«Diciendo: Padre, si es tu voluntad, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya», [Lc 22:42].
Al escudriñar la Biblia buscando nuevos relatos que traten sobre el tema objeto de mi estudio devocional de las Escrituras, identifiqué el versículo antes mencionado. Deseo mencionar que aunque este es un pasaje que relata parte de la redención de nuestro Señor Jesucristo, es bueno que notemos que el mismo encierra maravillosas enseñanzas que podemos aplicar a nuestras vidas, tal como dice 1 Corintios 10:11 «Estas cosas les sucedieron como ejemplo, y fueron escritas como enseñanza para nosotros, para quienes ha llegado el fin de los siglos».
Desde mi perspectiva pude identificar básicamente dos enseñanzas para mi:
1) Modelo de oración: Pues bien, resulta interesante que podemos considerar ese versículo como otro modelo de oración que nuestro Señor Jesucristo nos regalara, a fin de que todo creyente aprenda cómo debe orar al momento de pasar por tiempos de aflicciones o momentos en los cuales tenga que tomar alguna decisión.
2) Nos ilustra acerca de que ‘siempre debemos hacer la voluntad de Dios’, y siempre tendremos los mejores resultados.
En este mi estudio devocional para compartir con ustedes hablaré acerca de la voluntad de Dios.
Realmente Jesús inicia orando a Dios llamándole PADRE, y en Juan 6:38 podemos ver una afirmación de la encarnación de Jesús, el Hijo de Dios que “descendió del cielo” para hacer la voluntad del Padre, la cual era que a través de Su sacrificio Su pueblo fuera redimido y transformado a la imagen divina, para de esa manera poder vivir con Dios en el cielo por la eternidad.
Es decir, podemos ver la relación entre Dios y Jesús, quien saldría del Padre para venir al mundo a morir por nosotros, cada uno de los pecadores, y después, resucitar de entre los muertos. Por último, Él regresaría al Padre a preparar morada celestial para quienes lo aceptaron como su Salvador, tal como dice Juan 14:1.
Con respecto a la petición de Jesucristo “pasa de mí esta copa”, es necesario entender el contexto cultural, respecto a la frase ‘Esta copa’ , dice Doddridge de esta expresión: “Se acostumbraba entre los antiguos a asignar a cada invitado a una fiesta una copa especial, así como un plato, y por la clase y cantidad de licor que contenía se expresaba el respeto con que se le agasajaba. De ahí que la palabra “copa” llegara a significar generalmente la parte asignada, ya fuera de placer o de tristeza”.
Durante el ministerio terrenal de Nuestro Señor Jesucristo, Él tuvo absoluta sumisión de Su voluntad a la voluntad de Dios, y más claramente lo podemos ver en ‘Su humanidad’ en el momento de su agonía en el huerto, así como en su muerte en la Cruz. Entonces, vuelvo a repetir que debemos intentar comprender la gran aflicción por la que Él estaba pasando, causada por la carga del pecado imputado del mundo; iniciaba su proceso de ser hecho pecado por nosotros, «Al que no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en El», [2 Corintios 5:21]. Y entonces, en Su acto de amor sufrió más allá de lo que podemos imaginar.
Jesucristo vino al mundo para hacer la voluntad del Padre, esta era Su mayor prioridad; yo creo eso por que: «Entonces Jesús explicó:—Mi alimento consiste en hacer la voluntad de Dios, quien me envió, y en terminar su obra», [Juan 34:4].
También debemos de considerar que en Jesús habitaban dos naturalezas, la divina y la humana. En Su perfecta voluntad humana siempre se sometió a Dios Padre con humildad; y en Su voluntad divina siempre estaba en perfecta y completa armonía con la voluntad del Padre. Por lo tanto cuando Él dijo “pasa de mí esta copa”, no se estaba arrepintiendo de hacer Su obra redentora, tampoco estaba pidiendo que Dios cambiara el plan de Salvación, pues Él sabía que no había opciones, era el “único plan”. Pero sucede que era 100% hombre y como hombre amaba la vida; tenía un cuerpo similar al nuestro, igual que el tuyo y el mío, pero sin pecado; y una capacidad de dolor limitada, por lo que fue su naturaleza de hombre la que rogó diciendo: “Pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”
Definitivamente para nuestra mente humana es tan difícil comprender la agonía que experimentó nuestro señor Jesucristo en Getsemaní y en el Calvario. Él había llegado a un momento de tal aflicción, creo que había llegado el momento más crucial en Su obra redentora. En Su naturaleza humana la angustia era devastadora para Él, por eso con tanta insistencia oraba/rogaba al Padre, necesitaba Su ayuda. Y hermanos él fue oído por Su Padre según dice Hebreos 5:7-8 «Cristo, en los días de su carne, habiendo ofrecido oraciones y súplicas con gran clamor y lágrimas al que podía librarle de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente; y aunque era Hijo, aprendió obediencia por lo que padeció».
Mis amados hermanos y amigos, qué momento tan admirable el de someterse a Dios para que reine la voluntad de nuestro Padre en todos los acontecimientos de nuestras vidas. Este tremendo e instructivos pasaje, nos ilustra y da la confianza que en los momentos de dificultad, angustia y aflicción es tiempo de llevar nuestras circunstancias a Dios en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, y Él nos oirá y dará la salida, tal como hizo con nuestro amado Jesús según el relato de Hebreos 5:7-8 que escribí en el párrafo anterior.
Una vez más les exhorto a que clamemos a Dios que se haga vida en nosotros el salmo 40:8 «me deleito en hacer tu voluntad, Dios mío; tu ley está dentro de mi corazón». Y recordemos que aprenderemos obediencia por lo que padecemos, y el Señor nos dará la victoria!
Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito “desde mi perspectiva particular” en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones les sirvan a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.
Dios les bendiga,
Sandra Elizabeth Núñez