Saltar al contenido

43.05 Los Primeros Discípulos de Jesús

Los primeros discípulos de Jesús fueron llamados de cuatro formas distintas, las cuales nos sirven de ilustración para comprender que Dios tiene tratos diferentes para llamar a cada persona. Consideremos estas diferentes formas a la luz de la Palabra, en su aplicación a la vida del creyente.

  1. Los primeros dos discípulos, y uno de ellos era Andrés hermano de Simón Pedro, [Juan 1:35-40], fueron alcanzados a través de la predicación: “He aquí el Cordero de Dios”. Esos hombres eran discípulos de Juan el Bautista, quien era un extraordinario predicador y maestro, por lo que con toda seguridad ya habían escuchado muchas veces al ‘precursor del Mesías’ predicando acerca de su pronta Venida. Como se podrá dar cuenta, estos hombres no se conformaron con solo escuchar la prédica de Jesús, ellos anhelaban tener comunión con Él, pues le preguntaron a Jesús donde moraba, y Jesús les invitó a seguirlo.   Es de suma importancia escuchar las prédicas de sana doctrina que imparten los ministros delegados por Dios, pues a través de ellos el Señor habla al corazón del hombre, y esto reafirmará su fe y pondrán por obra lo predicado. También aquellos que no conocen de Jesús o están apartados de Él, tendrán la hermosa oportunidad de ‘aceptarlo como su Señor y Salvador’, es decir, convertirse en ‘seguidores de Jesús, fieles discípulos de Él’. Recordemos pues: «Así que la fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios», [Romanos 10:17].
  1. El tercer discípulo, fue alcanzado por medio de la ‘plática sobre Jesús o evangelización’, es decir de compartir la Palabra de Dios con otros, cumpliendo así con el mandato divino dejado por Jesús «Id haced discípulos…», [Mateo 28:19; Juan 1:41-42]. Ese fue el caso de quien más adelante sería el Apóstol Pedro, su hermano Andrés fue quien le habló de Jesús. Esto también nos enseña la necesidad de nosotros predicarle a nuestros familiares.
  2. A otro discípulo Jesús ‘le llamó con Su voz’; tuvo un encuentro personal con Él, [Juan 1:43]. Han sido muchos los casos que hemos sabido de personas que han escuchado la voz de Jesús de forma audible, o en su corazón; pero definitivamente han sido testimonios maravillosos de cómo el mismo Jesús les llamó. Un ejemplo bíblico de esto es el llamado del Apóstol Pablo, [Hechos 9].
  3. El último caso de la conversión de los primeros discípulos nos habla de Natanael, de quien Jesús dice «He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño», [Juan 1:47]; lo que nos da a entender que él era un hombre que conocía y ponía por obra la Palabra de Dios pero necesitaba reconciliarse con Él reconociendo a Jesús como el Hijo de Dios y Salvador; como el ‘Mesías esperado’. Esto así pues sabemos que Jesús es el único mediador entre Dios y los hombres, [Juan 14:6; Romanos 5:10-11].

 

Amigos y hermanos, hoy en día Jesús sigue extendiendo la invitación a aquellos que no le conocen o están apartados de Él; si ese fuera tu caso y desearas aceptarlo, solamente debes hacer una oración sencilla tal como dice la Biblia en Romanos 10:9-10, «Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación».

Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito “desde mi perspectiva particular” en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones les sirvan a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.

Dios les bendiga,

Sandra Elizabeth Núñez

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *