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43.75 La obra de Jesús y el sentido del Discipulado

«He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra», [Juan 17:6].

Jesús, el mediador entre Dios y los hombres, es quien ha revelado a la humanidad cómo es Dios, Su carácter y Su verdadera naturaleza y corazón. Únicamente el Señor podía correr las cortinas para presentarnos a nuestro amado Dios pues tal como nos dijo en Juan 14:9 «Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre» Estos nos hace ver que en Jesús podemos ver el carácter, la mente y el corazón de Dios.

Nosotros los que somos discípulos de nuestro adorado Señor Jesucristo, reconocemos que es el “Enviado de Dios” y que toda las obras que hace, así como las palabras que habla salen del corazón de Dios tal como lo expresa Juan 14:10 «¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras».

Los versículos que nos atañen en esta ilustración, Juan 17:6-8, nos hablan también del significado del “discipulado”:

  • Según el diccionario Vine: “Discípulo no es meramente uno que aprende, sino un partidario; de ahí que se les mencione como imitadores de su maestro” (Juan 8:31) «Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos».
  • El Comentario del Nuevo Testamento William Barclay dice “El discipulado conduce a la obediencia. El discípulo es el que obedece la Palabra de Dios como la recibe en Jesús. Es el que se somete al magisterio de Jesús. Mientras queramos seguir haciendo lo que queramos, no podemos ser discípulos; el discipulado implica sumisión”.

Amados hermanos y amigos, recordemos que Jesús depositó siempre toda su confianza y fe en nuestro Padre, Dios; así también confió en 12 discípulos, hombres comunes y corrientes, igual que tú y yo. Al final de la jornada uno de los discípulos pereció, pues le traicionó porque verdaderamente nunca creyó en el Señor, fue un apostata; sin embargo bastaron 11 hombres para cambiar el mundo; hombre llenos de debilidades, defectos y pero también con un montón de virtudes, quienes fueron transformado por Jesús; impactados por sus Palabras y llenos de fe y el amor de Dios.

Esos 11 discípulos quedaron plenamente convencidos de que todo cuanto Jesús hizo y les dijo, provenía del Padre. Recibieron con amor la doctrina de Cristo, que eran la doctrina de Dios. Guardaron la Palabra de Dios en sus corazones y la pusieron por obra. Entonces, imitemos con gozo al Señor, tal como lo hicieron los discípulos que les acompañaron físicamente en el ministerio terrenal de Jesús, quien antes de volver al Padre delegó en los suyos “la gran comisión” «Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo», [Mateo 28:19].

Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito ‘desde mi perspectiva particular’ en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones le sirvan a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.

Dios les bendiga,

 

Sandra Elizabeth Núñez

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