Noemí perdió su familia, la paz y la alegría de vivir, debido a todas las circunstancias adversas que le había acarreado el vivir en Moab, que recordemos es figura del mundo.
Dice la Palabra que luego de su esposo morir tanto ella y como sus hijos permanecieron viviendo en Moab por 10 años. Las alternativas estaban, ella tenía el poder de tomar decisiones certeras, Belén o Moab; Noemí tenía la responsabilidad de escoger donde habitar, pero ella decidió quedarse en Moab y grandes sufrimientos le trajo esa decisión, pues luego pierde a sus dos hijos, «Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes», [Lc 12:47].
¿Cómo estaría viviendo Noemí en Moab? Viuda, de edad avanzada, sin hijos varones que le ayudaran en las faenas diarias de ese tiempo. ¿Cuán frustrada se sentía? Podemos ver que estaba llena de dolor antes
de salir a Belén de Judá ya que le dice a sus nueras «…pues la mano de Jehová ha salido contra mí», [v 13]. Ella culpaba a Dios de sus circunstancias difíciles, olvidando que ella junto a los suyos se habían convertido en “la familia pródiga”, y todas sus situaciones les había llegado como consecuencias de sus malas decisiones.
Recordemos lo que dice la Palabra de Dios «Por encima de todo, guarda tu corazón; porque es la fuente de las consecuencias de la vida», [Pro 4:23Kadosh], seamos sensatos al tomar decisiones, presentándoles siempre primer a Dios para saber si esa es Su voluntad, para que luego no atravesemos por las consecuencias funestas que nos trae someternos a nuestra propia voluntad, tal como aconteció con Noemí.
Luego vemos en el relato que Orfa su nuera fue persuadida por los argumentos de Noemí, así que volvió a su pueblo y a sus dioses; no obstante Rut estaba decida a continuar con Noemí a pesar de todas las circunstancias adversas futuras que podrían presentársele; fue tal su determinación que le dice que solo la muerte podría separarla a ellas, con esta afirmación Rut pone fin al debate con Noemí, y esta accede a su compañía.
Cuando Noemí y Ruth llegan a Belén, los habitantes se conmovieron, no la reconocían, no solamente por el paso de los años, donde las canas se acercas, sino por la condición en que llegó Noemí. Quizás con el semblante completamente apagado y triste, con el reflejo de su alma rota mostrado en la cara. Ella les dice «ya no me llamen Noemí, por culpa de Dios estoy pasando por tantas dificultades, Mi nombre ahora es amargada», [v. 20]. Y tal como les había comentado anteriormente, eso ocurre constantemente cuando no esperamos actuar bajo la voluntad de Dios. Le culpamos por las consecuencias de ejercer nuestra voluntad sin consultarle, pues a pesar de todo ella tomó la decisión de continuar viviendo en tierra extraña, donde pasó tanto dolor, en Moab, el mundo. Ella había elegido vivir en el fracaso.
Noemí había salido con su familia en busca de nuevos horizontes, cargada de esperanza por tener una vida mejor, sin embargo regresó a su tierra derrotada por las tragedias y tempestades que volcaron su vida. Recordemos que Dios nunca permite que sus hijos sean probados más allá de lo que es capaz de soportar tal como lo expresa 1 Corintios 10:13 «No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar»; por lo tanto ante circunstancias adversas la gracia (capacitación divina) está disponible «Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro», [Heb 4:16]. Sé que muchas veces no es tan fácil por eso debemos ponerlo en práctica siempre con las cosas pequeñas, para que siempre estar dispuesto aceptar la gracia de Dios y no rechazarla por más duro que sean los vientos, y así no endurecer nuestro corazón.
Amados hermanos y amigos, unámonos en oración para poder lograr cambiar de manera de actuar, buscando siempre la voluntad de Dios y haciendo uso de la gracia divina que Él nos ha da.
Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito ‘desde mi perspectiva particular’ en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones les sirvan a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.
Dios les bendiga,
Sandra Elizabeth Núñez