Jesús necesitaba trasladarse de Judea a Galilea y dice en Juan 4:4 ‘que le era necesario pasar por Samaria’. Los samaritanos eran un pueblo marginado por los judíos, quienes preferían hacer atajos para ni siquiera pasar por el frente de esa ciudad.
Si continuamos leyendo el relato completo no encontramos ningún versículo que nos hable la ‘necesidad’ que tuvo Jesús para pasar por allí, ya que el historiador Josefo habla de una ruta más directa para llegar a Galilea sin tener que pasar por Samaria por lo que podemos inferir que Jesús tenía que alcanzar espiritualmente a la mujer samaritana, ella necesitaba ser encontrada por Jesús.
Durante Su ministerio terrenal Jesús tenía una agenda preparada por el Padre, recordemos que Él dijo ‘Yo hago la voluntad de Mi Padre’, y es verdaderamente asombroso el encuentro de Jesús con la mujer samaritana, y es que fue algo agendado por Dios.
El Apóstol Juan, escritor de éste Evangelio, nos muestra que Jesús es una de las tres personas de la divinidad, pero también verdaderamente humano. Al igual que tú y que yo se cansaba, tenía hambre, etc., aunque cuando vino a la tierra, Él era Dios manifestado en la carne. Debido al hambre, los discípulos habían salido a comprar de comer, y por la sed de Jesús, Él tuvo necesidad de beber agua, y esto es lo que provocó Su encuentro con la mujer samaritana. De ésta manera se estaban quebrando todas las situaciones que separaban a los judíos de los samaritanos, ya fueran raciales, sociales, culturales y hasta de índole económica, pues los samaritanos eran personas muy pobres.
Cuando Jesús y la mujer de Samaria inician su conversación, Él le pide de beber, y ella se encontró eso muy extraño debido a que los judíos y samaritanos no se llevaban bien. Sin embargo, continúan conversando, y Jesús le dice algo muy hermoso y noble. Él le dice que si ella supiera quien le pide agua, ella fuera la que le pidiera agua a Él. Le hablaba de los regalos que ella recibiría ‘cuando bebiera del agua de Vida Eterna’. Esos regalos también están disponibles para ti y para mi hoy día, gloria a Dios por ello, pero para poderlos recibir es necesario ‘nacer de nuevo’, y aceptar a Cristo como nuestro Salvador personal.
Esa agua de vida eterna nos llenará de una satisfacción espiritual para siempre y nos preparará para cumplir con la gran comisión ‘Id haced discípulos’ llevando la Palabra de Dios a otros.
Agradezcamos a nuestro Amado Dios por Su misericordia y Su fuente inagotable de amor por nosotros, Sus hijos.
Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito ‘desde mi perspectiva particular’ en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones les sirvan a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.
Dios les bendiga,
Sandra Elizabeth Núñez