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7.1.10 Nosotros Perdonamos a todos los que nos Deben

 

«Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo,» [Efesios 4:32].

Las deudas son pecados morales y espirituales que arruinan nuestro ser integral. En Mateo 18:23-35 habla de deudas pero en la aplicación está relacionada con nuestros pecados. Esa parábola de Jesús nos ilustra el significado de Lucas 4b «Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben». Ese pasaje nos lleva a pensar sobre la gran deuda adquirida por las infinitas ocasiones en las cuales pecamos contra Dios y de cómo Su misericordia nos alcanzó y El canceló la deuda otorgándonos el perdón.

Estemos seguros de que las veces que los demás nos han ofendido no se comparan con las veces que le hemos fallado a Dios. Pensemos en qué tan importante es para Dios que perdonemos que nos dice en Mateo 5:23-24 «Por tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar, y allí te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar, y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.»

Cuando realmente hemos experimentado el perdón de Dios en nuestras vidas sabemos que el perdón trae reconciliación primero con Dios, luego con nosotros y con los demás.

Debemos perdonar a otros, como Dios nos perdonó a nosotros, sin condiciones.

Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito “desde mi perspectiva particular” en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones les sirvan a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.

Dios les bendiga,

Sandra Elizabeth Núñez

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