Llegamos a unos de los relatos que considero más hermoso y significativo del Antiguo Testamento y es cuando David danzaba trayendo el Arca de Jehová a Jerusalén.
Vimos a inicios de este capítulo 6 que David había intentado llevar el Arca de Dios hasta Jerusalén para esto reunió a 30 mil personas y colocaron el Arca sobre un carro nuevo, y la llevaron de la casa de Abinadab que estaba en el collado. En un momento los bueyes tropezaban y Uza uno de los hijos de Abinadab extendió su mano y sostuvo en al Arca de Dios y eso encendió el furor de Jehová e hirió a Uza y cayó muerto junto al Arca [2 S 6:5-9].
Lamentablemente, pienso que por falta de conocimiento de la Palabra de Dios y no por desobediencia, David y sus acompañantes cometieron dos errores penalizados por Dios, y estos eran:
- La forma de transportar el Arca de Dios: «Pero a los hijos de Coat no les dio, porque llevaban sobre sí en los hombros el servicio del santuario», [Num 7:9].
- Tocar el arca de Dios sin ser levitas: «Y cuando acaben Aarón y sus hijos de cubrir el santuario y todos los utensilios del santuario, cuando haya de mudarse el campamento, vendrán después de ello los hijos de Coat para llevarlos; pero no tocarán cosa santa, no sea que mueran. Estas serán las cargas de los hijos de Coat en el tabernáculo de reunión» [Num 4:15].
Ante esta situación David se llenó de temor de llevar el Arca a Jerusalén, así que la dejó en casa de Obed-edom durante tres meses, tiempo en el cual esa casa fue muy bendecida por Dios.
Luego al parecer David se puso a escudriñar la Palabra de Dios y supo la forma correcta cómo llevar el Arca en términos de transporte [1 Cro 15:1-13], pero como él era un hombre que amaba a Dios le puso la “adoración”.
Vemos cómo David se regocijó e hizo una marcha que se distinguió por la solemnidad y formalidad requeridas por Dios para el transporte y manejo del Arca, la cual fue llevada sobre los hombros de los sacerdotes asignados para esa tarea, así como las demostraciones de gozo de corazón agradecido y que ama a Dios con todas sus fuerzas, mostradas por David.
David presentaban sacrificios a cada seis pasos no solamente por él, sino también por los sacerdotes, talvez pidiéndole a Dios que les diera fuerzas para completar la tarea, para que fueran capaces de llevar el Arca a su lugar sin ningún tipo de tropiezos como le sucedió a Uza; quizás eran sacrificios de acción de gracias por la bondad del Señor hacia Su pueblo. En fin, todo lo que quería David era agradar a Dios.
Durante todo el desfile David se mantuvo danzando, siendo esta una demostración física del gran amor que sentía hacia Jehová, su Dios, ya que estaba lleno de gozo pues sabía que llevaba con él esa Arca donde moraba la presencia del Señor. El dejó de lado sus ropajes reales, cubriéndose con el corto efod sacerdotal, despojado de toda apariencia y saltaba y danzaba para su Dios, sin embargo dice el versículo 6 “…Mical hija de Saúl miró desde una ventana, y lo menospreció en su corazón”, llama la atención que no dice Mical su esposa, no, el trato que le da la Palabra es como “la hija de Saúl”, quizás para dejar claro que la actitud que ella asumió, era similar a la que tendría su padre. Ciertamente a Mical no le gustó que David se enamorara tanto de Dios, y por eso lo despreció en su corazón, era una mujer que estaba acostumbrada a las apariencias, quizás a la forma reverente de adorar, no sé, el fin es que menosprecio a su esposo pensando en el ¿qué dirán?
Pues bien, mientras todo el pueblo se regocijaba, los instrumentos musicales sonaban, David danzaba. Y así llegó el Arca de Dios a la tienda que el le había preparado en los jardines de su casa, y entonces David sacrificó holocausto y ofrenda de paz delante de Jehová, y espiritualmente esto nos habla de la paz que ha sido hecha mediante la sangre de Cristo, gloria a Dios por nosotros tener tan grande bendición, Cristo hizo la paz entre Dios y los hombres, aleluya!
Dice en la versión OSO «Y repartió a todo el pueblo, y a toda la multitud de Israel, así a hombres como a mujeres, a cada uno una torta de pan, y un pedazo de carne, y un frasco de vino. Y se fue todo el pueblo, cada uno a su casa», [2 S 6:19]. David entregó al pueblo el banquete más maravilloso y de gran bendición preparado para el pueblo de Dios, el cual tiene un significado hermoso para nosotros y es que espiritualmente esto nos habla de la Santa Cena, de tener el hermoso privilegio de participar simbólicamente, de la carne y sangre del Señor [Jn 6:52-56].
La historia concluye con un discurso que le da David a Mical, no lo insulta, pero si se justifica, y Mical por su arrogante actitud es castigada por Dios, nunca tuvo hijos y en esa época la esterilidad era considerada una maldición, una deshonra o un castigo de Dios por algún pecado cometido.
Amados hermanos y amigos, hoy tenemos en enorme privilegio de tener a Dios morando en nuestros corazones, Su presencia está con nosotros, y esto gracias al sacrificio perfecto de nuestro amado Señor Jesucristo. Recordemos que al igual que David, nosotros los que hemos aceptado a Jesucristo como nuestro Salvador debemos participar esa fiesta de bendición que es el acercarnos a Dios, con gozo en nuestros corazones. Que no nos importe las apariencias, dancemos delante de la presencia de nuestro Dios, todos los que estamos enamorados completamente de Él.
Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito ‘desde mi perspectiva particular’ en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones les sirvan a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.
Dios les bendiga,
Sandra Elizabeth Núñez