Abdías profetizó los juicios de Dios sobre la nación de Edom, debido a su orgullo y múltiples pecados, entre ellos violencia y maldad. Los edomitas llegaron a ser una nación que le dio la espalda a Dios, ellos eran descendientes de Esaú, hermano de Jacob, cuya rivalidad llevaron a sus naciones, Edom e Israel, a tener conflictos hasta el punto de Edom despreciar y traicionar a Israel, convirtiéndose en cómplices de los enemigos que la destruyeron; tanto así que el mismo Edom también saqueó a Israel, sus hermanos.
Las naciones de Israel y Edom tuvieron muchos problemas entre ellos, la razón principal fue debido a rivalidad entre sus antepasados, Jacob y Esaú. Después del Éxodo Edom rehusó permitirle a Moisés que pasaran por su territorio «Y los hijos de Israel dijeron: Por el camino principal iremos; y si bebiéremos tus aguas yo y mis ganados, daré el precio de ellas; déjame solamente pasar a pie, nada más. Pero él respondió: No pasarás. Y salió Edom contra él con mucho pueblo, y mano fuerte. No quiso, pues, Edom dejar pasar a Israel
por su territorio, y se desvió Israel de él», [Números 20:19-21].
Recordemos que la unión y rivalidad de estos hermanos: Rebeca la esposa de Isaac era estéril, Isaac oró por ella y concibió a dos niños quienes luchaban en su vientre, por lo que ella consultó a Jehová «y le respondió Jehová: Dos naciones hay en tu seno, y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas; un pueblo será más fuerte que el otro pueblo, y el mayor servirá al menor», [Génesis 25:23].
Vemos también cómo los padres cometieron error en las crianzas y muestra de amor hacia sus gemelos, teniendo marcadas y divididas preferencias por uno en particular, tal como expone Génesis 25:28 «Y amó Isaac a Esaú, porque comía de su caza; mas Rebeca amaba a Jacob».
Como sabemos la Biblia es el más preciado tesoro de la humanidad, guardando secreto que solo pueden ser explicados a través de escudriñarla, uno de ellos es el caso de los “nombres personales”, cuyos significados etimológicos están asociados al oficio que desempeñaba la persona en cuestión. El nombre de Jacob significa “suplantador, usurpador” y el de Esaú “velludo, piel de cordero”.
Ya en su temprana juventud, vimos que Jacob hizo honor a su nombre, pues ante la petición de comida por parte de su hermano Esaú (primogénito), él le pidió a cambio su primogenitura y Esaú que la menospreció se la vendió a Jacob por un plato de lentejas [Génesis 25:27-34)].
Es bueno que entendamos el “valor de la primogenitura”, el ser el primer hijo significaba que era el jefe de casa, el sacerdote de la familia. En este caso en particular de esta familia vendría el Mesías, por lo que la primogenitura también implicaba tener el gran privilegio de estar en la línea de descendencia que conducía hasta nuestro amado “Cristo”; «y serán benditas en ti todas las familias de la tierra», [Génesis 12:3b]. Este versículo es una referencia del Mesías (Jesucristo), aquí Dios le prometió a Abraham que a través de su descendencia vendría a la tierra Aquel por el cual la humanidad sería bendecida, pues establecería la comunión con Dios por Su sacrificio y obtendríamos la redención, bendita y hermosa salvación, tal como lo afirma Hechos 3:25 «Vosotros sois los hijos de los profetas, y del pacto que Dios hizo con nuestros padres, diciendo a Abraham: En tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra».
En definitivas, Esaú menospreció el gran valor de la primogenitura al contestarle a Jacob «Entonces dijo Esaú: He aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura?», [Génesis 25:32].
Ya con el relato fresco en nuestra memorias, continuo con mis comentarios. Desde el libro de Génesis siempre quedó como interrogante ¿porque Dios amó a Jacob y a Esaú aborreció?, sin embargo esto es expresado en el ultimo libro del Antiguo Testamento, dice Malaquías 1:2-3 «Yo os he amado, dice Jehová; y dijisteis: ¿En qué nos amaste? ¿No era Esaú hermano de Jacob? dice Jehová. Y amé a Jacob, y a Esaú aborrecí, y convertí sus montes en desolación, y abandoné su heredad para los chacales del desierto». Es bueno que notemos que Dios dijo esto cuando ambos hombres se habían convertido en naciones de millares de personas. Esaú y sus descendientes se convirtieron en ateos dándole la espalda a Dios; tal como un día despreció la primogenitura.
Con respecto a que Dios amara a uno y aborreciera al otro, es bueno aclarar que esto no nos habla no nos habla de favoritismo, sino más bien de la “Soberanía” de Dios, con el fin de que Sus propósitos sean cumplidos a través del medio que Él decida usar. Sabemos que Israel (Jacob), fue el pueblo escogido por Dios para anunciar el plan de salvación a la humanidad, ya que de allí vendría el Mesías esperado. A esto debemos aunar otro atributo de Dios que es “Su Omnisciencia”, Él sabía que Jacob cumpliría los propósitos para lo cual Él lo llamó, pero en cambio sabía que Esaú no lo haría.
Es interesante saber que el libro de Abdías es reconocido por algunos eruditos de la Palabra de Dios por dar respuesta a la pregunta ¿Por qué Dios aborrecía a Esaú?, mientras otros dicen “entiendo porque aborrecía a Esaú, lo que no puedo entender es ¿Por qué amaba a Jacob?, si él era un engañador”. Como les dije, vemos que fue hasta que llegaron a edad de tener millares de descendientes que Dios dijo que a uno amó y a otro aborreció, pues allí hablaba del comportamiento de esas naciones, los Edomitas eran una nación llena de orgullo y soberbia, quienes no creían en Dios, y en el profeta Abdías nos cuenta de los crímenes de esa nación por los cuales Dios le juzgará.
Por último, aunque Abdías profetizó sobre la destrucción de Edom, vemos que también profetizó las más hermosas de las esperanzas para la nación de Israel, sobre “su restauración”. Esto tiene una tremenda lección para nosotros, así como hubo una sentencia de juicio por parte del Señor sobre los edomitas pecadores, quienes fueron borrados de la faz de la tierra; también existe la esperanza de restauración para nosotros, el Israel espiritual. En Abdías 1:21 habla de “salvadores”, los jueces hebreos fueron “salvadores” de su pueblo; o los predicadores de hoy día quienes llevan las buenas nuevas de salvación. Ambos anticipan a Cristo que viene como el último juez, como el Único “Salvador” de toda la tierra.
Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito ‘desde mi perspectiva particular’ en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones le sirva a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.
Dios les bendiga,
Sandra Elizabeth Núñez