A partir de ese momento ya el sacerdocio no será el medio principal de revelación de Dios para Su pueblo, recordemos que el sacerdote nacía dentro de la tribu de Levi, únicamente los de esa familia o tribu, podían ejercer ese oficio; en cambio ahora inicia una nueva etapa, en la cual Su Palabra era revelada por medio de los “profetas”, los cuales ejercían un llamado divino e individual, y Samuel fue llamado a ese servicio, ser profeta.
Amados hermanos y amigos, hoy día Dios sigue llamando a muchos de nosotros, quizás no con voz audible, pero sí con una voz que suena en nuestros corazones, tal vez a través de Su Palabra, en la predica del pastor, en medio de la oración, no sé de qué forma, pero definitivamente te está llamando a ti y me está llamando a mí para nuestro servicio en la obra, reflexionemos en eso.
Es un gran privilegio y una hermosa responsabilidad responder al llamado de Dios, como dije en mi comentario de ayer existe algo más grande que hacer la voluntad de Dios, y esto es “deleitarse haciendo la voluntad de Dios”, hacer con amor todo cuanto le agrada a Él, «hacer Su voluntad», tal como lo hizo Jesús, «El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón», (Salmo 40:8RV60).
Dios nos llama a cada uno de nosotros a la obra, y nos llama por nuestros nombres, yo no puedo (debo) hacer la encomienda que Dios le mandó a Pedro, ni la de Juan, yo debo a ser la que me entregó a mí, a Sandra Elizabeth, pues me la dio por que Él sabe que yo estoy lista para hacerla, que estoy preparada para trabajar para el Señor y así cumplir con Su voluntad.
Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito ‘desde mi perspectiva particular’ en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones les sirvan a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.
Dios les bendiga,
Sandra Elizabeth Núñez