«Y todos, sobrecogidos de asombro, glorificaban a Dios; y llenos de temor, decían: Hoy hemos visto maravillas», [Lc 5:26].
La frase “dánoslo hoy” de la oración modelo nos habla de fe, de presentar nuestras peticiones a Dios a través de nuestro Señor Jesucristo manteniendo la certeza de que El proveerá si las mismas están acorde a Su voluntad, sabiendo que Él es Dios soberano y que dependemos de Su favor divino.
Las manos amorosas de Dios siempre están extendidas para darnos, concedernos, bendecirnos; y cuando digo de ‘siempre’ quiero dejar dicho “todos los días”, “hoy”.
En la Palabra de Dios se nos habla de requisitos que deben tener nuestras peticiones, entre ellos:
- No pedir para nuestros deleites: «Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites», [Santiago 4:3].
- Permitir que el Espíritu Santo nos diga qué y cómo pedir: «Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles», [Ro 8:26].
- Pedir con fe: «Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra» [Santiago 1:6].
- Perseverar en nuestra petición: «¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles?», [Lc 18:7].
Dios nos ha hecho saber a sus hijos que Él es eterno de manera tal que podemos decir que Él vive en un eterno presente, ‘hoy’. Sus misericordias son nuevas cada mañana, es decir cada día se convierte en un presente, en ‘hoy’. Debemos entrar en el kairos (tiempo) de Dios.
Recordemos lo que dijo Jesús:
– “Hoy es necesario que pose yo en tu casa”, [Lc 9:5).
– “Hoy ha venido la salvación”, [Lc 19:9].
– “Hoy estarás conmigo en el paraíso”, [Lc 23:43].
Pidamos al Señor con fe diciendo: “dánoslo hoy”, y esperando su respuesta en paz, pue es Él es Dios soberano, y nos concederá las peticiones de nuestro corazón si esa es Su voluntad y si están acordes a los propósitos que Él tiene para nuestras vidas.
Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito “desde mi perspectiva particular” en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones les sirvan a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.
Dios les bendiga,
Sandra Elizabeth Núñez