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11.04 Apostasía y Dificultades de Salomón

Hemos llegado a uno de los relatos que de manera particular, lo considero uno de los más tristes de toda la Biblia; y éste es la “Apostasía y Dificultades de Salomón”. Les confieso que cada vez que leo este capítulo mi alma se estremece, pues pienso, ¿cómo pudo ser posible que éste hombre cayera en la “apostasía”? Primero que nada, defino “apostasía”, en término cristiano, como una actitud del corazón donde el pecado causa deleite y no produce el rechazo, es considerada como “devolver la fe y rechazar al Señor”.

Pues bien, este relato inicia diciendo que Salomón amó, además de la hija de Faraón, a muchas mujeres extranjeras, es decir comienza indicando que él desobedeció a Dios quien había dicho en Deuteronomio 17:17 «Ni tomará para sí muchas mujeres, para que su corazón no se desvíe; ni plata ni oro amontonará para sí en abundancia».

 

Dios había dicho a Israel que no se uniera con ciertas mujeres de pueblos extranjeros, «Y no emparentarás con ellas; no darás tu hija a su hijo, ni tomarás a su hija para tu hijo. Porque desviará a tu hijo de en pos de mí, y servirán a dioses ajenos; y el furor de Jehová se encenderá sobre vosotros, y te destruirá pronto», [Deu 7:3]. Y Salomón violó ese mandato. Es tremendo ver que Dios le dijo la razón por la cual prohibía esas mezclas, pero él no hizo caso y terminó apostatando. Dice la Palabra que su corazón no era perfecto con Dios como el de David, quien es el modelo escogido por Dios para establecer la norma a seguir, y es que David adoró a Dios con todo su corazón, además nunca cayó en la idolatría, jamás adoró a dioses paganos [1 Reyes 9:4].

Resulta contrastante el hecho de que Salomón quien edificara el templo a Jehová, más adelante en su vejez edificara lugares altos para los dioses de sus mujeres. Él que había conocido y adorado al Dios verdadero, adoró a los dioses paganos de sus mujeres y permitió la idolatría en todo Israel. El que tres capítulos atrás hacia la dedicación del Templo a Jehová, donde oró desde lo más profundo de su corazón, recibió la visita del Señor en esa dedicación, recibió respuestas a sus oraciones y ahora sus muchas mujeres desviaron su corazón hacia los dioses de ellas y por lo tanto construía altares a los dioses abominables, llamados así porque sus ritos de adoración incluían el sacrificio de niños.

Amados hermanos y amigos, el declive espiritual de Salomón comenzó con apartarse y desobedecer las leyes de Dios, fue un proceso de enfriamiento hasta que llegó el momento que su corazón se apartó completamente de Dios, convirtiéndose así en un “apostata”, esto es, “devolvió la fe e hizo lo malo ante los ojos de Dios». Podríamos considerar que Salomón empezó en el espíritu y termino en la carne, tal como expresa Gálatas 3:3 «¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?». Esto es algo terrible y penoso, el hombre cuya petición para gobernar fuera “sabiduría”; aquel que había tenido el privilegio y gran honor de que Dios se le apareciera dos veces, aun así se apartó de Su camino. Y yo pienso si con todo eso él se alejó de Dios, ¿cuanto más lo haría el cristiano de doble ánimo? En definitivas, con ese pensamiento presente siempre en nuestro corazón: “Ocupémonos de guardar nuestra salvación con temor y temblor” [Filipenses 2:12b)]; y «Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga», [1 Co 10:12].

Todo pecado trae consigo consecuencias, Jehová le dice a Salomón la razón de su pronta adversidad: «Y dijo Jehová a Salomón: Por cuanto ha habido esto en ti, y no has guardado mi pacto y mis estatutos que yo te mandé, romperé de ti el reino, y lo entregaré a tu siervo. Sin embargo, no lo haré en tus días, por amor a David tu padre; lo romperé de la mano de tu hijo. Pero no romperé todo el reino, sino que daré una tribu a tu hijo, por amor a David mi siervo, y por amor a Jerusalén, la cual yo he elegido», [1 Reyes 11:11-13]. Como resultado del Juicio de Dios a Salomón, el reino le será entregado a su siervo, Jeroboam [1 Reyes 11:31], pero le daría una tribu a su descendiente a fin de continuar con la promesa dada a David. En conclusión, ese sería el inicio del reino dividido.

Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito ‘desde mi perspectiva particular’ en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones les sirvan a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.

Dios les bendiga,

Sandra Elizabeth Núñez

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