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43.55 Incredulidad del Pueblo

En este pasaje vemos la incredulidad del pueblo judío, y verdaderamente nos pone a pensar en la tanta similitud de ese episodio con lo que vivimos hoy día.

Empecemos hablando de muchas evidencias presentadas por Jesús para que el pueblo creyera que verdaderamente es el Mesías esperado. Fueron tantas los milagros que hizo, las palabras que predicó, grandes multitudes presenciaron los hechos, oyeron Sus palabras, escucharon los testimonios y aun así decidieron permanecer totalmente indiferentes ante el hecho de creer en Jesús.       

Esto igual me pone a pensar, hoy día a muchos les ha sucedido lo mismo y manifiestan tres actuaciones: Creen en Jesús; no creen en Él, o les avergüenza decir que creen en Él, lo mantienen en secreto y no se comportan como tal.

Continuemos con el relato, Juan trata de aclarar el rechazo de los judíos hacia Jesús con dos pasajes del profeta Isaías [Isaías 53:1-2 y 6:10], cuyas citas han sido motivo de dilema a muchas personas debido a que parece decir que la incredulidad, en caso de los judíos pero extensiva a toda la humanidad, se debiera a la voluntad de Dios. Ciertamente debemos entender que los judíos creían que Dios siempre estaba detrás de absolutamente todas las cosas y que por ende nada podría suceder si no fuera por Su voluntad. Entonces llevaron ese pensamiento hasta el extremo de hacer responsable a Dios de la incredulidad de ellos.

En fin, debemos entender que este pasaje no quiere decir que Dios predestinó a que algunas personas fueran incrédulos, sino más bien que todo el Señor lo transforma para beneficio de Sus propósitos divinos; es decir que nada ni nadie puede hacer fracasar Sus planes. Aquí pudiéramos mencionar lo que dice Romanos 8:28 «Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a Su propósito son llamados».  Recordemos también lo que dijo el Apóstol Pablo con respecto a la incredulidad de los judíos, Romanos 11:11 «Digo, pues: ¿Han tropezado los de Israel para que cayesen? En ninguna manera; pero por su transgresión vino la salvación a los gentiles, para provocarles a celos», es decir que los judíos no creyeron para que de esa forma se les predicara el Evangelio a los gentiles, aquellos que no son judíos, a nosotros.

También debemos observar que aquellos que tercamente cierran sus ojos y endurecen su corazón ante la verdad toman por decisión propia optar por la incredulidad, haciendo uso de su libre albedrío; es decir el hombre hace uso de su voluntad humana, lo que también involucra a Satanás como el causante del endurecimiento del corazón; pues el hombre le ha cedido derechos oponiéndosele a Dios y abriéndoles las puertas de su corazón a las tinieblas, esto lo podemos afirmar con los siguientes versículos:

  • «¿Por qué no entendéis Mi lenguaje? Porque no podéis escuchar Mi palabra. Vosotros sois de vuestro padre el Diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira», [Juan 8:43-44].
  • «Y cuando cenaban, como el Diablo ya había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, que le entregase», [Juan 13:2].

Este relato concluye diciendo que muchos gobernantes creyeron en Jesús, lo que nos muestra otra vez que realmente el hombre tiene la libertad de escoger si cree en Jesús o no. Sin embargo, esos hombres mantuvieron en secreto su creencia en Él por temor a los fariseos, quienes inmediatamente se dieran cuenta de que eran creyentes, los expulsarían de la sinagoga. Si ellos admitían que creían en Jesús, se enfrentarían a persecuciones, y por el temor a los hombres prefirieron mantenerlo en secreto y no comprometerse con Jesús, pues amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios. Prefirieron no comunicar sus convicciones, perdiéndose con eso de una gran victoria, tal como dice 1º Juan 5:4 «Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe».

Amados hermanos y amigos, concluyo con las palabras de Jesús en Mateo 10:32-33 «A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, Yo también le confesaré delante de Mi Padre que está en los cielos. Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, Yo también le negaré delante de Mi Padre que está en los cielos».

Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito ‘desde mi perspectiva particular’ en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones le sirva a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.

Dios les bendiga,

 

Sandra Elizabeth Núñez

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