario a Gedeón tenemos la gran bendición de:
- Tenemos en nuestros corazones al Espíritu Santo, quien es el mismo Dios «Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre» [Jn 14:16].
- Hoy tenemos Su Palabra la cual es viva y eficaz «Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra» [2 Tim 3:16-17.
- Tenemos la oración «Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá», [Lc 11:9-10].
Pidamos al Señor que incremente nuestra fe y así escuchar Su voz con oídos circuncidados y actuar según Su santa y bendita voluntad.
Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito ‘desde mi perspectiva particular’ en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones les sirvan a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.
Dios les bendiga,
Sandra Elizabeth Núñez