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43.74 Jesús ora por Sí mismo – «La Gloria de la Cruz»

«Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado», [Juan 17:3].

Este capítulo 17 inicia haciendo referencia a los sermones y discursos que el Señor Jesucristo había dado y que fueron mencionados en los tres capítulos anteriores.

Después de concluir con el discurso en el Aposento alto, nuestro Señor  alza Su mirada al cielo donde está el trono del Padre y con este gesto de oración, se dirige a Dios con confianza, lleno de fe y amor; diciéndole una oración que solamente le corresponde a Él, es suya.

Por cierto, esa oración extraordinaria oración con la cual concluye el discurso del Aposento Alto, es la oración más larga de la Biblia, y consta de 26 versículos, los cuales se pueden dividir en:

Versículos                Temas

  1  –  5 ………. Jesús ora por sí mismo, “La gloria de la Cruz”.
  6  –   8  …….  La obra de Jesús y el sentido del discipulado.

  9  – 19 …….. Oración de Jesús por sus discípulos.

20  – 26 …….. Oración de Jesús por los nuevos creyentes, la iglesia y la promesa de gloria.

Iniciamos ilustrando los versículos del 1 al 5, donde Jesús ora al Padre por sí mismo y muestra la profunda relación que tiene con Él al decirle “la hora ha llegado”; sí había llegado la hora de la gran angustia que le llevaría a la muerte de Cruz, luego al sepulcro para concluir en la resurrección y así salir del mundo elevándolo a los cielos, a la casa de Su Padre.

El Señor le pide al Padre que lo glorifique, es decir le pedía Su ayuda para sustentarlo en tan dura prueba que pronto le tocaría atravesar. Recordemos que aunque Jesús era Dios se había despojado de Su gloria mientras estuvo acá en la tierra, tal como dice Filipenses 2:6-8 «el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz».

Lo anterior significa que “la Cruz fue la gloria de Jesús”, pues fue allí donde concluyó la obra encomendada por Su Padre, cuyo principal objetivo era poder otorgar al ser humano que creyera en Jesús el precioso regalo de “la vida eterna”.

Fue en la Cruz que Jesús mostró toda su majestad y a través de ella conquistó la humanidad, con cada gota de Su Sangre preciosa que fue vertida en ese madero. Allí culminó la obra que el Padre le dijo que hiciera durante su ministerio terrenal; así como también venció a Satanás, la muerte y el pecado; y abrió el paso a la participación de los creyentes a “la vida eterna”. Jesús regresaba al cielo junto a Su Padre con la exquisita gloria de la victoria.

Es maravilloso comprender que la vida eterna es un regalo que se nos da no por nuestros méritos, sino por la gracia de Dios. «La vida eterna» es la razón por la cual Cristo vino al mundo, fue crucificado, venció a la muerte y al pecado y resucitó: y por eso le seguimos «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna», [Juan 3:16].

Hoy Jesús está en los cielos junto al Padre siendo Él nuestro mediador «Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre» [1 Timoteo 2:5]. Ese es el maravilloso intercesor de nuestras almas, quien un día volverá a buscarnos para que estemos juntamente con Él, tal como nos dice en Juan 14:2 «En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros».

El Señor habla de la gloria que tenía antes de haber venido a cumplir su misión y con la cual había sido investido junto con Dios. Esa gloria que tuvo antes de la creación de la tierra, en el principio “el Verbo era con Dios” (Juan 1:1), denotando esto la intimidad y la unidad con Dios tal como expresa Juan 1:18 «A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer».

Amados hermanos y amigos, Jesús con esa hermosa obra en la Cruz glorificaba también al Padre, ya que «y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz», [Efesios 2:8]. Sin embargo, en “la Cruz” no concluía Su misión, al contrario, ella daba inicio a la maravillosa “resurrección” y al pase de poder estar en uno de estos dos lugares: “el infierno” o “la vida eterna”. «Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor», [Filipenses 2:12].

Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, estos comentarios o anotaciones los emito ‘desde mi perspectiva particular’ en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones les sirvan a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.

Dios les bendiga,

Sandra Elizabeth Núñez

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