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43.50 Jesús es Ungido

En este capítulo 12 del Evangelio de Juan encontramos varios relatos, pero deseo recalcar que el mismo contiene las últimas palabras que Jesús le dijo al mundo ante de iniciar Su camino a la cruz, es decir Jesús estaba llegando al final de Su vida física en la tierra.

Pues bien, el capitulo 12 inicia contando que seis días antes de la Pascua Jesús fue a Betania donde estaba Lázaro. Esto nos muestra la valentía de nuestro Amado Señor, pues recordemos que contra Él pesaba una orden de apresamiento, por lo que todos los que tuvieran contacto con Él estaban en la obligación de informar a las autoridades judías, [Juan 11:53-57]. Por eso es que nuestro Señor se había apartado a una ciudad llamada Efraín, y ya no andaba abiertamente entre los judíos, no por temor, sino porque Su tiempo no había llegado, en otras palabras, faltaba que acontecieran situaciones que estaban estipuladas en el plan de Dios antes de Él ir a la Cruz.

En Jerusalén las autoridades planearon darle muerte a Jesús, en contraste aquí́ en Betania Sus amigos le prepararon una fiesta, una cena en Su honor. Notemos pues como Él, regresó de donde salió́. Sí regresó a ese hogar donde tanto le amaban, y en el cual Él se acostumbraba a hospedar; esto nos habla de la importancia de que Jesús permanezca en nuestros hogares «He aquí, Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye Mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo», [Apocalipsis 3:20].

La historia objeto de estas notas es relatada en Juan 12:1-8. Allí́ se nos habla de la ocasión en la cual Jesús fue ungido, con ese suceso se inicia ‘la semana de la pasión’. Muchos creen que esta historia es la misma que la de ‘la mujer pecadora’, narrada en Lucas 7:36-8:3; lo cierto es que son dos historias completamente distintas, lo único que las iguala es que ambas mujeres enjugaron los pies de Jesús con sus cabellos. Hago esta aclaración porque en esta narración de Juan quien lava los pies de Jesús es María, la hermana de Marta y de Lázaro el resucitado.

Pues bien, amados hermanos y amigos, en ese hogar, se le hizo una cena especial, un banquete en honor a Jesús con motivo de agradecimiento y muestra de amor a Él. Vemos a los anfitriones con delicadas y especiales atenciones hacia su huésped, Jesús; y sus amigos los que le amaban se gozaban de la misma forma en que nosotros los cristianos debemos hacerlo:

  • María: Sentada a los pies de Jesús, en esta ocasión ungiéndole.
  • Marta: Se deleitaba prestándole servicios a Jesús.
    • Lázaro: Mantenía una estrecha comunión con Jesús, le estaba conociendo más.


El corazón de María estaba inundado de amor hacia Jesús, por lo que inmediatamente buscó el perfume que ella poseía para ser ungidos los cuerpos de ella o de toda su familia el día que murieran, ese era su tesoro; un frasco de perfume de nardos puro, el cual tenía un costosísimo valor de aproximadamente 300 denarios, el salario anual de un obrero en esa época. El contenido del frasco era de una libra de perfume, esto es casi medio litro o 300 gramos, y como usted y yo sabemos hoy día los perfumes se venden por onzas, es decir que era muchísimo perfume.

María toma el perfume y lo derrama en los pies de Jesús, esto como un acto de adoración al Señor. Ese perfume que en el futuro ella pretendía usar para que perfumaran un cuerpo muerto, ahora ella lo usaba para perfumar los pies de un vivo, Jesús; entonces la exquisita fragancia inundaba toda la casa, llenó el más pequeño rincón de ese hogar del aroma tan especial que adquiere quien es tocado por Jesús, podríamos decir que huele a gloria. Éste lavamiento de los pies de Jesús con perfume es una alusión a Su muerte próxima.

Luego de vertido todo el contenido del frasco María procede a secar los pies de Jesús con sus cabellos. Recordemos que en Palestina la mujer no puede mostrar sus cabellos, y mucho menos presentar en público su pelo suelto, a ella no le importó la cultura o costumbre, ella se desbordó de amor y de humildad frente a nuestro Señor.

Visto este acto Judas lo consideró un despilfarro y hace un comentario incitado por su avaricia y deshonestidad, «¿Por qué no fue este perfume vendido por trescientos denarios, y dado a los pobres?», (Juan 12:5). Verdaderamente esa no era su intención, era la fiesta de Pascua y en esa época se les daban generosas limosnas a los pobres, pero realmente lo que él quería era robárselo, ya que tenía por costumbre robar el dinero que administraba de todos los apóstoles.

Jesús rechaza la recriminación de Judas y le dice algo como que no moleste a María pues ella ha hecho una buena obra con Él, y también le responde haciendo probablemente una alusión a lo que dice Deuteronomio 15:11 «Porque no faltarán menesterosos en medio de la tierra; por eso yo te mando, diciendo: Abrirás tu mano

a tu hermano, al pobre y al menesteroso en tu tierra». Jesús no minimiza la ayuda que se le debe dar al pobre, sino más bien dice que en ese momento lo que se debía enfatizar era su pronta y eminente muerte.

Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito ‘desde mi perspectiva particular’ en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones le sirvan a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.

Dios les bendiga,

 

Sandra Elizabeth Núñez

 

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