«Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos», [Lc 11:1RV60].
«Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?», [Lc 11:9-13RV60].
Desde el Antiguo Testamento quedó establecido que es a través de la oración es que nos podemos comunicar con Dios, esto lo pudimos ver en nuestro estudio del Tabernáculo, específicamente con la ilustración del ‘Altar de Incienso’, el cual es figura de Cristo como Sumo Sacerdote intercediendo por los suyos; también es figura de la vida devocional de oración e intercesión que debe tener el creyente, [Ex 30:1].
Recordemos qué «Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos», [1 Co 10:11RV60]; «Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza», [Ro 15:4].
Ese altar era usado para quemar incienso al Señor, incienso que era preparado con una receta dada por Dios, y puedo ver eso como una semejanza de “la oración modelo dada por Jesucristo a sus discípulos”, es decir a nosotros.
Es interesante que recordemos que el Altar de Incienso estaba ubicado en el Lugar Santo delante de la puerta llamada ‘La Verdad’ la cual da paso al Lugar Santísimo; allí donde está la presencia misma del Dios viviente. Esto tiene un significado y es “que la oración es el medio para poder tener comunión con Dios” y que de ese modo podemos entrar delante Su presencia.
Algo importante a destacar es que en esa infografía mencionamos que la “Cornisa del altar de Incienso”, muestra que Dios estableció principios de cómo orar, siendo estos:
- Orar al Padre [Mt 6:9]
- En el nombre de Jesús [Fil 2:10].
- Constantemente [Ro 12:12].
- Apartar tiempo [Salmos 55:17].
- Sin cesar [1 Tesalonicenses 5:17].
- Sin repeticiones [Mt 6:7].
- Orar con fe [Santiago 1:6-7].
Para concluir, con la presente ilustración hice una asociación de los tipos de oraciones con cada una de las oraciones gramaticales que componen el “Padre Nuestro”; luego hice una distribución porcentual a fin de determinar cuál sería “una buena forma de hacer la oraciones que elevaremos a nuestro Dios”. Claro esto no es una fórmula, ni estoy diciendo con esto que es la forma en la que debemos hacer nuestras oraciones, solamente es una simple sugerencia para incluir y practicar unido a la dirección que nos trace el Espíritu Santo; ya que dice «Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles», [Ro 8:26RV60].
Resumiendo lo anterior, mi sugerencia es que al orar primero déjese dirigir por el Espíritu Santo, y como oramos en el espíritu pero con entendimiento, sugerimos evalué que la composición de sus oraciones contengan en cantidad de mayor a menor:
- Adoración (37.5%)
- Acción de gracias (25%)
- Súplica (12.5%)
- Confesión (12.5%)
- Intercesión (12.5%)
En las próximas infografías comentaré sobre estos tipos de oraciones.
Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito “desde mi perspectiva particular” en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones les sirvan a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.
Dios les bendiga,
Sandra Elizabeth Núñez