El capítulo 9 nos revela una de las historias más hermosas de las Escrituras, esto así porque es una ilustración de nuestra historia, la del hombre pecador que ha aceptado a Cristo como su Señor y Salvador. Recordemos lo que dice Romanos 15:4 «Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza».
Recordemos que David tenia motivos para odiar a Saúl su perseguidor implacable, rey que lo odio hasta el punto de intentarlo matar en varias ocasión, únicamente porque Dios se había apartado de él y había escogido a David como el próximo rey de Israel. No obstante a lo anterior David siempre mantuvo respeto hacia la posición de Saúl, pues en dos ocasiones tuvo la oportunidad de matarle y no lo hizo porque “era el ungido de Dios”.
Pues bien David en aquella época cuando un nuevo rey subía al trono mataba a todas las personas de la dinastía anterior a fin de que no tuviera ninguna amenaza al respecto y por esa razón Mofi-boset el
hijo de Jonatán había sido escondido. David recuerda el “pacto de amistad” hecho con su amigo Jonatán [1 S 18:3], y ahora pregunta si aún queda con vida alguno de la casa de Saúl, dejando claro que haría misericordia pero “por amor a Jonatán”. Y la verdad que su propósito era completamente tener benevolencia con alguien del linaje de Saúl, si viviera, y por eso mandó a buscar al siervo Siba de la casa de Saúl para investigar directamente él ese asunto.
Luego se entera de que le queda un hijo vivo a Jonatán, y de ese hijo nos habla este relato, Mefi-boset, nombre que significa “vergüenza” (H4648). La historia de ese joven inicia en 2 de Samuel 4:4 «Y Jonatán hijo de Saúl tenía un hijo lisiado de los pies. Tenía cinco años de edad cuando llegó de Jezreel la noticia de la muerte de Saúl y de Jonatán, y su nodriza le tomó y huyó; y mientras iba huyendo apresuradamente, se le cayó el niño y quedó cojo. Su nombre era Mefi-boset». En el caso nuestro, estando en el hermoso paraíso, en el Jardín del Edén, tuvimos un caída debido a la desobediencia de Adán y Eva a las leyes puestas por Dios en sus corazones, lo cual trajo consigo el pecado y por ende nuestra deformación la cual nos imposibilitó por completo, provocando esto la interrupción de la comunión con Dios y la esclavitud de toda la humanidad al pecado y por ende la herencia de “muerte” [Gen 3:1-24].
En la historia de Mefi-boset vemos la gracia, misericordia, amor y perdón de David, quien era un hombre agradecido y lleno de bondad; bien dicen las Escrituras que Dios dijo de David «Quitado éste, les levantó por rey a David, de quien dio también testimonio diciendo: He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero», [Hech 13:22].
En nuestro caso, también podemos ver la fidelidad de Dios, puesto que cuando el hombre le falló a Dios, nuestro amado Padre diseñó un plan, “la salvación del hombre”. Ese plan perfecto diseñado por Dios para redimir los pecados del hombre, y así tener el privilegio de estar juntamente con Él en la vida eterna, esa es nuestra noticia esperanzadora. Es bueno destacar que en el plan de Salvación vemos a la Trinidad interviniendo: El Padre –planeándolo-, El Hijo –ejecutándolo- y el Espíritu Santo -revelándolo-.
Al igual que David hizo misericordia a Mefi-boset por amor a Jonatán, Dios nos ha bendecido y ha hecho misericordia por amor a Su Hijo Jesús, pues a través de Él viene el cumplimiento de Su último pacto entre Dios y el hombre, el cual fue firmado con sangre, a través del sacrificio de su amado y Único Hijo, Jesús:
«Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno», [Heb 13:20].
«porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados», [Mt 26:28].
Continuando con mis comentarios, debido a que Mefi-boset era lisiado de ambos pies, no podía caminar, a menos que alguien lo llevara, asi que David mandó a buscar a Mefi-boset, el que antes vivía en el palacio, ahora vivía en una ciudad llamada Lodebar (H3810), ese nombre significa “sin pastos”, y como sabemos las ovejas se alimentan de “pastos”, y ese joven vivía en la ciudad de la miseria, sin alimentos, pero el rey le mandó a llamar para que volviera a vivir en el palacio que se encuentra en Jerusalén (H3389), que significa “ciudad de paz”.
Que gran enseñanza espiritual vemos aquí, pues el pecado nos imposibilita a nosotros para caminar hacia nuestro Dios, «Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro», [Ro 6:23]. ¡Qué maravilloso que tenemos a nuestro Señor Jesucristo! «Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí», [Jn 14:6].
Cuando Mefi-boset estuvo ante David estaba afligido pensando que David lo iba a matar por ser del linaje de Saúl y él le alienta con ternura, el joven se postró y se humilló y le dijo “He aquí tu siervo”, le reconoció como el legítimo rey, como nosotros debemos reconocer a Jesucristo como nuestro Rey, Señor y Salvador. Y que hermosa esta parte, el rey David lo llama por su nombre, igual como Cristo llama a sus ovejas: «A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca», [Jn 10:3]; «Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen», [Jn 10:27].
Algo interesante que pude notar en este relato es que Mefi-boset tenía un hijo, es decir que a pesar de su difícil condición física él pudo dar linaje, pudo dar fruto. De igual manera a pesar de nuestro pasado en Cristo todas las cosas son hechas nuevas tal como dice 2 Corintios 5:17 «De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas». En relato lo único que se dice es que Mefi-boset tenía un hijo, de eso puedo inferir que tenía una familia, que la restitución de David, tocó a todos los de su casa; solamente Cristo tiene el poder para hacer nuevas todas las cosas y restaurar tu familia.
Por último David y te devolveré todas las tierras de Saúl y comerás en mi mesa, esto nos habla de “restitución”, es decir tener el privilegio de reintegrarlo en todas sus acciones y derecho. Mis amados hermanos y amigos, igual privilegio tenemos nosotros hoy tal como dice Juan 3:16 «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna».
David asignó a Siba como el siervo y hacendado que le ayudaría a Mefi-boset en todas sus cosas; así nosotros hoy tenemos al Espíritu Santo tal como lo expresa Juan 14:26 «Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho».
Amados amigos y hermanos, Mefi-boset recibió el alto honor de comer en la mesa del rey, le dio un lugar permanente en su mesa, y él aceptó la invitación, David lo admitió en su mesa a pesar de estar lisiado. También le dio cobertura y era llevado a la mesa diariamente, todos los días comía del manjar del rey ¿has aceptado tú la invitación que te hace hoy nuestro Señor Jesucristo a comer en su mesa de manera permanente?
Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito ‘desde mi perspectiva particular’ en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones les sirvan a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.
Dios les bendiga,
Sandra Elizabeth Núñez