En Efesios, 5:31-32 vemos que el Apóstol Pablo cita la misma profecía dada por Adán, la cual está registrada en Génesis 2:24, pero en este caso el apóstol Pablo no se está refiriendo al matrimonio terrenal, sino a la unión espiritual entre Cristo y Su iglesia, es decir está haciendo entre ellos una alegoría (ficción en virtud de la cual un relato o una imagen representa o significa otra cosa diferente, ‘DRAE’), representando ambos a un matrimonio que decide convivir, cohabitar, hacer un pacto de vivir por siempre juntos, formar un hogar, procrear hijos espirituales, etc.
Las palabras de Adán mencionadas por el apóstol, se dicen literalmente sobre el matrimonio, pero tienen también un sentido oculto en ellas en relación con la unión entre Cristo y su Iglesia, nos está hablando del matrimonio espiritual. En este pasaje Pablo estaba proponiendo un ideal que brillaba con una pureza radiante en un mundo inmoral, una vida deleite espiritual de la iglesia, quien es la novia del Jesucristo, quien esta siendo preparada por el Espiritu Santo para las bodas con nuestro Señor. Habrá fallas y defectos, en el estado presente de la naturaleza humana, pero esto no altera la relación entre el Señor y su amada iglesia, quien debe vivir apartada para Él.
Los cristianos solteros debemos comprender que somos ‘la novia del Señor, su iglesia’ y por tanto debemos estar siempre listos para la boda con nuestro amado Señor Jesucristo. Asimismo, en esta vida terrenal debemos tomar como ejemplo nuestra relación con el Señor para vivir en la santidad que demanda la Palabra de Dios, y así llegar al matrimonio terrenal, el cual es considerado la unión perfecta de cuerpo, mente y espíritu entre un hombre y una mujer, reconociendo que todos los deberes del matrimonio están incluidos en la unidad y el amor.
Cristo se dio por la Iglesia para santificarla en este mundo y glorificarla en el venidero; para otorgar a todos sus miembros el principio de santidad y librarlos de la culpa, la contaminación y el dominio del pecado, por la obra del Espíritu Santo. La Iglesia y los creyentes no carecerán de manchas ni arrugas hasta que lleguen a la gloria, pero recordemos que los santificados ahora serán glorificados en el más allá.
Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito ‘desde mi perspectiva particular’ en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones le sirva a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.
Dios les bendiga,
Sandra Elizabeth Núñez