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4.05 Las Diez Pruebas en el Desierto (1)

El pueblo de Israel estaba en el desierto, iba rumbo a la Tierra Prometida, sin embargo afrontaron muchas circunstancias difíciles, pero en todas ellas dieron muestra de su desconfianza en Dios, quien siempre les había sostenido. A ese pueblo no le bastó haber visto la misma gloria de Dios con ellos, ni Sus maravillosos milagros y prodigios los cuales hizo desde antes de sacarlos de Egipto y aún continuaba haciendo en el desierto, aun permanecían con muchas áreas de sus vidas que no habían rendido a Dios.

Fueron muchas las ocasiones en que ya fuera con sus murmuraciones, desobediencias y faltas de fe osaron probar a Dios, y por esa razón es que Él les dice «Mas tan ciertamente como vivo yo, y mi gloria llena toda la tierra, todos los que vieron mi gloria y mis señales que he hecho en Egipto y en el desierto, y me han tentado ya diez veces, y no han oído mi voz, no verán la tierra de la cual juré a sus padres; no, ninguno de los que me han irritado la verá», [Num 14:21-23].

Los hijos de Israel desde su salida de Egipto habían pasado por muchas pruebas, sin embargo hubo diez pruebas principales, en las cuales fallaron, trayendo esto como consecuencia que no pudieran avanzar a la meta, que era llegar todos juntos y oportunamente a la Tierra Prometida, recibiendo así la herencia de Dios.

Es bueno que nos detengamos por un momento a apreciar la enseñanza que tiene para nosotros cada prueba de este relato, aunque el escrito sea más extenso de lo acostumbrado, ya que al igual que ellos en nuestro caminar en la fe también nos enfrentamos diariamente a situaciones similares, tal como lo expresa Romanos 15:4 «Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza»; sin embargo muchos creyentes al igual que pueblo de Israel, lastimosamente no superan las pruebas, mientras que otros, definitivamente dirigidos por el Espíritu Santo, con un corazón agradecido e inundando del amor de Dios, consiguen salir aprobados de sus distintas pruebas y logrando así tener una vida cristiana victoriosa en Cristo Jesús.

Traté de sintetizar esta enseñanza recopilando la información sobre las diez “tentaciones” de las cuales Dios habla en Números 14:22, puesto que aunque las pruebas fueron para el pueblo de Israel, sus reacciones, murmuraciones, quejas, desobediencias y falta de fe, las convirtieron en “pruebas del pueblo hacia Dios”.

Pues bien, hoy día todos los creyentes pasamos por cada una de estas pruebas que vivió el pueblo de Israel, de las cuales sí salimos aprobados nos va llevando gradualmente a hacia la madurez en Cristo, y nos permite poner por obra lo que dice Efesios 4:13 «hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo».

Ante de continuar les quiero recordar los siguientes versículos:

«No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar», [1 Co 10:13].

«Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman», [Santiago 1:12].

«En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo», [1 Pe 1:6-7].

A continuación mis comentarios sobre las primero cinco pruebas del pueblo de Israel acontecidas en el desierto:

i) Junto al Mar Rojo: Inmediatamente iniciaron su caminata por el desierto y comenzaron a ocurrirles circunstancias adversas el pueblo se quejó con Moisés diciéndole que el “los había sacado de Egipto para traerlos a morir en el desierto” [Ex 14:11-12]. El pecado que cometieron con esto fue: ‘falta de fe’.

Como todos sabemos, en la vida hay tiempos de alegrías y de tristezas, por eso cuando aceptamos al Señor Jesús como nuestro Salvador, salimos de las tinieblas y venimos a la luz, entonces necesitamos hacer ajustes a nuestras vidas y muchísimas veces ese proceso es doloroso, ya que debemos soltar hábitos pecaminosos; abandonar la costumbre de pecar y mentir; retirarnos de amistades o actividades cuya influencia nos afecta por no compartir ya los mismos principios, pues la sangre de Jesús nos ha empezado a transformar. Pero que hermoso es el gozo que sentimos con esa transformación, pues salimos de muerte a vida. Aunque las cosas del mundo continúan tratando de hacernos caer, a fin de volver a nuestra anterior y vana manera de vivir, tenemos un Dios amoroso que nos protege y nos das la fuerza para avanzar en esta carrera, tal como dice los siguientes versículos:

«Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo», [Jn 16:33].

