Saltar al contenido

4.06 Las Diez Pruebas en el Desierto (2)

Como les había dicho en mi último comentario, los hijos de Israel desde su salida de Egipto habían pasado por muchas pruebas, sin embargo hubo diez pruebas principales, en las cuales fallaron, trayendo esto como consecuencia que no pudieran avanzar a la meta, que era llegar todos juntos y oportunamente a la Tierra Prometida, recibiendo así la herencia de Dios.

Pues bien, con el fin de compartir con ustedes las pruebas que pasó el pueblo de Israel en su pase por el desierto, ya que estoy segura que será de mucha edificación en nuestro crecimiento espiritual, tal como dice 1 Corintios 10:11 «Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos». Los israelitas no salieron aprobados de ninguna de las diez pruebas y como esas pruebas también nosotros las enfrentamos hoy día, debemos aprender las enseñanzas que nos dan para para salir aprobados y lograr tener una vida cristiana victoriosa en Cristo Jesús.

Pues bien, hoy día todos los creyentes pasamos por cada una de estas pruebas que vivió el pueblo de Israel, de las cuales sí salimos aprobados nos va llevando gradualmente hacia la madurez en Cristo, y nos permite poner por obra lo que dice Efesios 4:13 «hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo».

Ante de continuar les quiero recordar los siguientes versículos:

«No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar», [1 Co 10:13].

«Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman», [Santiago 1:12].

 

«En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo»,  [1 Pe 1:6-7].

 

A continuación mis comentarios sobre las últimas cinco pruebas del pueblo de Israel acontecidas en el desierto:

vi) Falta de agua en Refidim: Nueva vez comenzó el pueblo a contender con Moisés, ahora era por el agua [Ex 17:2-3], esto nos habla de las experiencias secas que los hombres estaban viviendo, es decir estaban secos espiritualmente, por lo que volvían los recuerdos de su vida anterior. Aplicando esta situación a nosotros hoy día, es bueno mencionar que ellos pedían agua porque estaban sedientos y la “sed” en sentido espiritual es figura de “necesidad espiritual”, y esa necesidad solo la puede llenar Jesús, únicamente Él es quien nos puede saciar.

«mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna», [Jn 4:14].

vii) Una prueba muy fuerte por la cual pasaron los hijos de Israel fue la del “becerro de oro”, el pueblo pidió que le fuera hecho para adorarlo. Esa situación resulta inconcebible, puesto que el único Dios verdadero era quien estaba con ellos y el único que merece toda adoración. También en este hecho considero sorprendente que precisamente Aarón el segundo al mando de la misión, fuera quien hiciera el becerro, cediendo a la presión de grupo y fallándole a Dios [Ex 32:7-10]. Hoy día, igual sucede con muchos cristianos, aquellos van en busca de dioses ajenos, los cuales no tienen que ser precisamente de yeso o cualquier otro material, ya que un ídolo es cualquier hombre o cosa que ocupe el lugar de Dios en el corazón nuestros corazones, ya sea un cónyuge, hijo, trabajo, cosas materiales, etc.

«Hijo de hombre, estos hombres han puesto sus ídolos en su corazón, y han establecido el tropiezo de su maldad delante de su rostro. ¿Acaso he de ser yo en modo alguno consultado por ellos?», [Ez 14:3].

 

Algo que deseo hacer notar es que estos acontecimientos sucedieron ante de Dios la existencia del Tabernáculo, pero miremos que misericordioso es Dios, pues Aarón se arrepintió de haber hecho el becerro de oro. El tuvo un arrepentimiento genuino y pidió perdón por el pecado; además Moisés intercedió ante Dios y mas adelante vemos como Dios en su infinita misericordia escoge a Aarón como Sumo Sacerdote. Cuando nos acercamos a Dios y pedimos perdón y nos apartamos del pecado, alcanzamos misericordia.

viii) Queja contra la adversidad: Los hijos de Israel se mantenía en constates quejas o murmuraciones ante cualquier circunstancia adversa [Num 11:1-2]. Debemos vencer todo situación que provoque desarmonía, descontento y que nos lleve a amargarnos por estar inconformes con todo. Debemos siempre recordar que Dios tiene perfecto control de todo, y que todas las cosas siempre nos ayudarán a bien.

«Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia», [Efesios 4:31].

 

«Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados», [Heb 12:15].

«Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados», [Ro 8:28].

ix) Queja por la comida: Ese pueblo era muy ingrato, viendo como Dios les había visto de todo se quejaban y no de le daban las gracias por toda la provisión que le dio, tanto física como espiritual. Dios le había dado “maná”, pan del cielo, esa semilla contenía todas las propiedades alimenticias para mantener al pueblo sano y fuerte, también tenía un sabor agradable, además con ella se preparaba variedad de platillos. Sin embargo el pueblo no vio nada de eso, puesto que tenía sus ojos en el pasado, anhelando comer carne, no daban valor al presente [Num 11:4-6].

Es bueno mencionar que junto con los israelitas salieron de Egipto extranjeros ya sea porque habían formado familia con algún israelita o porque quisieron partir de su ciudad. Esos hombres fueron los primeros que desearon comer carne, contagiando así a las demás personas del pueblo y llevando la queja a Dios. Hoy día, nos pasa igual, si nos reunimos con personas que nos compartimos las mismas creencias pueden intentan influenciar nuestra forma de ser o pensar, a fin de que participemos de una vida que no agrada a Dios, tengamos cuidado con eso.

«Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido», [Rom 1:21].

«No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?», [2 Cor 6:14].

 

x) Entrada a la Tierra Prometida: Esta fue la última prueba, y lastimosamente también fallaron, pues se rehusaron a entrar a la tierra [Num 14:1-4], debido a su incredulidad en la promesa de Dios. Tal como vimos en nuestro estudio de “Los Doce Espías”, el Señor tenía todo preparado para que ellos fueran a conquistar Canaán pero debido a que diez espías hablaron mal dijeron «También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos», [Num 13:33]. Esa imagen le quedó al pueblo quienes se atemorizaron, viendo a los habitantes como gigantes poderosos, y ellos visualizándose como langostas, y entonces declarando que la conquista era imposible. Mientras tanto «entonces Caleb hizo callar al pueblo delante de Moisés, y dijo: Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos» [Num 13:30].

Mis amados hermanos y amigos, como les había comentado, cuantas situaciones similares a estas nos han acontecido en nuestras vidas, donde Dios nos ha dado una herencia y para obtenerla debemos vencer a los enemigos espirituales que siempre están al acecho con el único propósito de infundirnos temor, el cual nos paraliza y nos hace faltos de fe y así no alcanzar el objetivo, la bendición y promesa del Señor a nuestras vidas. Quizás hoy mismo alguno de nosotros este pasando por una prueba que lo ha invadido de temor, si es tu caso te quiero recordar el siguiente versículo, sino es tu situación o la mía, guardémoslo en nuestros corazones para cuando lo necesitemos, «Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo», [1 Jn 4:4].

 

Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito ‘desde mi perspectiva particular’ en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones les sirvan a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.

Dios les bendiga,

 

Sandra Elizabeth Núñez

1 comentario en «4.06 Las Diez Pruebas en el Desierto (2)»

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *