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43.82. Pedro Niega a Jesús (Segunda y Tercera Negación)

Este relato inicia con «Estaba, pues, Pedro en pie, calentándose…», (Juan 18:25),  esto  a fin de dar continuidad a la narración de la primera negación de Pedro en los versículos del 15 al 18, la cual había sido interrumpida para introducir el interrogatorio de Anás a Jesús, situación que estaba ocurriendo en ese mismo momento.

Pues bien, Pedro se estaba calentando junto a los siervos y alguaciles ya que en esa noche hacía mucho frío, y por segunda vez le vuelven a hacer la misma pregunta a Pedro «…. ¿No eres tú de Sus discípulos? El negó, y dijo: No lo soy», [Juan 18:25].

Por última vez Pedro es cuestionado sobre el mismo asunto por uno de los alguaciles que estuvo presente cuando el incidente del discípulo que causó la lesión a Malco, y quien sin duda se había fijado bien en la cara de Pedro, le dice «…¿No te vi yo en el huerto con Él?», (Juan 18:26), Pedro en ese momento está sumamente preocupado pues de ser probado que era cierto, podía ser condenado a la pena capital o castigado con una multa de aproximadamente cuatrocientos peniques romanos, y esa cantidad era mucho dinero, el cual para él sería muy difícil de conseguir. Esta esa la tercera ocasión cuando Pedro vuelve a negar a Jesús. Ya para eso momento, él estaba muy temeroso, por lo que en el Evangelio de Mateo dice «Pero él negó otra vez con juramento: No conozco al hombre. Un poco después, acercándose los que por allí estaban, dijeron a Pedro: Verdaderamente también tú eres de ellos, porque aun tu manera de hablar te descubre», [Mateo 26:72-73].

Ante ese hecho Pedro se sintió descubierto y estuvo más atemorizado que antes y «Entonces él comenzó a maldecir, y a jurar: No conozco al hombre. Y en seguida cantó el gallo. Entonces Pedro se acordó de las palabras de Jesús, que le había dicho: Antes que cante el gallo, me negarás tres veces. Y saliendo fuera, lloró amargamente», [Mateo 26:74-75].

Recordemos lo que registra Juan 13:36-37 «Le dijo Simón Pedro: Señor, ¿a dónde vas? Jesús le respondió: A donde Yo voy, no me puedes seguir ahora; mas me seguirás después. Le dijo Pedro: Señor, ¿por qué no te puedo seguir ahora? Mi vida pondré por ti». Entonces si asociamos esos versículos a la posición donde se encontraba Pedro en nuestro relato anterior podemos ver que Pedro llegó más lejos que cualquiera de Sus discípulos, pero desobedeció al Señor que le había dicho que por el momento no podía seguirlo, y entonces se encontraba en un lugar inapropiado para él trayendo eso como consecuencia que se juntara con Sus enemigos como si fuera uno de ellos pues allí se suscitaron conversaciones perversas con respecto a Jesús, y el temor que sintiera Pedro por lo que podría sucederle lo llevó a negarlo.

 Amados amigos y hermanos, lastimosamente a nosotros los cristianos en ocasiones nos suceden situaciones parecidas, pues en lugar de ser luz en medio de las tinieblas, nos mezclamos y comportamos como los del mundo para evitar que nos ridiculicen, y en ese momento dejamos de ser la sal y la luz del mundo, [Mateo 5:13-16].

A nosotros nos puede pasar igual que a Pedro, negar a Jesús no solamente con palabras sino también con hechos. El proceso de la caída de Pedro, ocurrió porque no actuó como el Señor le había mandado, evitemos esos entornos para no incurrir en circunstancias como las de éste discípulo que:

Se sobre estimó a sí mismo «Le dijo Pedro: Señor, ¿por qué no te puedo seguir ahora? Mi vida pondré por ti», [Juan 13:37].

Utilizó una espada en vez de la oración; intentando así pelear con sus fuerzas carnales, [Juan 14:13; 18:10].

Acompañó a los enemigos de Jesús, [Juan 18:18; 2 Corintios 6:14].

 

Sin embargo, es bueno señalar que el Señor le había profetizado  que esto causaría un dolor muy grande en el corazón de Pedro tal como dice Lucas 22:61-62 «Entonces, vuelto el Señor, miró a Pedro; y Pedro se acordó de la palabra del Señor, que le había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces. Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente». Aquí vemos que rápidamente Pedro recordó esas palabras y se arrepintió.

Imaginemos cuanto dolor debía sentir Pedro ante tan vergonzoso hecho, su alma se habría partido en mil pedazos y sus lágrimas mostraban ese quebrantamiento. Pedro violó algunos de los preceptos establecidos en la Palabra, y sufrió grandemente las consecuencias de su desobediencia al Señor, quien le había dicho que no podía ir adonde Él iba; su primer impulso fue volver a su antigua vida; se sintió tan pecador, que «Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Ellos le dijeron: Vamos nosotros también contigo. Fueron, y entraron en una barca; y aquella noche no pescaron nada», (Juan 21:3). 

Luego Pedro  se arrepintió, alcanzó misericordia, entonces fue perdonado y restaurado y esto lo podemos ver en Juan 21:17 «Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta Mis ovejas».  Más adelante vemos el gran ministerio que el Señor le dio a Pedro; ¡Qué maravilloso es el Señor!

En conclusión, recordemos que si fallamos no es el fin, cuando pequemos debemos arrepentirnos de corazón, «El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia»,[Proverbios 28:13].

Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito ‘desde mi perspectiva particular’ en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones le sirva a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.

Dios les bendiga,

 

Sandra Elizabeth Núñez

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