Ahora Jesús se presenta públicamente, situación que podría aparentar una supuesta provocación a Sus enemigos, quienes les buscan para matarle, sin embargo, tales pretensiones eran completamente imposibles pues aún no había llegado Su tiempo, es decir el momento de Su sacrificio por nosotros, Su crucifixión.
Algunos de la multitud justifican no reconocer a Jesús como ‘el Mesías esperado, el Cristo’, sencillamente porque por tradición se decía el origen del Mesías, siendo esto palabrería nada más, pues las profecías de Cristo estaban señaladas en las Escrituras. Ahora bien, también podemos ver que solamente aquellos que reconocían mediante la fe que Él es Cristo, podían creer que Él vino del Padre, podrían comprender su origen divino.
Amados hermanos y amigos, gloria a Dios que hoy nosotros los cristianos tenemos el hermoso privilegio de tener comunión con nuestro Señor Jesús, la esencia de esto proviene de la fe, por eso desde que aceptamos a Cristo como el Salvador de nuestras vidas identificamos que en Su existencia terrenal vino como el enviado de Dios a cumplir Su voluntad, el Plan de Salvación.
Jesucristo es el Hijo de Dios en el cual creemos y por cuyo sacrificio hoy gozamos de paternidad, Dios es nuestro Padre, y nos regaló la vida eterna por medio de Su Hijo, nuestro Señor y Salvador, Jesús.
Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito “desde mi perspectiva particular” en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones les sirvan a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.
Dios les bendiga,
Sandra Elizabeth Núñez