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Este libro relata la historia del trato de Dios con el profeta Jonás, quien se negara a obedecer Su mandato de ir a predicar sobre el arrepentimiento a la malvada ciudad de Nínive, capital del imperio asirio. Asiria era una ciudad con una violencia despiadada, la cual causaba el mayor de los temores a los pueblos enemigos, tal era el pavor, que muchos de ellos preferían morir antes de caer en las manos de gente tan sanguinarios como los asirios. Esa era una de las razones por la que Jonás revela aborrecía a los de Nínive.

Pues bien, Dios le dijo a Jonás que llevara un mensaje de juicio a Nínive, Jehová había dicho que la destruiría si no se arrepentía. Jonás deseaba que esa ciudad fuera juzgada, no quería que el pueblo fuera salvado, puesto que él sabía que si se arrepentía Dios los iba a perdonar, así que en vez de él ir directo hacia el oriente donde estaba Nínive, se fue para el occidente, a la

ciudad de Jope, y allí tomó una embarcación para ir a Tarsos, mostrando así que no quería hacer la voluntad de Dios.

Dios levantó una terrible tormenta cuyo desenlace final llevará a Jonás a cumplir el mandato divino. Así es que Jonás le confiesa a la tripulación que es el causante de la tormenta y que para detenerla tienen que lanzarlo al mar, y así lo hicieron. Luego él es tragado por un gran pez, permaneciendo en el vientre del pez tres días y tres noches, oró y Jehová lo oyó, «Y mandó Jehová al pez, y vomitó a Jonás en tierra», [Jonás 2:10]. Aquí recordemos que Jesús habló de Jonás como señal de su muerte y resurrección, «Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches», [Mateo 12:40].

A Jonás Dios le volvió a dar la oportunidad de llevar el mensaje, el cual una vez recibido obedeció y lo entrego. Al rey escuchar la profecía creyó y promulgó un decreto para que todos ayunaran, clamaran a Dios y se volvieran de sus malos caminos. Así lo hicieron, provocando esto un gran “mover del Espíritu” en toda la ciudad, parecido a lo que aconteció en el día de Pentecostés en Hechos 2:1-13, con la diferencia de que aquí fue toda una ciudad, en Nínive fueron más de 120 mil personas [Jonás 4:11]; quienes al arrepentirse vieron la misericordia y gloria de Dios.

El arrepentimiento del pueblo no fue del agrado de Jonás, por lo que salió de aquel lugar, deseando que la ciudad fuera destruida. Estando Jonás fuera de la ciudad Dios hace crecer una calabacera para que le diera sombra sobre su cabeza, pero al otro día envió un gusano y el árbol se secó, lo cual fue motivo de gran enojo a Jonás, al punto de desear la muerte. Se puso así por la muerte de un árbol, sin embargo, no le importó la salvación de los 120 mil pecadores de Nínive, por esa razón Dios lo reprende y le expresa que un alma tiene más valor que un árbol.

Mis amados hermanos y amigos, Jesús nos dijo «No he venido a llamar a justos, sino a pecadores», [Marcos 2:17] y a nosotros nos encomendó «Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo», [Mateo 28:19]. Esto nos habla del amor inagotable que siente Dios hacia el hombre.

En conclusión, tenemos un Dios misericordioso que espera que todos los hombres se acerquen a Él, tal como dice Santiago 4:8 «Acérquense a Dios, y Dios se acercará a ustedes». Dios no hace acepción de persona, este glorioso Evangelio es para todos, clamamos a Dios para que las personas acepten a Jesús como su Señor y Salvador. Nuestro Dios quiere que todos los hombres, judíos y gentiles, lo conozcan. Con este relato el Señor nos muestras que como sus colaboradores de la expansión del reino de los cielos acá en la tierra, nos usará para sus propósitos divinos a fin de que llevemos el mensaje del arrepentimiento y presentemos el plan de salvación. Estemos prestos a obedecer siempre la Palabra de Dios y que se haga vida en nosotros lo que dice el Salmo 40:8 «El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado»

Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito ‘desde mi perspectiva particular’ en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones le sirva a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.

Dios les bendiga,

Sandra Elizabeth Núñez

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