En este relato vemos como los argumentos de Pablo son fáciles de comprender, exponiendo él una verdad directa pero no exclusiva para las personas que conocemos la ‘Verdad’, que es Cristo; es decir, no estando exentos aquellos que no profesan la fe en Dios, ya que de una forma u otra, ellos han estado en contacto con el conocimiento de Dios, ya sea través de la Creación misma (el mundo tiene un Creador, que es Dios, el mundo no se creó a sí mismo; así como esta computadora, ni mi teléfono tampoco se crearon solitos).
Y digo que los nos creyentes no son excluidos de la ira de Dios debido a que ellos pueden ver las cualidades invisibles de Dios, Su poder eterno y Su naturaleza divina. Así que no tienen ninguna excusa para no conocer a Dios. Nosotros los creyentes, adicional tenemos a Cristo y a la Palabra de Dios.
Pues bien, sabemos que el pecado es repulsivo para nuestro Señor, por lo que la “ira santa de Dios” es la indignación de Él contra el pecado. Esa ira que ha sido manifiesta en varias ocasiones, según nos relata las Escrituras; recordemos algunas de ellas:
1) Destierro de Adán y Eva: «Y sacólo Jehová del huerto de Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado. Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía á todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida», [Genesis 3:23-24].
2) Destrucción del mundo por un diluvio: «Y vió Jehová que la malicia de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. Y arrepintióse Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y pesóle en su corazón. Y dijo Jehová: Raeré los hombres que he criado de sobre la faz de la tierra, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo: porque me arrepiento de haberlos hecho. Empero Noé halló gracia en los ojos de Jehová», [Genesis 6:5-8].
3) Fuego y azufre que destruyó Sodoma y Gomorra: «Entonces llovió Jehová sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego de parte de Jehová desde los cielos; y destruyó las ciudades, y toda aquella llanura, con todos los moradores de aquellas ciudades, y el fruto de la tierra», (Genesis 19:24-25)
Podemos ver como en los pasajes anteriores la ira de Dios se revela desde el cielo y esto fue como consecuencia de transgredir las leyes moral de Dios. Debemos de recordar que Dios es el mismo ayer, hoy y por siempre, ya que Su ira en contra del pecado, así como sus demandas morales, aun son evidentes; por lo que no existe pretexto alguno para que el hombre lleve una vida pecaminosa; así como tampoco puede objetar el juicio justo de Dios.
“Que detienen la verdad con injusticia”; es decir que conociendo la verdad (Cristo), no lo profesan, siendo indiferentes a la ley divina; continúan viviendo en el pecado. ‘Jesús es la Verdad’, pues es quien nos liberta del pecado «y conoceréis la Verdad, y la Verdad os hará libres», [Juan 8:32]. Toda Su vida es muestra de verdad absoluta y radical, pues nunca pecó. Asimismo toda Su Palabra es Verdad.
Dios puso la eternidad en nuestros corazones, es decir, el ser humano sabe que existe algo más allá después de la muerte, lo saben aún hasta los que no creen en Dios. Nosotros los que creemos en Dios sabemos que hay un reino en los cielos al cual podemos entrar, pero para esto hay un único requisito, “nacer de nuevo”. Pero también debemos recordar que ‘Jesús es el Camino’, y Él nos dice cómo debemos conducirnos del lugar A al lugar B, «porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan», [Mateo 7:14]. Es Jesucristo el Único Camino para llegar al Padre, tal como también expresa 1 Timoteo 2:5-6 «Porque hay un Dios, asimismo un mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre. El cual se dio a sí mismo en precio del rescate por todos, para testimonio en sus tiempos», y así poder restablecer nuestra comunión con Él. Sigamos los pasos de Jesús en nuestro caminar en la fe, dejémonos guiar en Él.
Amados hermanos y amigos, Jesucristo siempre expuso lo que era ‘pecado y ofendía a Dios’, pero también decía cómo Dios quería que se comportara el cristiano. Hoy el Evangelio se sigue expandiendo, se continúa predicando la doctrina del Señor; pero sucede que no hay excusas, dice el Señor, ya que sabemos qué es el pecado; y se nos ha dado igual oportunidad para acercarnos al trono de la gracia con corazones arrepentidos y reconociendo a Cristo como nuestro Señor y Salvador. Preparémonos para Su pronta Venida.
Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito ‘desde mi perspectiva particular’ en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones le sirva a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.
Dios les bendiga,
Sandra Elizabeth Núñez