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43.78 El Arresto de Jesús

Es importante hacer notar que la exposición que hace Juan de este relato es diferente a los demás Evangelios, en los cuales Cristo es presentado como:

Mateo:   Rey de los Judíos, (Su Realeza).

Marcos:   El Siervo de Dios (Su Humildad y Obediencia).

Lucas:   Cristo como Hombre (Su Humanidad).

Juan:       El Hijo de Dios   (Su Divinidad).

Evangelio es una palabra griega que significa ‘buena noticia’. En la Biblia encontramos los cuatro Evangelios compuestos por los libros de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, siendo estos los nombres de sus autores y a su vez, los cuatros primeros libros del Nuevo Testamento. Estos libros contienen el relato de la vida, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo.

Los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, llamados Evangelios Sinópticos, palabra griega que significa “ver el todo en conjunto”, por mostrar la vida y las enseñanzas de Cristo; por supuesto, cada uno desde una perspectiva diferente, no obstante se necesitan los tres juntos para obtener la visión completa y así lograr comprender la vida y el ministerio de Cristo.

A diferencia de los tres Evangelios Sinópticos, el propósito de Juan no era presentar una narrativa cronológica de la vida de Cristo, sino manifestar Su Deidad. Juan enfatiza que Jesucristo es ‘el Hijo de Dios’, totalmente Dios y totalmente hombre. Por lo antes expuesto, podemos entender porque Juan no habla de la agonía de Jesús en el Getsemaní, como tampoco menciona la entrega de Judas con el beso.

Luego de esta aclaratoria, les comento que cuando Jesús terminó de hacer la oración por Sus discípulos salió de Aposento Alto, lugar donde habían tomado la última cena y se trasladó junto con ellos al Torrente de Cedrón, que es una quebrada honda donde estaba el huerto de Getsemaní (prensa de aceite). A partir de ese momento Jesús inicia el viaje a la agonía el cual tendrá como destino la cruz.

Una vez todos en el huerto llega una compañía de soldados, y alguaciles de los principales sacerdotes y de los fariseos; estos llegaron allí con linternas y con armas. Esos soldados eran los policías privados del templo, cuya función principal era mantener el orden en aquel lugar; llegaron con la intención de arrestar a Jesús. Sorpresa debió haber sido para los Suyos ver a Judas quien estaba con ellos, pues asistió como guía para identificar a Jesús a fin de que lo arrestaran.

Pues bien, dice Juan 18:4-6 «Pero Jesús, sabiendo todas las cosas que le habían de sobrevenir, se adelantó y les dijo: ¿A quién buscáis? Le respondieron: A Jesús nazareno. Jesús les dijo: Yo Soy. Y estaba también con ellos Judas, el que le entregaba. Cuando les dijo: Yo Soy, retrocedieron, y cayeron a tierra».  En estos versículos podemos ver que aunque ellos no le reconocieron como el Mesías, por eso le llamaron ‘Jesús nazareno’, sin embargo cayeron al suelo derribados por el poder sobrenatural de Dios y de la gloria de Cristo, mostrando esto su Deidad y autoridad.

Jesús no puso ningún tipo de oposición ante Su arresto cumpliéndose lo que dice Isaías 53:7 «Angustiado Él, y afligido, no abrió Su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de Sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió Su boca».

Luego leemos en Juan 18:8 «Respondió Jesús: Os he dicho que Yo Soy; pues si me buscáis a Mí, dejad ir a éstos».  El Señor muestra Su amor y protección hacia los Suyos en circunstancias tan difíciles; el Buen Pastor protegiendo a Sus ovejas. La verdad amados hermanos que éste versículo muestra el poder y el dominio de nuestro Señor, ya que estos soldados obedecieron las palabras de Jesús, pues pudieron haber aprovechado y prender a todos los discípulos, en especial a Pedro quien había cortado la oreja del siervo Malco.

Finalmente, ante la actitud de Pedro al sacar la espada y cortarle la oreja a Malco, sucede que:  «Jesús entonces dijo a Pedro: Mete tu espada en la vaina; la copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?», [Juan 18:11].   De éstas palabras expresadas por el Señor a Pedro se deduce que quiso decirle que vendría a ser un estorbo para el cumplimiento del plan de Dios, siendo la copa el sufrimiento y la muerte que Jesús tenía que soportar por nuestros pecados.

Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito ‘desde mi perspectiva particular’ en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones le sirvan a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.

Dios les bendiga,

 

Sandra Elizabeth Núñez

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