Saltar al contenido

43.80 Pedro en el patio de Anás

Luego del arresto de Jesús, los discípulos le habían abandonado, sabiendo bien que fue el cumplimiento de una petición que hizo Jesús al momento de entregarse, «si me buscan a Mí, dejen ir a estos», [Juan 18:8b]. Pero en este relato podemos ver que dos de Sus discípulos le siguieron hasta el lugar donde había sido llevado, ‘el patio de Anás’.  Dice Juan 18:15 «Y seguían a Jesús, Simón Pedro y otro discípulo. Y este discípulo era conocido del sumo sacerdote, y entró con Jesús al patio del sumo sacerdote».  Se cree que ese otro discípulo era el Apóstol Juan quien con frecuencia habla de sí mismo sin mencionar su nombre.

 

Recordemos que a Jesús lo llevaban ante el sumo sacerdote quien en ese año era Caifás, sin embargo, lo presentaron primero con su suegro Anás, quien en el pasado había sido sumo sacerdote y aún mantenía una fuerte influencia y poder político.

Según la ley judía para caso de pena capital ningún individuo podía actuar legalmente como juez, sino que se debía escuchar varios jueces, sin embargo Anás le hizo un interrogatorio a Jesús de forma privada, y la ley no hizo nada al respecto.

Dice Juan 18:16 «más Pedro estaba fuera, a la puerta. Salió, pues, el discípulo que era conocido del sumo sacerdote, y habló a la portera, e hizo entrar a Pedro».  Con esto podemos ver que Juan intercedió ante la portera para que dejara entrar a Pedro, ya que solamente deberían entrar allí los alguaciles que llevaban a Jesús y algunos conocidos de la casa. A la portera le debió causar curiosidad la presencia de Pedro en un asunto tan delicado y de vital importancia, por lo tanto, decide acercarse a él y al verlo le hace la pregunta «…¿No eres tú también de los discípulos de este hombre? Dijo él: No lo soy», [Juan 18:17].

Podríamos pensar que ella hizo la pregunta porque quizás lo había visto en cualquiera de las muchas ocasiones en las cuales pudo visualizar a Jesús junto a los Suyos, o quizás por la cara de miedo que pudo haber tenido Pedro mientras estaba en ese lugar. Esta es la primera ocasión en la que Pedro niega ser discípulo de Jesús.  En fin, resulta contradictoria la actitud de Pedro ya que actuó con valentía frente a un soldado al cortarle la oreja para intentar impedir el arresto de Jesús, y ahora actúa como un cobarde ante una sierva al negar a Jesús.

Es conveniente comentarles que después del arresto de Jesús, Pedro siempre le siguió de lejos, eso lo podemos leer en Mateo 26:58 «Más Pedro le seguía de lejos hasta el patio de Anás; y entrando, se sentó con los alguaciles, para ver el fin».  

Amados hermanos y amigos, cuando un cristiano comienza a alejarse de Jesús se inicia su acercamiento a la tentación y al pecado, se convierte en una presa vulnerable para el enemigo de las almas. Si bien es cierto que esto nos hace recordar la ocasión en la cual «Le dijo Pedro: Señor, ¿por qué no te puedo seguir ahora? Mi vida pondré por ti», (Juan 13:37); no es menos cierto que debemos recordar también lo que dice  la  Palabra  de  Dios  en 1 Corintios 10:12 «Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga».   Pedro padeció de orgullo y cayó, esto nos los hace ver Proverbios 16:18 «Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu».

Por último destaquemos que en esa noche hacía un frio tan intenso debido al equinoccio invernal el cual marcaba el inicio de primavera, siendo su característica principal que el día y la noche tienen la misma duración. Pues bien, el frío provocó que tanto los siervos como los alguaciles encendieran un fuego para calentarse, y junto a ellos estaba de pie Pedro y esto tiene un significado espiritual muy valioso para nosotros, y es que Pedro se juntó con mala compañía con el fin de no levantar sospecha de quien era, un discípulo de Jesús.

Amados hermanos y amigos, evitemos la mala compañía, pues dice la Biblia en 2 Corintios 6:14 «No estén unidos en yugo desigual con los incrédulos, pues ¿qué asociación tienen la justicia y la iniquidad? ¿O qué comunión la luz con las tinieblas?» Pedro no quiso quedarse solo y prefirió juntarse con los enemigos de Jesús y escuchar o compartir sus opiniones, pero así dio paso al pecado y luego volvió a negar al Señor

Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito ‘desde mi perspectiva particular’ en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones le sirvan a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.

Dios les bendiga,

 

Sandra Elizabeth Núñez

1 comentario en «43.80 Pedro en el patio de Anás»

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *