En este día iniciamos el estudio de uno de los más hermosos capítulos de la Biblia, Juan 14. Esta narración es una continuación de la conversación que Jesús tiene con ‘los suyos’. En nuestra enseñanza anterior vimos que el Señor les dice a ellos que Él se va a un lugar donde Sus discípulos no podrán ir, también les anuncia que uno de ellos le va a traicionar y que otro le va a negar, causando esto mucha perturbación a los corazones de Sus leales discípulos.
Pues bien, la historia inicia el Señor dándoles palabras de consuelo ya que los discípulos estaban cargados de tristeza. Les dice las mismas palabras que hoy sigue diciendo a todos los seres humanos «No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí», [Juan 14:1]. Jesús para alentarlos les dice que así como creían y confiaban en Dios también hiciera igual con Él. Aquí podemos ver una declaración de la deidad de nuestro Señor, Él aquí se iguala a Dios Padre, porque ciertamente Él es Dios. Importante es destacar el lugar que debe tener la fe en la vida de todo cristiano, pues justamente a eso nos manda, así como a tener confianza.
Luego vemos que nuestro amado Señor nos deja a Sus discípulos las más hermosas de las todas las promesas, “nos fue a preparar un lugar en la casa de nuestro Padre y volvería a buscarnos para estar allí juntamente con Dios y con Él por la eternidad”. La verdad que me siento inmensamente agradecida de que Él fue a preparar un sitio especial para ti, para mí y para todo los que son Suyos. Aleluya!
!Qué impactante! es escuchar a nuestro Señor decir “un triple Yo Soy”, “Yo Soy el camino”, “Yo Soy la verdad” y “Yo Soy la Vida”. Sí amados hermanos y amigos:
- a) Él es único Camino para llegar al Padre, y así poder restablecer nuestra comunión con Él. Sigamos los pasos de Jesús en nuestro caminar en la fe, es decir dejémonos guiar en Él.
- b) Él es la Verdad, toda Su vida es muestra de verdad absoluta y radical, pues nunca pecó. Asimismo toda Su Palabra es Verdad.
- c) Él es la vida, pues a eso vino a regalarnos una vida terrenal en abundancia y el conocimiento de Dios, a través del ‘nuevo nacimiento’. Vino a darnos vida nueva vez cuando resucitemos al sonar de las trompetas y nos lleve para estar con Él en la vida eterna.
Otro punto interesante que podemos ver en este relato es la participación activa de los hechos de cuatro de Sus discípulos:
- Judas, el apóstata de la fe y quien diera apertura al diablo a fin de traicionar a Jesús, debiendo nosotros en esta época tener sumo cuidado, pues igual que en el aquel tiempo pasa ahora tal como dice Judas 1:4 «Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo».
- Pedro, aquel que prometió dar hasta su vida por el Señor, y vimos como la carne lo vence y le negó, quedando mostrado lo que Jesús dice en Juan 15:20 «Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra». Y dice Pablo en Romanos 7:18 «Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo».
- Tomas, quien tenía que ver para creer, y ciertamente dio muestras de que nos comprendía los asuntos espirituales de los cuales el Señor hablaba. Esa actitud también la mostró en Juan 20:29 «Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron».
- Felipe, quien aunque estuvo con Jesús durante 3 años, hasta ese momento no había comprendido los asuntos espirituales de los que le hablaba el Señor, pues no había visto con sus ojos espirituales a Dios revelado en la vida del Señor, tal como lo dice Hebreos 1:3 «el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas».
¡Qué hermoso ver como el Señor les habla a los suyos! (recordemos Judas no era de los suyos y tampoco estaba allí en ese momento). La agonía de Jesús en la cruz estaba cada vez más cerca, sin embargo en ese momento le dedicó todo el tiempo a consolar en amor a los suyos, a hablarles al espíritu y alma de cada uno de ellos, y a hablarles del hermoso futuro que le esperaba junto a Él. Les reconfortó de manera tal que en el momento idóneo llegada la hora de la muerte de Jesús ellos pudieran decir «Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes», [Salmo 27:13].
Pues bien, sabemos que el Señor es la revelación de Dios, la manifestación del Padre. Quien le ve a Él, mira la misma esencia divina de Dios y les declara a los suyos «De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre», [Juan 14:12].
Por último, recordemos amados hermanos y amigos que todo lo que pidamos a Dios en oración debemos hacerlo “en el nombre de Jesús” y nos será dado; pero recordemos lo que dice «el Padre Nuestro», la oración modelo que el Señor nos dejó: “hágase Tu voluntad”; es decir que debemos entender que nuestras peticiones serán contestadas de forma positiva, es decir “nos será dado” siempre que esté de acuerdo a la voluntad de Dios.
Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito ‘desde mi perspectiva particular’ en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones le sirvan a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.
Dios les bendiga,
Sandra Elizabeth Núñez