«De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas», [2 Co 5:17].

ii) El agua amarga: El pueblo se quejó con Moisés pues tan pronto cruzaron el mar Rojo anduvieron tres días por el desierto sin encontrar agua, y cuando encontraron estaba amarga; entonces Moisés oro a Dios quien le mostró un árbol y le dijo que lo echara sobre las aguas amargas para que se endulzaran [Exodo 15:24-25]. Esto tiene un hermoso significado espiritual, puesto que el árbol es símbolo de Jesucristo, quien da un sabor exquisito a nuestras vidas cuando lo aceptamos como nuestro Salvador. También nosotros encontraremos amarguras y sufrimientos en este caminar de la fe, pero recordemos siempre que Cristo es nuestra solución:

«Todo lo puedo en Cristo que me fortalece», [Fil 4:13].

«Has cambiado mi lamento en baile; desataste mi cilicio, y me ceñiste de alegría», [Salmos 30:11].

iii) Murmuración contra el liderazgo: El pueblo nueva vez se quejaba de haber dejado Egipto, y murmuraban constantemente a los dos líderes Moisés y Aarón, [Ex 16:1-3]. Asimismo se mantenían quejándose de las circunstancias adversas que atravesaban.

Clamemos a Dios para que ponga guarda en la puerta de nuestros labios, y así evitemos caer en ese tipo de pecado, y si hemos caído en el recordemos que necesitamos ser limpiados; pedimos perdón con un arrepentimiento sincero, dispongámonos a apartarnos de ese hábito tan contaminante y desagradable a los ojos de Dios y de los hombres. Presentemos esa área de nuestras vidas para que Cristo nos ayude a consagrarnos a Él cada día más.

«Haced todo sin murmuraciones y contiendas», [Fil 2:14)].

iv) Recolección del maná más de la cuota diaria: El pueblo desobedeció a Dios, pues había sido instruido que debía recoger el maná para comerlo diariamente; pero ellos recogieron mayor cantidad de la que necesitaban y ahora había en el campamento maná podrido, lleno de gusanos y mal oliente [Ex 16:20]. Espiritualmente estos nos habla de que cuando desobedecemos la Palabra de Dios nos contaminamos en nuestros corazones, y también externamente pues siempre hay otras situaciones que salen afectadas, ya sea otras personas o nosotros mismos; desagradando así a Dios y ofendiendo al prójimo. Recordemos siempre que el hombre se inclina a hacer su propia voluntad, pero si nos arrepentimos y nos sometemos a Cristo y permitimos que el Espíritu Santo nos ayude en todas las cosas, modificaremos nuestro comportamiento, a fin de que para nosotros siempre sea un deleite hacer la voluntad de Dios.

«El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón», [Salmo 40:8].

«Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra», [Lc 11:2].

«Porque nuestra gloria es esta: el testimonio de nuestra conciencia, que con sencillez y sinceridad de Dios, no con sabiduría humana, sino con la gracia de Dios, nos hemos conducido en el mundo, y mucho más con vosotros», [2 Cor 1:12].

v) Recolección de maná día de reposo: Las leyes de Dios son claras, fueron escritas primero en tablas por el dedo de Dios y luego las doy a Moisés para transmitirlas al pueblo [Ex 16:27-29]. Este pueblo fue muy irrespetuoso, ya que había sido establecido por Dios que el sexto día recogieran doble porción de maná, para tener comida el día de reposo, y sin embargo no lo hicieron por lo que salieron a buscar mana el día de reposo. Hoy las leyes están escritas en nuestros corazones, clamemos para que siempre anhelamos cumplir las leyes de Dios por amor a Su nombre.

«¡Oh Dios, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación», [Salmos 119:97].

Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito ‘desde mi perspectiva particular’ en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones les sirvan a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.

Dios les bendiga,

 

Sandra Elizabeth Núñez

2 comentarios en «4.05 Las Diez Pruebas en el Desierto (1)»

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