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43.73 Yo He Vencido al Mundo

El Señor continua la conversación con los Suyos diciéndoles «Estas cosas os he hablado en alegorías; la hora viene cuando ya no os hablaré por alegorías, sino que claramente os anunciaré acerca del Padre», [Juan 16:25].    Con estas palabras quizás los discípulos pudieron haber pensado en las ocasiones en que Jesús les hablaba de que volvería al Padre o de las tantas veces que les habló en parábolas, pero sabemos que los discípulos estaban sumamente abrumados porque el Señor se iba de su lado, y desde ya estaban consternados debido a la ausencia de Jesús que pronto los dejaría.

Es hermoso ver como el Señor luego les habla de que cuando llegue el momento en que Él no esté,  los Suyos deben pedir al Padre en el ‘Nombre de Jesús’.

Recordemos que Él les había dicho que nos los dejaría solo, sino que era conveniente que se fuera para que viniera el Consolador’, por lo tanto cuando el Espíritu Santo fuera derramado sobre ellos recibirían la bendición de pedir/orar al Padre por todas las cosas o necesidades del cuerpo, alma y espíritu. Los Suyos pronto iniciarían una nueva forma de relación con el Padre Dios, una relación de comunión íntima como el Señor les había enseñado. Jesús mediará por nosotros ante Dios, quien nos ama y nos tiene por hijos desde que creímos en el Señor y lo aceptamos como nuestro Salvador.

Bien, el Señor ya había concluido Su misión en el mundo, lo único que faltaba era Su arresto, crucifixión y resurrección, por eso les dice a Sus discípulos «Salí del Padre, y he venido al mundo; otra vez dejo el mundo, y voy al Padre», [Juan 16:28].  Es a causa de la primera parte de este versículo que los discípulos dicen que entienden lo que Jesús les habla, puesto que ellos reconocían que el Señor había salido del Padre. La segunda parte de ese versículo me hace recordar que el Hijo de Dios vino antes al mundo cuando lo estuvo creando junto al Padre y al Espíritu Santo. Esa expresión a mi entender confirma Su Deidad desde antes de la fundación del mundo.

Volviendo al momento en que los Suyos les dicen que ellos creen que Jesús había salido de Dios, «Jesús les respondió: ¿Ahora creéis?», (Juan 16:31). Cualquiera pudiera pensar que esa pregunta tiene un reproche implícito, ya que fueron tantos los milagros que ellos vieron, así como palabras que escucharon de Jesús, motivo por el cual mucho antes debieron haber creído; pero qué bueno que aún no era tarde para creer.

Se aproximaba el momento más difícil de la prueba de los Suyos, ver el arresto y crucifixión de Jesús, y allí su fe sería probada, ya que dentro de una hora aproximadamente, iniciaba el viaje de Jesús a la cruz.

Pues bien, el Señor les continua hablando y les dice que prontamente ellos los dejarían, y así sucedió, más tarde cuando Jesús fue crucificado debido al temor, los discípulos se dispersaron y volvieron a sus hogares y a los negocios de pesca nuevamente; esto hace referencia a lo que dice Zacarías 13:7 «Levántate, oh espada, contra el pastor, y contra el hombre compañero mío, dice Jehová de los ejércitos. Hiere al pastor, y serán dispersadas las ovejas; y haré volver mi mano contra los pequeñitos».

Jesús les dijo que cuando ellos le dejarían solo (tiempo futuro), pero que Él no estaba solo (tiempo presente) porque Dios está con Él. Asimismo debemos pensar nosotros, amados hermanos y amigos, no estamos solos, Dios está con nosotros, siempre.

El Señor termina este discurso diciéndoles «Estas cosas os he hablado para que en Mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, Yo he vencido al mundo», [Juan 16:33].  El mundo solamente brinda aflicción, pero los que estamos en Cristo tendremos paz. El mundo le haría mucho daño a Jesús, sin embargo salió vencedor de la cruz, y nosotros también debemos vencer al mundo por la fe en Cristo, tal como dice 1 Juan 5:4-5 «Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?».

Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito ‘desde mi perspectiva particular’ en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones le sirvan a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.

Dios les bendiga,

 

Sandra Elizabeth Núñez

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