«Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno», [Mt 13:8].
Nuestro estudio inicia con las parábolas que podríamos agrupar, debido a su contenido y mensaje, como “Parábolas del Reino”, haciendo la apertura a este hermosísimo discipulado la significativa “Parábola del Sembrador”. Es bueno destacar que esta parábola es la primera que aparece en los tres Evangelios Sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas), mostrándonos el significado tan especial de la misma; así como también que nuestro amado Señor Jesucristo da la explicación clara de esta parábola en Mateo 13:18-23, por lo que para en nuestros estudios particulares será mucho más fácil comprenderla, haciéndose vida en nosotros lo que dice Mateo 13:11 «El respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado».
En esta parábola Jesús hace un relato sencillo el cual debió ser entendido por todos los que estaban en la playa escuchándole, ya que Galilea es una ciudad agraria y en aquella época tenía dos formas para hacer la siembra; una de ellas era que el sembrador lanzaba las semillas mientras andaba por el campo de forma tal que el viento se encargara de esparcirlas a todos tipos de terrenos. La otra manera era colocar un saco de semillas sobre el costado de un burro, abrirle un agujero y hacer que el burro recorriera el campo de forma tal que las semillas fueran cayendo. Como podemos ver en esta parábola la manera de sembrar que narra es la de lanzar las semillas, por esto es que digo que debieron haber entendido, pero no lo hicieron, pues sus corazones estaban endurecidos.
Esta parábola es magistralmente representada por cuatro figuras:
+ “El sembrador”: Quien es todo aquel que proclama el Evangelio a otros, es decir que predica la Palabra de Dios.
+ “La Semilla”: Esta es la ‘Palabra de Dios’ que es esparcida en diferentes ‘terreno’.
+ «Tierras»: (Campo o terreno): Representadas por cuatro diferentes tipos de terrenos donde se lanza la semilla. Ese campo es figura del mundo y de los corazones de los oyentes. Es importante destacar que los tipos de terrenos simbolizan las diferentes actitudes que ‘los oyentes’ pueden tener al recibir la Palabra de Dios.
+ “Buena Tierra”: Esta es la única que produce una cosecha, cuya productividad que varía en cantidad según el caso.
Aquí podemos ver que la semilla no germina en todos lo que escuchan la Palabra del Señor, es decir no se convierte al Evangelio de Cristo, pero ciertamente esto sucede debido a la actitud que tienen los oyentes. Veamos los cuatros terrenos, esto se refiere a los cuatros tipos de personas y la condición de su corazón al recibir la Palabra de Dios, esto acorde a la explicación dada por Jesús y algunos comentarios propios:
- Junto al camino: «Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón», [Mt 13:19]. Estas son personas que tienen los corazones endurecidos a la Palabra, son insensibles y egoístas y no están dispuesto a obedecer la Palabra de Dios, provocando esto que no puedan entenderla.
- Los Pedregales: «Este es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza», [Mt 13:20-21]. La semilla cayó en tierra superficial, es como el grupo de personas que había seguido a Jesús durante un tiempo, pero luego se fueron, lo abandonaron, porque su confianza no estaba en el verdadero fundamento, que es la Palabra, que es Jesús.
- Los espinos: «Este es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa», [Mt 13:22]. Satanás buscará por todos los medios impedir que estos oyentes sean obedientes a la Palabra pues estarán inmersos en dar prioridad a las cosas del mundo, las cosas triviales serán su objetivo, el dinero serán su empeño.
- Buena Tierra: «Este es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno», [Mt 13:23]. Este es un terreno que estaba listo para recibir la semilla; el oyente tenía un corazón dispuesto para creer en Dios. El Espíritu Santo había hecho la convicción divina para que se transformara de un oyente a un creyente, ningún ser humano puede lograr que ese cambio surta efecto en otros, solo Dios y el Espíritu Santo pueden arar el corazón. El verdadero conocimiento de Dios se revela en Su Palabra tal como dice 1 Tesalonicenses 2:13 «Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes».
Recordemos lo que dice Romanos 10:17 «Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios»; asimismo lo que dice Juan 6:63 «El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida». Esto significa que al oyente escuchar la Palabra de Dios, la cual es vida, el oyente percibe su verdadera condición como pecador, ya que es confrontado, y cuando recibe ese mensaje vivo y acepta obedecer sabe que ya no hará su voluntad, sino la de Dios, y que cuando eso ocurra recibirá la fortaleza necesaria para enfrentar el diario vivir.
Como vimos en nuestros estudio del Evangelio de Juan, las personas buscaban a Jesús por diferentes motivos, algunos lo hacen por obtener un milagro de sanidad; otros por comer de los panes y los peces; muchos por simple curiosidad; otros por ambición; pero otros pocos los buscaban porque creyeron que Él era el Mesías esperado, el Hijo de Dios. Aquellos que rechazaron la Palabra, es decir a Jesús, no pueden comprender la Biblia, la Palabra de Dios, pues estas son un misterio que solo el Espíritu Santo nos puede revelar.
Amados hermanos, Solamente los creyentes tienen el privilegio de conocer los misterios del Reino de Dios, a ellos el Espíritu Santo les da la capacidad divina de conocer la verdad espiritual. La semilla que cae en tierra que está lista para recibirla es “semilla productiva” y dará abundante fruto, y esto nos habla del principal objetivo de la iglesia «Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo», [Mt 28:19] , es decir del «evangelismo», esa fue la encomienda que dejó el Señor Jesús a sus discípulos, “proclamar el Evangelio de Jesucristo”.
Pues bien, no todos tendrán el impacto espiritual para alcanzar el máximo nivel de productividad 100%, de manera tal que sea una cosecha abundante, pero que bueno que el Señor da a su vez otros niveles, que igual servirán para tener una cosecha masiva, ya sea al 60% o al 30%. Lo importante es comenzar a sembrar, clamemos al Espíritu Santo para que sea en tierra buena y que la cosecha sea abundante «no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios», [2 Co 3:5].
Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito “desde mi perspectiva particular” en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones les sirvan a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.
Dios les bendiga,
Sandra Elizabeth Núñez
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