El primer capítulo de Cantar de los Cantares comienza con una preciosa ilustración del amor entre dos enamorados, los cuales para mis comentarios estarán siendo representados por ‘el rey’, nuestro Señor Jesucristo; y la Sulamita, ‘la iglesia del Señor,’ reconociendo ésta que el amor de Cristo es más valioso que lo mejor que este mundo le puede dar.
En esta ocasión solamente les estaré compartiendo un solo versículo el cual revela el gran amor que ha despertado el rey en su amada:
«Atráeme; en pos de ti correremos. El rey me ha metido en sus cámaras; nos gozaremos y alegraremos en ti; nos acordaremos de tus amores más que del vino; con razón te aman», [Cantares 1:4].
– Atráeme: Según el diccionario RAE “atraer”, significa: “Ganar la voluntad, afecto, gusto o atención de otra persona”; y ese anhelo es el que siente “la iglesia novia”. Ella es quien le pide al Señor que la atraiga con cuerdas de amor, para estar más cerca de Jesús, y tener una comunión íntima con Él. Y es que ciertamente es por amor que andamos en este camino de la fe que es Cristo; una persona que no desee amar a Dios, no es oveja del Señor, y cuando hablo de amar a Dios, es tal cual lo describe Mateo 22:37 «Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente».
– En pos de ti correremos: Esta es una expresión de verdadero amor. La iglesia novia irá detrás de Jesús, caminará en Sus pasos y de acuerdo a Su Palabra. Su único deseo es estar a solas con el Señor y por eso andará a la máxima velocidad hasta alcanzarlo. Y estamos hablando de que esa iglesia está compuesta por “los suyos” «Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera», [Juan 6:37].
– El rey me ha metido en sus cámaras: La iglesia pasa a ser propiedad de Cristo como Su novia. La está preparando para las bodas. Y ‘sus cámaras’ es el lugar secreto donde habita Su presencia, es el corazón de Dios; es el lugar Santísimo, allí donde está la presencia misma del Dios viviente, donde la gloria del Señor es manifiesta, y solamente cuando espiritualmente podamos estar allí es que diremos:
- Nos gozaremos: Es el deleite recibido por el amor inagotable de Dios hacia nosotros. Es ese gozo secreto que no conocen los impíos.
- Alegraremos en ti: Esto equivale a celebrar con alegría estar en Cristo, siendo ‘ovejas de Su prado’.
– “Nos acordaremos de tus amores”: Cuando celebramos siempre hay un motivo, y en este caso con nuestras vidas rendimos fiestas al “Señor” y es por eso que nos mantenemos pensando en cuánto nos ama Dios, tal como Él nos dice en Jeremías 31:3: «Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia».
– Más que del vino: En las fiestas hay “vino”, sin embargo con respecto a eso la iglesia hace referencia al vino como figura de ser llenos de Espíritu Santo, «No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu», [Efesios 5:18].
– Con razón te aman: Hoy los que conformamos la iglesia decimos con regocijo que amamos al Señor con razón y esto por el hermoso plan de redención que hizo para ser reconciliados con Dios. Porque hemos reconocido el sacrificio de Jesús y hoy creemos en Él y los hemos aceptado como nuestro Salvador, sabiendo que: «Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero», [1 Juan 4:19].
Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito ‘desde mi perspectiva particular’ en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones les sirvan a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.
Dios les bendiga,
Sandra Elizabeth Núñez