Gran parte de los acontecimientos relatados en este libro ocurrieron en el desierto, tierra con poca vegetación lo que no permitía que descendiera la lluvia, provocando esto que no fuera apta para el cultivo; no obstante en ese lugar Dios les muestra al pueblo de Israel Su poder soberano para lograr Sus propósitos.
Fueron muchas las incidencias acontecidas a las dos generaciones del pueblo de Israel que iniciaron la gran travesía en búsqueda de la Tierra Prometida. La primera generación estaba conformada por los que salieron en el éxodo de Egipto y fueron censados para la guerra de conquista de Canaán; sin embargo una vez en la orilla al sur de Canaán, estos se rehusaron a entrar desobedeciendo así el mandato de Dios e iniciando una gran rebelión en contra del Señor, por lo que todos los adultos de 20 años en adelante fueron sentenciados a morir en el desierto. Mientras la primera generación iba muriendo, la segunda generación crecía en años, alcanzado la adultez, por lo que se realiza un segundo censo y estos últimos se fueron a la guerra.
Este libro está repleto de victorias y derrotas, nos cuenta la historia del viaje de Israel del Monte Sinaí a las llanuras de Moab. Asimismo nos dice que finalmente fue la segunda generación quienes heredaron la tierra. La historia de esta segunda generación continúa en los libros de Deuteronomio y Josué.
Pues amados hermanos y amigos, este libro de Número al igual que los anteriores, contiene muchas verdades espirituales, así como instrucciones dadas por Dios para todos nosotros, los que andamos en este caminar en la fe. Vemos en este libro el rigor con el cual Dios trató a los que se rebelaron contra Él sentenciándoles a muerte en el desierto, y por ende a no tener el privilegio de entrar a la Tierra Prometida. Pero asimismo vemos Su bondad y amor inagotable en la nueva generación, a quienes protegió y les dio provisión de todas las cosas a fin de que pudieran poseer esa preciosa Tierra Prometida en la que fluye leche y miel.
Mis amados hermanos y amigos, el libro de Número nos muestra una vez la justicia e infinito amor de Dios hacia sus hijos. Es mi oración, que el Señor nos dé sabiduría para comprender su bendita y santa Palabra y para ponerla por obra, recordando que «Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos», [1 Co 10:11].
Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito ‘desde mi perspectiva particular’ en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones les sirvan a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.
Dios les bendiga,
Sandra Elizabeth Núñez