A leer el primer capítulo de la Biblia, Génesis 1, donde se relata ‘la Creación’, nos daremos cuenta que todo lo que Dios creó, ‘Él mismo dijo que era bueno‘, la palabra VIO es traducida de la palabra hebrea ‘raá’, y esta significa: aprobar, discernir, descubrir, examinar, explorar, maravillarse, observar, reflexionar, considerar, entender, estimar, especial, escoger, gustar, gozar. Todos esos verbos o adjetivos nos muestran que el Creador de todas las cosas analizó a profundidad lo que había creado y tuvo gozo porque vio que era bueno.
Mis amados hermanos a Dios le gustó lo que había creado. Sin embargo cuando examinó exhaustivamente la condición del hombre, se dio cuenta de la necesidad de crear una ayuda idónea semejante a él, para luego poder decir que ‘era bueno’; que esa creación estaba en su estado óptimo.
Amados hermanos y amigos, como sabemos el matrimonio no es una institución terrenal, nació con el corazón de Dios, quien desde el principio de Su creación vio que no es bueno que el hombre esté solo y por eso le creó una ayuda idónea, la mujer. Los puso a ambos en un nuevo hogar, llamado el paraíso, para que ellos administraran los preciosos bienes que Él había creado, delegando la responsabilidad en el hombre, la cual tendría que ser compartida exclusivamente con su mujer; formando así una sola carne, cuya unión está fundamentada absolutamente en el amor, es decir en ‘Dios’, porque Él es amor [1 Juan 4:8].
Que maravilloso ver que nuestro Señor Jesucristo inició su ‘ministerio público’ asistiendo a una boda. Allí Él hizo Su primer milagro, la transformación del agua en vino [Juan 2:1-12]; algo insípido como el agua, en un líquido con aroma agradable y dulce textura.
La primera profecía que aparece en la Biblia dada por Adán en Génesis 2:24 “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”, nos muestra que el hombre se separaría de sus padres para unirse a su mujer, es decir para establecer su propio hogar, bajo el vínculo matrimonial. Asimismo nos enseña que el ser un humano en un “ser social”.
En fin, el propósito del matrimonio es que adoremos y glorifiquemos a Dios
Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito ‘desde mi perspectiva particular’ en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones le sirva a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.
Dios les bendiga,
Sandra Elizabeth Núñez