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45.06 La Ira de Dios Contra la Injusticia (3)

«Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que con injusticia restringen la verdad» (Romanos 1:18). He considerado el siguiente versículo como una excelente introducción a mis anotaciones de la infografía que les presento a continuación, relativa a la ‘Ira de Dios’, tema que es vital para poder comprender el Evangelio de Jesucristo.

Dice J. I. Packer en su libro ‘El conocimiento del Dios santo’: “¿Podría un Dios que sintiese placer tanto con el mal como con el bien ser un buen Dios? ¿Sería un Dios que no reaccione negativamente al mal en el mundo moralmente perfecto? Seguramente no. Por eso es precisamente que esta reacción adversa al mal es una parte necesaria de la perfección moral, y es lo que la Biblia tiene en mente cuando se habla de la ira de Dios”.

Cuando leemos o hablamos acerca de la ira de Dios generalmente pensamos en ‘cataclismos terrenales’, o sea un gran terremoto o ciclón, guerra, desorden social o cualquier situación semejante; y tenemos que entender que algo diferente, ciertamente es el abandono de Dios, es cuando Él da la espalda al hombre, y deja que haga uso de su concupiscencia, sus malos deseos, a su mal uso del libre albedrío.

Bien, también es bueno señalar que la “ira de Dios”, no es un estallido irracional o enojo explosivo; no, para estar más claro, la llamaré “ira divina o santa de Dios”, y esta se refiere a la oposición a todo lo que es impuro.

Debemos ver que la ‘ira de Dios; tiene varias facetas a considerar, entre ellas:

  1. La Ira eterna: Castigo al cual serán sometidos los pecadores incrédulos por la eternidad en “el infierno”.
  2. La ira escatológica: Esta ha sido descrita por algunos profetas del Antiguo Testamento, por nuestro Señor Jesucristo y por el Apóstol Juan en el libro de Apocalipsis, la cual se pondrá de manifiesto en el final de los tiempos.
  3. La ira del abandono: Es el abandono divino de Dios provocado por el hombre cuando se aparta de Dios, es decir de Sus leyes.

Es bueno notar que la expresión ‘Dios los entregó’ se cita tres veces en este capítulo 1, en los versículos 24, 26, 28. Asimismo, es interesante lo que dice John Ziesler de esa expresión: “no opera por intervención de Dios sino por su falta de intervención, permitiendo que las personas sigan su propio camino”.

El resultado del mal comportamiento del hombre, y su negligencia de no aceptar y las advertencias dada por Dios, trae como consecuencia que nuestro Señor y Dios los entregue a una mente reprobada; y según podemos ver es que definitivamente ‘una mente reprobada’, y según el diccionario Strong esto corresponde a la palabra G96 y significa: “malo, rechazado, que no está en consonancia con lo correcto; depravado, corrupto, sin discernimiento, inaceptable, indigno, inútil; literalmente, que no pasa la prueba”. Wao mis amados hermanos y amigos, estoy plenamente segura de que esa es la peor condición natural en la que puede estar un hombre.

Pues bien, estos dos versículos citan parte de los veintiún pecados nombrados en este capítulo, y a pesar de que no pude agruparlos por tipos, al leerlos nos queda claro que estamos hablando de una depravación total.

Tristemente esa misma condición de la nación en los tiempos de Pablo, es la misma situación en la que se encuentra la tierra en el día de hoy. Clamemos a Dios para que nosotros podamos vivir con agrado haciendo Su voluntad, «Porque escrito está: «SEAN SANTOS, PORQUE YO SOY SANTO», [1Pedro 1:16].

Deseo finalizar recordándoles, como les he dicho anteriormente, que estos comentarios o anotaciones los emito ‘desde mi perspectiva particular’ en apego a los conocimientos propios obtenidos por mi estudio devocional de las Escrituras, la revelación del Espíritu Santo, así como por las enseñanzas compartidas por hombres eruditos de la Palabra de Dios. Por lo tanto, espero que mis anotaciones le sirva a usted para continuar con sus lecturas propias de las Escrituras, las cuales sean transformadas en ‘escudriñar con gozo los tesoros que se encuentran en la Biblia, la Palabra de Dios’, de manera que también pueda identificar y ofrecer una aplicación especial y personal a su vida y así ser saciado del manjar que el Señor nos brinda en Su santa y bendita Palabra.

Dios les bendiga,

Sandra Elizabeth Núñez

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